Comen con 80 monedas de 25 centavos por día

Comen con 80 monedas de 25 centavos por día

La historia de Juan Navarro, un maletero de la Estación Central, patentiza la situación de las familias que viven de las changas.

PARA SOBREVIVIR. Navarro pasa el día ayudando a subir y a bajar de los taxis a los pasajeros en la terminal y espera unos centavos como propina.LA GACETA / JUAN PABLO SANCHEZ NOLI PARA SOBREVIVIR. Navarro pasa el día ayudando a subir y a bajar de los taxis a los pasajeros en la terminal y espera unos centavos como propina.LA GACETA / JUAN PABLO SANCHEZ NOLI
08 Abril 2008
La luz artificial -que le cuesta $ 55 cada dos meses- comienza a hacerse innecesaria dentro de la casa prefabricada donde desayuna Juan Gustavo Navarro. Pocos minutos después, llevará de la mano a Abigail, de 12 años, y comenzarán a esquivar los charcos y el barro como si fuera un juego; el juego largo de las 25 cuadras húmedas que separan la vivienda familiar, en el barrio San Alberto, Alderetes, de la escuela Divino Niño Jesús. Después vendrán los traqueteos persistentes de algún interno de la línea 122. Y luego, abrir y cerrar puertas; cargar valijas y cajas a cambio de monedas, piezas de metal que para algunos significan tan poco pero para otros, tanto.
Desde las 8, las fajas con cuadros negros y amarillos de los taxis que entran y salen de la Estación Central de ómnibus desfilan ante los ojos llenos de sueño de Navarro. La changa con la que mantiene a sus seis hijos y a su esposa, cuatro años mayor que él, también puede ser divertida. Basándose en las caras, en las expresiones, en los gestos y en las actitudes de los pasajeros juega a adivinar quién extenderá la mano y le soltará la moneda de $ 0,25, que es lo que normalmente le dan, los que le dan.
Es miércoles, un día que debería ser intenso, según le dijo a LA GACETA. Pero el ir y venir de viajeros apurados y la angustia que causan las despedidas y las llegadas, se esfumaron. Los cortes de ruta de los productores agropecuarios no sólo paralizaron el transporte de larga distancia sino también el bolsillo de Navarro. Habrá que hacer doble turno -piensa- para juntar los $ 20 que, en promedio, acumulan él y cada uno de sus compañeros diariamente. Sucede que, a diferencia de los mozos, que también cobran propinas, los maleteros no tienen un sueldo fijo; sólo viven de la buena voluntad circunstancial de los pasajeros.
Una mujer con la pollera desteñida, a la que él ayudó a bajar una caja del taxi, se toma su tiempo para buscar un billete de $ 2 en un monedero diminuto. Curioso. Unos minutos antes, dos jóvenes, quizás estudiantes universitarios, se apresuraron a abrir la puerta del vehículo antes de que él pudiera brindarles el servicio. "Los chicos siempre andan con lo justo", los justifica. Igual, no vale la pena hacerse mala sangre. Un sándwich de mortadela le sirve como excusa para apoyarse en un carrito maletero de un celeste triste y dejar de prestar atención a los que llegan y a los que se van. Pero el fiambre no es bueno: hace que su digestión se torne más perezosa que lo habitual cada vez que opta por consumirlo.
De los 30 años que lleva con los pies sobre este mundo, Navarro ocupó 10 en abrir puertas a cambio de monedas. A él le gustaría tener un trabajo un poco más pesado, como el de la construcción, un rubro en el que incursionó cuando era adolescente.
Poco antes de las 20 se despide de algunos compañeros y camina hacia Benjamín Aráoz al 200. Otra vez el traqueteo del 122 lo devuelve a la avenida Rivadavia, en Alderetes. Se acerca a su casa de a pie. Se apura. Es que en dos ocasiones intentaron asaltarlo. La primera vez le robaron todo lo que había ganado ese día; en la segunda, escapó corriendo.
Sabe que, como todas las noches, lo esperará Olga, su mujer, impaciente por poder hacer las compras antes de que cierre la despensa. Un pollo al horno le devolverá la vitalidad a su digestión. Después, Janet, de 16 años; Abigail; Rocío, de 10; Bernabé, de 9; Naum, de 6, e Isaac, de poco más de 12 meses, tendrán que ir a acostarse en la habitación que comparten. Pero antes, los chicos lo verán poner sobre la mesa varias monedas y algunos billetes. Contará $ 16. Insuficiente para él.

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