Motivar al universitario es una ardua tarea

Motivar al universitario es una ardua tarea

Las razones que impulsan a un niño o a un adolescente son distintas a las que movilizan al estudiante del nivel superior. Manías e imperfecciones

INTERESANTE. Estudiar no es tan divertido como la tele, jugar a la play o bañarse en la piscina. Aprovechar bien el tiempo es la clave para disponer de él. LA GACETA / OSCAR FERRONATO INTERESANTE. Estudiar no es tan divertido como la tele, jugar a la play o bañarse en la piscina. Aprovechar bien el tiempo es la clave para disponer de él. LA GACETA / OSCAR FERRONATO
30 Abril 2011
Las razones que pueden motivar a un universitario no son las mismas que pueden motivar a un niño de primaria o a un joven de secundaria. La conclusión de los docentes y estudiantes consultados al respecto también indica que a cada persona la motiva algo diferente o algo en un grado distinto que a los demás.

Imaginación y esfuerzo

"Los estudios son interesantes. Admitamos que no son tan divertidos como la tele, jugar a la play, una charla con los amigos, un baño en la piscina... Pero ellos se esfuerzan en convencerse de que son interesantes y de que los hacen interesantes. Ellos mismos con su imaginación y su esfuerzo. Soy consciente de que ese esfuerzo los ayuda. Por eso, quien estudia y aprovecha bien el tiempo dispone de más tiempo libre para divertirse y pasarla bien", afirma un profesor de Cálculo II de la carrera de Arquitectura.

"Mis profesores y mis padres me van a estimar, premiar y valorar mucho más... Me di cuenta de que cuando conozco bien un tema, me gusta. Cuando hago las cosas bien, me siento más seguro. Disfruto más de mi tiempo libre, con mis amigos, la tele, internet, si previamente hice bien mi trabajo. Por eso cada vez que alcanzo un pequeño triunfo, me animo y me hace sentir más seguro y con ganas de ir más lejos", destacó Rodolfo Ramírez, estudiante de ingeniería biomédica.

Leer y resumir

La profesora de lengua Claudia Maristani de Medina recordó que cuando estudiaba en la universidad tenía un profesor de lo más curioso. "El hombre -contó- de una edad madura y aparentemente asentado en la vida, pedía para aprobar su asignatura una serie de trabajos a lo largo del curso. El más trascendente era leer un libro de 145 páginas -muy interesante, por cierto- que debíamos resumirlo en 15 páginas".

La docente remarcó que "comparativamente era mucho más largo el resumen que el libro y suponíamos que había que hacer también una crítica, pero aún así, incluso los libros más largos no daban ni para diez páginas. Lo cierto que esto demostraba que muchos profesores universitarios no tienen nada que hacer y que se aburren tanto, que tienen que buscarse un hobby. ¿Y qué mejor hobby que el atormentar a los alumnos? Siempre recuerdo este episodio para no hacerlo ahora con mis propios alumnos".

Relativo

El estudiante José María Martos estima que "puede ser que el doctor Savater tenga razón en su evaluación sobre los jóvenes que no preguntan ni participan". "Pero a mi entender eso es muy relativo. Hoy la enseñanza académica -afirmó- evolucionó y no sólo tiene como misión esencial la formación de profesionales altamente capacitados que actúen como ciudadanos responsables, competentes y comprometidos con el desarrollo social, sino que también tiende a conformar un vínculo especial con el docente y los propios compañeros. Además, las nuevas herramientas tecnológicas nos permiten interconsultas, ampliar el conocimiento que antes estaba acotado y, a la misma vez, generar nuestro propio banco de datos de consulta. Eso también influye en el decaer del diálogo en clase, porque hay más respuestas que preguntas".

Nadie es perfecto

Martos, que estudia sociología, considera que la buena docencia puede aprenderse. "Nadie es perfecto y los profesores tienen días malos y pelean para conseguir llegar a sus estudiantes; no siempre siguen sus mejores métodos", dijo.

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