25 Julio 2011
MONUMENTO NACIONAL. La iglesia jesuita, construida en 1761, fue testigo de las guerras de la Independencia. Hoy tiene poca vida.
En la villa vieja de Trancas las campanas repican una sola vez al mes. Sólo si se consiguen las llaves que guarda una vecina se puede ingresar a la iglesia del Sagrado Corazón de Jesús, que atesora un pedazo de la historia argentina. En una de sus paredes externas se puede leer: "en este lugar fue fusilado el primer gobernador de Tucumán, Bernabé Aráoz". Sus restos están enterrados en el interior del templo. Pero también tiene un privilegio: allí bautizaron a la escultora Lola Mora, el 22 de junio de 1867.
La pequeña iglesia construida por los padres jesuitas en 1761 no es la misma hoy. Fue reconstruída sobre sus cimientos en 1827, luego del terremoto del año anterior. No obstante, conserva el estilo de aquella época: sus paredes de adobe, sus altares de madera y el piso de ladrillo. Dos imágenes impactan al visitante, la de San Francisco Solano, con su jarrita de plata y su violín, y un Jesús Nazareno de fuerte impronta española.
Un frío intenso recorre el cuerpo de cada recién llegado. Falta el calor de los fieles.
"Cada vez que hay bautismos o casamientos en el pueblo los vecinos se van a la parroquia de la ciudad de Trancas. El cura tiene mucho trabajo en todo el departamento, por eso oficia misa una sola vez al mes, pero no hay un día fijo. Cuando él puede nos avisa, y ahí nomás le informamos a la gente que tiene que venir", explica una vecina. Ella vive a una cuadra y es hermana de Inés Toledo, encargada de guardar las llaves del templo, monumento histórico nacional desde 1957.
La pequeña iglesia construida por los padres jesuitas en 1761 no es la misma hoy. Fue reconstruída sobre sus cimientos en 1827, luego del terremoto del año anterior. No obstante, conserva el estilo de aquella época: sus paredes de adobe, sus altares de madera y el piso de ladrillo. Dos imágenes impactan al visitante, la de San Francisco Solano, con su jarrita de plata y su violín, y un Jesús Nazareno de fuerte impronta española.
Un frío intenso recorre el cuerpo de cada recién llegado. Falta el calor de los fieles.
"Cada vez que hay bautismos o casamientos en el pueblo los vecinos se van a la parroquia de la ciudad de Trancas. El cura tiene mucho trabajo en todo el departamento, por eso oficia misa una sola vez al mes, pero no hay un día fijo. Cuando él puede nos avisa, y ahí nomás le informamos a la gente que tiene que venir", explica una vecina. Ella vive a una cuadra y es hermana de Inés Toledo, encargada de guardar las llaves del templo, monumento histórico nacional desde 1957.
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