Le soltaron la mano en el peor momento

Le soltaron la mano en el peor momento

El DT se fue insultado del estadio

DE ESO NO SE HABLA. Roldán aclaró que sólo definirá su futuro con Rubén Ale, presidente de los santos. DE ESO NO SE HABLA. Roldán aclaró que sólo definirá su futuro con Rubén Ale, presidente de los "santos".
No fue una despedida, pero sí el reflejo de un amargo presente. Hasta anoche, Carlos Roldán no había presentado la renuncia ni había sido despedido por los directivos, pero quedó en una situación bastante incómoda porque lo dejaron solo en el peor momento. Bajo una lluvia de insultos y protegido por la Policía, el entrenador se retiró de La Ciudadela. Él, sonriente, subió al ómnibus. Ese gesto no pudo tapar la desagradable situación, que dejó un manto de dudas a menos de dos semanas del clásico, el partido que todos los hinchas quieren ganar.

El "santo" ingresó en un cono de sombras el sábado, cuando desconocidos enviaron a todos los medios un mensaje: "gane o pierda, se va". "Es una operación porque quieren desestabilizarlo", se cansaron de responder los allegados al entrenador. Y con el correr de las horas esa sospecha fue tomando fuerza.

"Escuché por allí que si perdía hoy (por ayer) me echaban. Realmente no sé de dónde salen esas versiones. Mi situación personal la voy a hablar con el presidente del club, que fue la persona que me habló para volver a dirigir el plantel", comentó durante la conferencia de prensa.

A pesar de su firmeza, esas palabras no pudieron espantar los fantasmas que sobrevolaron por La Ciudadela. La Brava, la barra brava de los "santos", a los 13? minutos de iniciado el encuentro comenzó a fustigar a los jugadores y, de rebote, también ligó el cuerpo técnico. Pero el hincha verdadero, ese que paga la entrada para alentar al club de sus amores, tapó los insultos con voces de aliento. Primera sorpresa.

"La verdad es que no escuché nada sobre lo que gritaba parte de la hinchada", respondió con diplomacia Roldán, antes de aclarar que sólo iba a hablar de lo que había ocurrido en el partido. Tampoco presenció lo que pasó fuera del vestuario. Los de La Brava, a los gritos, le pidieron que renunciara. Y a los golpes los forajidos corrieron a los pocos simpatizantes que se atrevieron a defender al DT de los cuestionamientos. Los barrabravas actuaron con total impunidad. En esta oportunidad no estuvieron los coordinadores, esos caballeros de remera verde que hasta hace poco acallaban a quienes cuestionaban al equipo. Segunda sorpresa.

Algo pasó en las últimas semanas para que todo cambiara drásticamente. Evidentemente nunca se terminaron de unir las partes, como había sostenido Roldán durante la última semana. Mucho peor es lo que puede pasar en La Ciudadela si la calma no llega cuanto antes. Nadie quiere una tercera sorpresa.

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