Meditar es viajar hacia el interior de uno mismo

Meditar es viajar hacia el interior de uno mismo

No importa si es un medio o un fin en sí mismo, la meditación baja los niveles de estrés y aumenta la concentración

MAESTROS. A la izquierda, Angel Anant Singh enseña a meditar como en la India. A la derecha, el monje coreano Chong Muk durante la ceremonia del té. LA GACETA / HECTOR PERALTA MAESTROS. A la izquierda, Angel Anant Singh enseña a meditar como en la India. A la derecha, el monje coreano Chong Muk durante la ceremonia del té. LA GACETA / HECTOR PERALTA
26 Mayo 2011
Cuando la vida cotidiana se convierte en una carrera contra el reloj hay que parar para poder encontrarse con uno mismo; en otras palabras, poner las cosas en claro, buscar el equilibrio interior. De esa manera se vive más tranquilo y se disminuye el riesgo de enfermedades físicas y psíquicas. La meditación es un camino para buscar esa paz interior, más allá de las religiones y de las modas.

Pero no es tarea fácil ni se puede lograr en un paso a paso. Por eso LA GACETA consultó con tres especialistas: el monje budista del templo coreano de El Corte, Yerba Buena, "Han Ma Um Seon", sunim Chong Muk; el maestro de yoga Angel Anant Singh, del centro Conciencia, Plenitud de Vida e Iluminación; y Guillermo Battich, del Centro Auam.

Sunim Chong recibió a LA GACETA en el templo que significa "única alma" en coreano. Periodista y fotógrafo dejaron sus zapatos en la puerta y entraron. El salón es amplio, sin muebles, con piso de parquet. A la izquierda hay un altar de madera con un gran Buda dorado, alumbrado con velas y adornado con flores Cabeza de Pájaro y crisantemos blancos. También hay una pequeña mesita con varios elementos; uno de ellos es una caña de bambú que el maestro golpea tres veces para indicar a sus discípulos que es el momento de meditar. Al fondo contra la pared, hay una pila de almohadones chatos y pequeños taburetes para los meditadores. Cada persona se sienta en ellos y apoya suavemente las rodillas sobre el piso. Es la forma más cómoda, porque la tradicional -la posición del loto, (cruzando las piernas y con las plantas de los pies hacia arriba- es más difícil.

Las discípulas tucumanas Rosa Ibarra y Ana Lía Valdecantos ayudan a sunim Chong a preparar la ceremonia del té. Colocan sobre el piso pequeños cuencos blancos y una bandeja con budines (para el gusto occidental). El monje hace una reverencia de bienvenida y comienza la entrevista. Sentados en círculo en el suelo, cada uno recibe su taza de té verde, no muy caliente, sin azúcar, con un sabor suave pero intenso. Sirve tres veces, en silencio, sólo se escucha el canto de los pájaros del cerro.

"Meditar es lograr el equilibrio; es alcanzar la paz interior" dice en un castellano dificultoso. El sunim viste su traje típico gris y luce su cabeza rapada. "Hay que sentarse cómodo y dejar que el pensamiento fluya", propone. "No es necesario cortar el pensamiento ni poner la mente en blanco. Hay que abrazar el pensamiento, no rechazarlo. Hay que aceptar, porque gracias a la diversidad también aprendemos", explica. "Cualquier lugar donde podamos sentirnos cómodos es adecuado", dice. El tiempo de la meditación es relativo. Mientras algunas personas meditan 10 o 15 minutos diarios, otros, como sunim, permanecen las 24 horas en meditación. "Como el pensamiento no se corta, podemos hacerlo en silencio interior", afirma en tono suave, y siempre con una sonrisa.

Hay diferencias en la meditación. La zen (japonesa) y la seon (coreana) son muy parecidas. La meditación es un estado de equilibrio psíquico y mental. "Es el resultado final de un proceso de crecimiento consciente y evolutivo. No hay segundo paso sin haber aprendido la primera lección, que será ponerse en actitud de relajamiento. La meditación (dhyana) según la tradición clásica del Ashtanga Yoga de la India es el séptimo de ocho largos y arduos pasos. No es considerado algo que ?uno pueda hacer? sino algo que ?sucede? cuando se han realizado todas las preparaciones y disciplinas necesarias para eso", aclara el maestro Guillermo Battich del centro de yoga Auam, de Tucumán.

La respiración

El maestro Angel Singh reduce a dos los pasos para alcanzar la meditación: "primero hay que aprender a respirar, cuanto más serena y prolongada, mejor. Hay que prestar atención a la respiración. Tomar el aire por la nariz, elevando la panza, y sacar el aire hundiendo el estómago. Practicar 10 minutos, cruzando las piernas o sentado en una silla, con las manos en las rodillas, juntando los dedos índice y pulgar (giam-mudra, para cerrar el círculo energético). El paso dos es el silencio, que hace percibir las cosas tal como son", explica. Algunas personas recurren a los mantras, que en sánscrito significa mente y liberación; puede ser una sílaba, una palabra o una frase que se repite para llegar a la concentración. De ahí el famoso uomm. En suma, hay muchos métodos para meditar, pero la aventura de encontrarse a sí mismo es única y personal.

Los seis pasos elementales que enseña la filosofía de la India a los iniciados

El yoga, como sistema filosófico de la India, cuenta con una serie de preceptos éticos y morales que deben ser practicados por todo aspirante si quiere llegar a alcanzar el estado de meditación. El maestro Guillermo Battich, del centro de yoga Auam, de Tucumán, enumera los pasos previos para acceder a la meditación:

1- "Yama o abstenciones". Es el primer gran precepto y consiste en no dañar a ningún ser viviente, no mentir, no robar, no codiciar y no derrochar la energía sexual.

2- El segundo se llama "niyama u observaciones". Implica la realización de una limpieza interna y externa, con austeridad en las emociones, sencillez y control de los sentidos y actitud de entrega a la voluntad Divina.

3- Este punto está referido a las asanas o posturas. Constituyen el soporte físico y energético de la práctica yóguica. Es fundamental para avanzar en los pasos superiores. Se trabaja con lo que es más denso, que es el cuerpo físico, para volverlo fuerte y saludable y, a la vez, para que pueda permitir la generación de energía psíquica para la práctica de la meditación.

4- Ahora viene un paso muy importante: "pranayama o control de la energía vital". Es un término compuesto de dos palabras: prana que significa energía y ayama, control. Y el principal medio para controlar la energía vital es la respiración. Este paso ofrece 130 maneras de respirar (que sería imposible de detallar). Su aprendizaje permite desarrollar un proceso de purificación, armonización y equilibrio de la energía en diferentes planos.

5- Etapa de la pratyahara o "abstracción de los sentidos". "Con la práctica de la energía de la mente se enfoca hacia el interior de nuestro ser y se dejan de interferir en la experiencia de la toma de conciencia interna".

6- Dharana es la concentración de la mente en un punto. Así la mente sin interferencias de los sentidos y de las fluctuaciones de los pensamientos logra enfocar su energía en el trabajo introspectivo.

Pero el maestro aclara: no hay "liberación ni paz instantáneas", se consigue con la perseverancia.

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