Córdoba, pionera en la educación

Córdoba, pionera en la educación

Vasta tarea de los jesuitas.

LA UNIVERSIDAD DE CORDOBA. Imponente salón de grados del venerable centro de educación, fundado en el siglo XVII. LA UNIVERSIDAD DE CORDOBA. Imponente salón de grados del venerable centro de educación, fundado en el siglo XVII.
01 Abril 2010
El índice de analfabetismo era muy alto en los años finales del siglo XVIII. La instrucción primaria en el Virreinato estaba generalmente a cargo de las órdenes religiosas, en sus conventos. Había también escuelas que dependían de los cabildos, a las que había que agregar clases privadas de algún profesor. En cuanto a la enseñanza media, estaban las aulas de Gramática y de Latín, que funcionaban asimismo en los conventos.
Córdoba fue la ciudad pionera en materia de instrucción media y superior. Los jesuitas establecieron allí el Colegio Máximo, en 1610, y poco después el Convictorio de San Javier. En 1613 el obispo jesuita Hernando de Trejo y Sanabria donó sus bienes para reinstalar el Colegio Máximo, que había sido trasladado a Chile. Fue la base de la universidad cordobesa. Esta empezó en 1622 a funcionar formalmente, cuando el papa Gregorio XV autorizó a otorgar, en el colegio, los grados de licenciado, maestro y doctor. La casa seguiría funcionando a cargo de los franciscanos, después de la expulsión de la Compañía.
Entretanto, en Buenos Aires, debieron esperar dos siglos para que existiera una Universidad. La ciudad capital tuvo que conformarse con atender la enseñanza media: primero en el Colegio de San Ignacio, de los jesuitas, que se cerró tras la expulsión, y desde 1783 en el Colegio de San Carlos, fundado por el virrey Vértiz. Es decir que quien quisiera título de grado, debía buscarlo en Córdoba, o viajar hasta la Universidad de Chuquisaca, en el Alto Perú.
En 1799, por iniciativa del secretario del Consulado porteño, doctor Manuel Belgrano, se fundaron la Escuela de Náutica y la Escuela de Dibujo. Tuvieron breve vida: la primera cerró en 1807 y la segunda duró apenas un año.
Debe mencionarse asimismo, entre las manifestaciones de cultura, al Tribunal del Protomedicato, establecido en Buenos Aires en 1780. Este vigilaba el ejercicio de la medicina y daba títulos provisorios a "boticarios" y "sangradores". Además, en 1801 se abrió, bajo la supervisión del Protomedicato, una Escuela de Medicina: el titular del Tribunal, doctor Miguel O'Gorman, y sus colegas Agustín Fabre y Cosme Argerich enseñaban allí Química Farmacéutica y Anatomía.

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