Grieta que deja sin protección

Grieta que deja sin protección

Por Ester Kancyper - Psicoanalista.

12 Julio 2009
El miedo social es una constante en la vida actual; es la sensación colectiva de que algo imprevisible y terrible puede sucedernos a nosotros o a nuestros seres queridos. El ser humano lo que verdaderamente teme es a morir y ese temor es la base de todos los miedos. En la actualidad el miedo, sin que nos demos cuenta, condiciona nuestros pensamientos, decisiones y acciones y está relacionado con la inseguridad, es decir con el aumento de la violencia y sus consecuencias psicológicas, somáticas y sociales. Esta violencia y el miedo que engendra no es la causa sino la consecuencia del anhelo de tener por el medio que sea: trabajar, robar, estafar, secuestrar, matar, pero "tener"; imposición velada a la que estamos sometidos por la sociedad de consumo.
El estado de alarma permanente en el que se encuentran las personas, funciona como matriz del miedo social. La "sociedad miedosa" se caracteriza por la violencia reactiva, la desconfianza en el prójimo, las relaciones superficiales, la subversión de los valores, la ausencia de un enemigo declarado y una inseguridad cada vez menos localizable, que se difunde en todos los sitios. En la antigüedad se temía a los fenómenos naturales como sequías, terremotos, inundaciones; en los días que corren, en cambio, nos sentimos amenazados por peligros perturbadores, a veces concretos y objetivables y  en otros casos imprevisibles y ambiguos, que nos cargan de miedo sin que nos demos cuenta.
El miedo es un estado en el que el sujeto está inerme frente al peligro exterior e interior.  Pues no se trata solamente de ese universo inquietante y siniestro (el afuera) sino de los miedos interiores constituyentes del ser humano. Con esto quiero decir que no podemos reducir el miedo al peligro que surge de un exterior violento y conmocionado, sino que se trata de pensar lo que ese mundo exterior desata en el interior de cada uno; se produce internamente una grieta  que deja a la persona sin protección respecto de sus propias pulsaciones liberadas.
Algunas personas manifiestan un miedo desproporcionado a situaciones exteriores que consideran amenazantes; sin embargo, muchas veces ese miedo encubre una situación anterior en la que esa persona  se expuso, impulsivamente y sin recaudos, a una situación de riesgo; es el típico caso de "el peligro de creer que no hay peligro".
Temor de los padres
Este es frecuentemente el sentimiento de la mayoría de los jóvenes, quienes se exponen a situaciones de riesgo pensando que son inmunes a los peligros amenazantes, lo cual, desde siempre y especialmente hoy, acrecienta el temor de los padres. El mundo actual, por un lado, nos constriñe, infundiéndonos miedo, y por otro lado nos hace creer que no hay límites; lo cual conduce a muchas personas a probar de todo, llevándolos al abismo de lo ilimitado y convirtiéndolos en sujetos desbordados.
Como dice el psicoanalista francés Eric Laurent, "la paradoja del mundo ilimitado es que hay un empuje a no tener más frenos en un goce que nos invade y en que ahora nos hemos transformado -en este sentido por no tener estos frenos- en enemigos de nosotros mismos". El miedo a vivir en los tiempos actuales es una sensación que responde al sistema social que habitamos y que nos habita. La nueva sociedad no hace del miedo un dispositivo ajeno al sujeto, sino que ahora el miedo se desarrolla con el mismo sujeto, como sombra de su individualidad. El miedo es la especificidad de la sociedad posmoderna. Sobrevive latente, sin objeto y a la expectativa, dispuesto en todo momento a proyectarse, a fin de darle al conjunto social la solidez necesaria para su soporte.

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