Hip hop: la ley de la plaza

Hip hop: la ley de la plaza

Las características del estilo son una percusión rítmica, generada con sintetizador, y las citas musicales obtenidas mediante la técnica de muestreo a partir de discos antiguos de soul, funk o rock.

29 Noviembre 2007
Desde los barrios y hasta de otras ciudades tucumanas, llegan a la plaza Urquiza, todas las tardes, decenas de chicos preparados para hacer acrobacias y pasos de baile al ritmo del hip hop que escupe un pequeño aparato a pilas. Allí se afincó hace más de siete años la que se convirtió en la crew más grande, que a su vez generó varios grupos más chicos. Todos, en algún momento, confluyen allí.
Pero los B-Boys no están ahí, sino en el gimnasio Iván Gym, donde practican para participar en una competencia que se realizará en dos semanas, en Salta.
“Sabemos que somos buenos y que si pudiéramos ir más a las competencias, nos iría mucho mejor”, dice Pablo. Si no pueden hacerlo  es porque les falta plata para los pasajes y la estadía.
La gran mayoría de los bailarines empezó por curiosidad, y ahora, que de alguna manera se puso de moda el estilo, aprovechan para ganar unos pesos en eventos y fiestas privadas, en las que los contratan (el grupo recibe entre 200 y 400 pesos) para saltar, quebrar las extremidades y girar sobre sus cabezas o brazos. “Cuando era chico, tenía parientes que bailaban breakdance, y después con mi hermano Ismael empezamos a bailar hip hop... pero no sé cómo llegamos a la plaza”, cuenta Vilma, que se llama Juan pero le quedó el mote de otros tiempos, cuando usaba el pelo largo e imitaba a Vilma Palma e Vampiros (¿¡!?). El es “el jefe”, y por su antigüedad y destreza para hacer pasos solo o para revolear por el aire a algún camarada, nadie discute ese rol.
Cuando se le pregunta por qué baila este estilo y no otro, responde que es algo natural, que fluye. “Qué se yo; algunos se emocionan con el tango o el folclore, y yo con el hip hop, no hay otra razón”, argumenta. Ellos formaron Nación Hip Hop, el grupo más fuerte de la provincia (el otro grande, del barrio Echeverría, rechazó la invitación para participar en la entrevista por motivos desconocidos), que por estos días anexó a parte de Style Fresh, de Banda del Río Salí, para participar juntos en la competencia de Salta. “Empecé a rapear de chico, escuchando Jazzy Mel y cosas así; me gustaba andar en skate, en bici, y usar la gorrita así”, explica Guaso, y se acomoda la visera para un costado.
Guaso, que llema Jesús y aclara que no es boca sucia, sino bocón, empezó en la plaza Urquiza y luego armó un grupo en la ciudad en la que vive. “También ensayamos en el gimnasio de Leal, un amigo que nos presta el espacio, y como ahí enseñan artes marciales y capoeira, mezclamos un poco de cada cosa”, cuenta. El tiene un brazo vendado porque, casualmente, se lastimó en una competencia de taekwon-do
Los tres, en este punto, responden que tienen un estilo propio, en el que la old school de los negros norteamericanos que crearon el hip hop se cruza con pasos y movimientos propios. “Lo que pasa es que uno se mueve solo, con la música; los movimientos fluyen naturalmente, y por eso no existe la copia”, explica Pablo, cuyo rol en las batallas es el de llevar adelante los pasos más elaborados.
Entre los roles del grupo, también está el de la mascota, que ocupa a regañadientes Sebastián, de 12 años. “Me gusta bailar, pero este año mucho no pude por la escuela”, dice mientras se prepara para hacer un clavado sobre el piso del gimnasio para girar a toda velocidad sobre la cabeza, apenas protegida por un pañuelo.
Casi todos los B-Boys son laburantes o estudiantes (Vilma es herrero y pintor, Guaso trabaja en un bar y Pablo en una cadetería), y tal como ocurre con su pares del Bronx neoyorquino, se sienten discriminados.
“Siempre pasa alguien que te grita cosas como ‘andá a laburar’, ‘dejá de revolcarte en el piso’, “no ensuciés la plaza’... Da bronca, porque nadie critica a los corren o hacen gimnasia...”, reflexiona Pablo.
Vilma aprieta el botón de play de la disquetera y en el gimnasio los beat sacuden el piso. Se forman en ronda y empiezan a arengar al que pasa al centro. No hace falta ninguna señal para empezar. Con la mirada del otro alcanza. Todos son parte.

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