Por Jorge Figueroa
07 Abril 2010
Las pinturas de Rember Yahuarcani López sorprenden no sólo por los materiales que utiliza sino por el mundo que representa. Una figuración extraña impregna sus imágenes, que están planteadas con una resolución elemental, casi primitiva, y envueltas en un mundo onírico en el que la realidad poco o nada puede advertirse. Sus personajes parecen extraídos de algún cuento infantil y son figuras antropomórficas; entre humanos, entre animales. Pero, él lo aclara, todo lo que pinta forma parte de su mundo, de su cultura, y no aspira a ser domesticado por el llamado arte occidental. Sus obras requieren una mirada atenta, y principalmente, sin prejuicios; no pertenece a estilo alguno. Como en las culturas más antiguas, se trata de un arte que, además, cumple una función social y tiene una utilidad; nociones estas que nos resultan complejas de comprender en nuestra realidad, donde el valor de lo decorativo se ha sobredimensionado demasiado.
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