Desde la selva al Rougés

Desde la selva al Rougés

Esta noche, a las 20.30, se inaugurará una muestra de pinturas del artista de la comunidad indígena uitota, de Perú. La pintura como poder curativo

07 Abril 2010
Con tintes naturales y sobre cortezas de árboles; con muy poco acrílico y casi nada de lienzo. El artista Rember Yahuarcani López inaugurará esta noche su exposición, a las 20.30, en el Centro Cultural Rougés (Laprida 31). De formación autodidacta, proviene de la nación amazónica, de la ciudad de Pevas (Perú), ubicada a 12 horas de Iquitos navegando por el río.
Yahuarcani López es descendiente de la comunidad indígena uitota, pero su arte ya conoce el mundo, pues ha expuesto no sólo en diversos países de Latinoamérica, sino en otros como Dinamarca y Polonia. Trabaja entre Lima y la selva, y tiene su propio Facebook donde sus fans lo animan y lo elogian profusamente. "Estoy convencido de que la pintura puede curar, porque a través de sus colores y formas se pueden lograr estados como la paz", comentó Yahuarcani a LA GACETA.

- ¿Qué materiales utilizás en tus obras?
- Tintes naturales y cortezas de árboles, pero también trabajo con el acrílico. A los tintes los saco de raíces, hojas, resinas, tierras, frutos y semillas, que me dan colores. También combino esos tintes con el acrílico. Mis colores preferidos son el verde, azul y el rojo. Me parecen que vibran.

- Tus imágenes son extrañas...
- Mirá, hay como 50 culturas amazónicas; pertenezco a la uitota, que está ubicada en la frontera entre Perú y Colombia. Represento el imaginario de esa cultura, su universo con los dioses y diosas, la relación del hombre con la naturaleza, los animales y el particular rol que ocupa el bosque allí. Es un imaginario muy rico. Mi objetivo ha sido universalizar el mito para que se pueda comprender ese mundo. Porque el arte forma parte de lo cotidiano, no es nada diferente a nuestra vida.

- El rito es el mito en acción.
- Claro, para mí pintar es un ritual, que nace por temporada.  A veces lo hago 14 o 15 horas al día durante dos o tres meses, porque estoy convencido de que la pintura, como otras artes, es sanadora, cura. Para nosotros es común que así suceda, sobre todo con la pintura corporal, porque en el mundo amazónico el primer soporte es el cuerpo, la piel, donde dibujamos espirales, rombos y cuadrados; hay un lenguaje allí que se puede leer, pero siempre teniendo en cuenta que los diseños corporales no son decorativos sino curativos. Incluso pintamos con resina de ciertos árboles que tiene poderes.

- Para crear, ¿consumís algunas hierbas?

- En nuestra cultura no usamos la ayahuasca (que tendría efectos alucinógenos) pero sí el ampiri. El ampiri está hecho con sal de monte y tabaco, aunque no es alucinógeno. De cualquier manera entrás en un mundo de sueños. El mundo uitoto es un sueño. Pero nada de eso se utiliza en el momento de la creación. Fijate que en nuestro mundo, el creador primero soñaba y luego creaba.

- Dicen que no sos buen amigo de los antropólogos...
- Es que me niego a ser un objeto de estudio, si falta poco para que nos pongan dentro de una vitrina. Creo que mi arte ya pasó eso del arte indígena para universalizarse. Quiero quebrar esa mirada de que vean las pinturas como algo exótico.

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