Erich Fromm, un gran humanista

Erich Fromm, un gran humanista

31 Octubre 2010
Por Santiago Furlotti
Para LA GACETA - Tucumán

Erich Fromm nació en Frankfurt, en el año 1900. Estudió sociología en la Universidad de Heidelberg bajo la dirección de Alfred Weber. Posteriormente descubrió la obra de Freud y la investigó profundamente. En 1934, tras la toma del poder por el partido Nazi, emigró a los Estados Unidos. Allí desarrolló una importante labor editorial, publicando varios libros sobre las tendencias autoritarias de la sociedad contemporánea en los que se separa marcadamente de la teoría original freudiana. Hacia 1950 se trasladó a México, dedicándose a la docencia y a la investigación. En los años posteriores se vinculó con los movimientos pacifistas norteamericanos y fue un destacado oponente de la guerra de Vietnam. Se alejó de todo apoyo al socialismo de Estado, sobre todo del modelo totalitario soviético, y criticó la sociedad de consumo capitalista. Se consideraba a sí mismo como partidario de un socialismo humanista y democrático. En el año 1965 se retiró y tras unos años de viaje, se instaló en Suiza. Murió en el año 1980.
Sus ideas
Erich Fromm publicó numerosos trabajos durante su vida. Entre ellos se encuentra El miedo a la libertad, el cual alcanzó prestigio internacional y fue reeditado numerosas veces. En esta obra magistral, el pensador alemán describe un proceso que tiene lugar en todos los seres humanos y que se puede denominar "proceso de individuación". Cuando un niño nace, deja de formar un solo ser con su madre y se transforma en un ente biológico separado de ella. No obstante, el niño permanece unido funcionalmente durante un período determinado. Los lazos que unen a un individuo con sus padres antes de que el proceso de individuación haya llegado a su plenitud, reciben el nombre de "vínculos primarios". A medida que pasa el tiempo, progresivamente comienza a darse el proceso de individuación. El sujeto se va liberando de los vínculos primarios de la niñez estableciendo relaciones (en la escuela, el club, el trabajo, etc.) con personas que no forman parte de su familia. Esta nueva situación implica una importante tarea: abrirse camino en el mundo por sí mismo como un individuo independiente, sin que mamá y papá estén brindado su protección y su cuidado. Es decir, a medida que los seres humanos crecen y de desarrollan, deben aprender a asumir su propia existencia dejando atrás el cálido refugio de los padres. Sin embargo, este proceso mediante el cual nos convertimos progresivamente en individuos independientes implica, muchas veces, soledad y angustia. Los vínculos primarios con lo padres ofrecen seguridad y protección frente al mundo circundante. Cuando estos desaparecen, el sujeto puede experimentar la incertidumbre y la soledad ante las responsabilidades que se presentan y que deben asumirse. Mientras se encontraba al amparo de los vínculos primarios ignorando las implicancias de la acción individual libre, no había razones para temer. Pero cuando alcanza la condición de individuo, se encuentra solo y debe hacer frente a todas las dificultades que el mundo presenta.
Fromm señala que, frente al proceso de individuación, pueden adoptarse dos actitudes. Una de ellas es aceptar la condición de individuo libre afrontando con madurez las dificultades que se presentan. La otra es recurrir a "mecanismos de evasión" para evitar el esfuerzo que significa asumir responsabilidades. Este segundo camino, según el pensador alemán, es bastante común en las sociedades contemporáneas como consecuencia del miedo a la libertad. El temor a ser individuos libres conduce a buscar lazos que sustituyan los vínculos primarios que se han perdido. El individuo considera la libertad como un peso insoportable y experimenta una intensa angustia. En tal situación, siente la urgente necesidad de hallar a alguien a quien pueda ceder esa libertad para que decida por él. De esta manera, siente el aparente sosiego de no tener que elegir por sí mismos. El sujeto deja de ser él mismo adoptando las pautas impuestas por la sociedad en que vive. Las diferencias entre él y el mundo desaparecen y, con ellas, el miedo, la angustia y la soledad de elegir por sí mismo. La persona se despoja de su yo individual y se convierte en un autómata, idéntico a millones de otros autómatas que lo circundan. Este comportamiento se denomina comúnmente "masificación".
Según Fromm, nuestra cultura conduce con demasiada frecuencia a la eliminación de la espontaneidad y a la sustitución de ideas originales por emociones, pensamientos y deseos impuestos desde afuera. Aquello que la educación no puede conseguir, se intenta realizar a través de la presión social. Esto trae como consecuencia el empobrecimiento de la persona individual y el surgimiento de la debilidad y de la inseguridad. El individuo piensa, siente y quiere lo que los demás consideran que debe pensar, sentir y querer. La victoria de la libertad es solamente posible si la democracia llega a constituir una sociedad en la que el individuo, su desarrollo y felicidad constituyan el fin y el propósito de la cultura; en la que la vida no necesite justificarse por el éxito y en la que el individuo no se vea subordinado ni sea objeto de manipulaciones por parte de ningún poder exterior a él. El progreso de la democracia consiste en acrecentar realmente la libertad, iniciativa y espontaneidad del individuo, no solo en determinadas cuestiones privadas y espirituales, sino esencialmente en la actividad fundamental de la existencia humana: su trabajo.
© LA GACETA

Pablo Santiago Furlotti - Profesor y Licenciado en Filosofía de la UNSTA, investigador del CONICET.

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