Se teme al consumo de drogas en las disco y a ser asaltado

Se teme al consumo de drogas en las disco y a ser asaltado

En ambos lados se producen roces entre los jóvenes. Porros y alcohol en una plaza. "Un chico drogado me puso una pistola en la cabeza y me robó la cartera", dice una joven de 29 años .

BAILANDO. Suele haber a menudo fricciones entre los jóvenes en las inmediaciones de las discos. LA GACETA / ANTONIO FERRONI BAILANDO. Suele haber a menudo fricciones entre los jóvenes en las inmediaciones de las discos. LA GACETA / ANTONIO FERRONI
12 Julio 2009

En los boliches y en los "after" el consumo de drogas se hace casi en plena libertad, según comentan los jóvenes. Y eso, sumado al alcohol, genera situaciones de violencia entre ellos.
Juan tiene 23 años y es estudiante universitario. Dice que cuando sale los fines de semana trata siempre de andar en grupo. "Andar solo en un boliche es complicado. Por ejemplo, en uno de Tafí Viejo, hay roces entre los que vamos desde la capital y los chicos de allá. También hay que tener precaución cuando uno va a algún "after": vas a la casa de alguien y no sabés qué onda hay. Por ahí hay algo de miedo por lo que pueda pasar en esas fiestas", señala.
El joven dice que cuando van en auto, "el que maneja no toma alcohol y si llegó a tomar no lo dejamos manejar. Eso no es sólo por el control de alcoholemia sino por nuestra seguridad. Pero hay muchos chicos que no piensan en esto; hay que tomar conciencia". Juan no siente miedo en su casa porque para acceder hay que entrar por un pasillo con dos puertas muy seguras. "Pero cuando llego, miro bien a mis espaldas antes de poner la llave, porque sabemos que algunos ladrones están a la ’pesca’. Además no hay que andar caminando por cualquier lado", indica.
También dice que no tenía temor las enfermedades, pero eso cambió ahora porque tiene un primo que padece cáncer. "Es increíble; era un chico sano y sin vicios. Hoy pienso que me puede tocar a mí y me da miedo. Igual que los accidentes: hace poco un amigo chocó con el auto y quedó con secuelas". En cuanto a la droga -cocaína y marihuana-, dice que se consume en los "after", afuera de las disco y en las esquinas. "En la plaza (en un barrio al sur de la capital) hay chicos de la secundaria que fuman porros y otros que toman alcohol. Veo uno o dos policías que caminan por el lugar y no hacen nada", señala.
"Te miran raro"
Liliana (29), soltera, contadora, sufrió la inseguridad en carne propia. "Hace casi dos años, yendo a tomar el ómnibus para ir a mi trabajo, un chico drogado me puso una pistola en la cabeza y me quitó la cartera. Primero me resistí, pero al final dejé que la llevara. Mi vida era más importante. Quedé sin un celular de última generación, sin documentos, llaves, carnets y dinero", relató. Sobre la droga, dijo que teme por su hermana de 18 años, porque "la cocaína y la marihuana circulan sin problemas en las disco".
"Incluso también en las reuniones entre amigos: es natural hacerlo y hasta te miran raro si no consumís. En los boliches hay que tener cuidado -sobre todo las adolescentes- porque los chicos te invitan a bailar y si te negás te toman por los brazos y te dan un beso a la fuerza". Liliana se queja porque las calles de su barrio -el Piedrabuena- son inseguras. "Bajo del ómnibus y tengo que caminar tres cuadras hasta mi casa. En ese trayecto me asaltaron y también a varios de mis vecinos. Por eso, de noche, vuelvo en taxi. Además de robarte, corrés el peligro de que te golpeen y hasta de que te maten".
La joven toma precauciones: lleva el celular y poco dinero en los bolsillos, y sólo papeles en la cartera. Además nunca sale sola los fines de semana: la acompañan su novio o amigas.
Tiene 17 años y ya está en la Universidad. Milagros posee una buena custodia: sus cuatro hermanos mayores y su padre. Por eso se siente segura en su casa. "Como en la calle hay muchos peligros, vamos a bailar en grupos de cinco o más chicos. Mi papá me busca a las cuatro en la disco y si tengo que volver en taxi, nunca lo hago sola", cuenta. "Cuando iba al colegio quedaba a una cuadra de donde vivo. Y para mayor seguridad, mi papá o mis hermanos me acompañaban cuando entraba a la mañana", agrega. No entiende cómo algunas de sus compañeras "salen solas, no les dicen nada a los padres y vuelven a la hora que quieren". Muy madura, asevera: "la libertad tiene un límite y más siendo mujer".

 

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