Demasiado grandes para caer

Demasiado grandes para caer

26 Noviembre 2011
En la semana, las Bolsas reflejaron el tamaño de la crisis global por la iliquidez reinante, a Alemania -líder y motor de la economía europea- sólo le ofrecieron tomar parte de la nueva emisión de deuda y Angela Merkel se opone a un bono europeo que nivelaría hacia abajo. La integración de países con diversas raíces culturales y alrededor de una sola moneda -el euro- no se ajustó a los pactos fiscales asumidos sufre las consecuencias.

Los europeos miran a Alemania y consideran que se benefició durante años de la política comunitaria -tipos de cambio bajos, uniformes y flexibilidad- y, como acreedor, debe devolver el favor a los demás. Pero los alemanes -desde los rescates a los bancos en Estados Unidos- perciben que se ha dado tiempo y dinero a estos desde 2008 para que se quiten de encima los activos tóxicos y la basura.

También en ese país, la Reserva Federal hizo crecer la base monetaria en 210% en los últimos dos años para mantener -artificialmente bajas las tasas de interés- lo que ya tiene consecuencias de difícil pronóstico.

Cuanto tiempo más necesitan los bancos, es el interrogante desde los mercados, que ven caer las acciones de las entidades financieras afuera y también en la Bolsa de Buenos Aires.

Las políticas monetarias expansivas han afectado a los países productores de materias primas y alimentos y golpean a la pizarra de los commodities. Han ocasionado burbujas en algunos productos -por la especulación corta- por encima de las razones fundamentales de la oferta y demanda de alimentos, que son más sólidas. Hay algunos incentivos perversos en los datos para invertir en búsqueda de ganancia fácil, que luego desaparece. Los incentivos eficientes deben ser los fiscales -se reclama- pero las deudas soberanas muestran que las cajas del estado también se agotan.

En la semana que se fue se defendieron el oro y la plata como productos primarios; el azúcar crudo alcanzó los U$S 500 por tonelada; cede la soja y habrá menos divisas y retenciones, pero más se perdió con la enorme fuga de capitale. Y Brasil devaluó el real, lo que muestra el escenario ya instalado.

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