Rubén Juárez, un cantor que ayer dijo: "toco y me voy"

Rubén Juárez, un cantor que ayer dijo: "toco y me voy"

FUERZA Y SENTIMIENTO. Rubén Juárez fue una de las figuras destacadas de la música ciudadana. LA GACETA / ARCHIVO FUERZA Y SENTIMIENTO. Rubén Juárez fue una de las figuras destacadas de la música ciudadana. LA GACETA / ARCHIVO
Un licor de tristeza ahoga torpemente el silencio. Un fueye ejercita su melancolía en lo oscuro. "Que anduvimos juntos, atorro y milonga, desde mi bohemia, cigarro y café. Y a veces rodamos maneaos por el suelo y nos levantamos con la misma fe...", susurra la voz de un cordobés que ayer no pudo despistar a la muerte.

Los 62 años de Rubén Juárez se detuvieron en una clínica porteña, agotados por un cáncer de próstata que ya se había apoderado de su riñón, sus huesos y el corazón. Era de Ballesteros (Córdoba). Allí vio la luz el 5 de noviembre de 1947. A los seis se abrazó al bandoneón y no lo soltó. Por ese entonces, vivía en Sarandí. El naciente rock lo chamuyó en la adolescencia hasta que ganó un concurso de tangos y conoció a Héctor Arbello, guitarrista de Julio Sosa. No tardó en impregnarse de la reciedumbre de "El Varón del Tango". Su canto caminó entonces la noche porteña en Caño 14, El Viejo Almacén y Michelangelo. Aníbal Troilo paró la oreja en "Para vos, canilla", que Juárez había grabado en su primer disco (1969), y le ofreció ser su padrino.

"Sábados circulares", el programa de Pipo Mancera, mostró a ese cabezón que de pie, con bandoneón en ristre, desgranaba sentimiento en milongas y tangos, algunos de su autoría. Cantar y tocar, toda una novedad. "Los colegas míos, bandoneonistas, me dicen: ?¿Cómo hacés?? Mirá, yo hablo. Estoy tocando y hablo. Yo lo aprendí de chico y las cosas que se aprenden de chico no se pueden volver a aprender... Coordino cuatro cosas: mano derecha, izquierda, respiración del canto y respiración del bandoneón", contó en Tucumán en julio de 1999, una de las pocas veces que vino.

"Yo le hablo de hombre a fueye, mano a mano. Lo mismo que si hablara con la vieja. Y cuando él me responde, se me antoja que Buenos Aires mismo me contesta".

Grabaciones y premios no tardaron en llegar. Toco y me voy, Mi bandoneón y yo, Qué tango hay que cantar (letra de Cacho Castaña), Ultimo tango en Buenos Aires despertaron su creatividad musical como autor.

De buen diente, hermano del pucho y los amigos, fue el creador del Festival de Tangos de La Falda; actuó en dos películas; hizo un dúo circunstancial con Charly García y tuvo que desmentir luego que se hubiesen dado un piquito al bajar del escenario.

Simpatía, seducción, reciedumbre, sentimiento y voz dejaron ayer en banda al tango. Si yo a mi bandoneón lo llevo puesto como un cacho de tango entre las venas. Y está de Dios que al dar mi último aliento, moriremos a un tiempo... mi bandoneón y yo, andará cantando en el universo el "Gordo" Juárez.

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