Las dos batallas de la oposición

Las dos batallas de la oposición

Por Juan Manuel Asis - Redacción LA GACETA.

25 Abril 2007
La polarización electoral es el sueño que debe perseguir todo aquel que quiera disputar el poder con el oficialismo. Es única chance posible de victoria en los comicios.

En la elección provincial del 29 de junio de 2003 no hubo polarización: el oficialismo (Frente Fundacional) se impuso por más de 100.000 votos a la segunda fuerza (Frente Unión por Tucumán). Es decir, ninguna expresión opositora, según los números, pudo seducir al electorado lo suficiente como para disputar palmo a palmo esos comicios. Sin embargo, las cifras revelan un dato interesante: el oficialismo, con José Alperovich a la cabeza, (con 260.000 sufragios) sacó menos votos que los que consiguieron juntos Esteban Jerez (160.000), Ricardo Bussi (120.000) y Osvaldo Cirnigliaro (60.000). Es decir, hace cuatro años, el peronismo se impuso porque la oposición se presentó dividida. Esas tres alternativas electorales disputaron un mismo espacio (dispersando el voto opositor) y, sobre todo, ninguna atrajo lo suficiente como para polarizar la elección; para que la pelea se redujera a dos contendientes. Cuando eso ocurre, el partido opositor tiene más chances de imponerse, tal como sucedió en 1995 (Olijela Rivas-Antonio Bussi) y en 1999 (Ricardo Bussi-Julio Miranda). Con estos antecedentes, primero: ¿es posible pensar en que habrá polarización el 26 de agosto? Segundo, si eso es factible, ¿quién será ese opositor al que el electorado que reniega del oficialismo elegirá para que la pelea sea de a dos?
Faltan poco más de 120 días para los comicios provinciales y, a juzgar por los antecedentes electorales recientes y por los movimientos de los partidos de la oposición, no parece probable la polarización. Alperovich elevó en 120.000 votos aquel piso de 2003 en dos años (380.000 votos en la elección de diputados nacionales de 2005, obteniendo las cuatro bancas en juego), y luego aumentó ese número en unos cuantos miles en los comicios para convencionales constituyentes (casi 390.000) de febrero de 2006.
La oposición, en cambio, fue sufriendo una proyección inversamente proporcional, por lo que, de mantenerse ambas tendencias (matemáticamente hablando), no podría darse una disputa de dos contrincantes fuertes, es decir, que el electorado se polarice. Pero en política dos más dos a veces no es cuatro, los imponderables ocurren y suelen provocar resultados sorpresivos.

La dispersión es la vedette
Vale sopesar algunos hechos para imaginar un posible escenario para agosto. Alperovich tiene en sus manos una tremenda herramienta electoral: el Partido Justicialista, que hoy no es más que la expresión política en la que se asienta toda la estructura del Estado, con todos sus recursos. La reelección le facilitó las cosas al gobernador, que no tiene más que incorporar a su equipo a todos aquellos legisladores, intendentes y comisionados rurales que le fueron leales y que hicieron bien las cosas en materia de gestión administrativa. El acople hace el resto para seguir sumando votos.
Por el lado de la oposición la dispersión es la vedette. Muchos partidos hablan de hacer frentes electorales, lo que muestra el convencimiento de que solos no harán mucho; y son varios los frentes posibles. De manera que todos los opositores deberán disputar dos batallas proselitistas: la primera será entre ellos para presentarse ante la sociedad como el único opositor con chances de enfrentar al oficialismo, y la segunda será contra toda la estructura del Gobierno para soñar con desbancarlo.
Son varios los que quieren estar envueltos en esa pelea: Osvaldo Cirnigliaro, Ricardo Bussi, Mario Marigliano, Ernesto Padilla, Jerez, la dupla Alejandro Sangenis y Rodolfo Danesi y toda la izquierda. A esta grilla hay que sumar al vicegobernador Fernando Juri, que podría presentarse a pelear contra Alperovich desde la vereda opositora. Para él también vale lo de las dos batallas. Si hay polarización, entre estos nombres debería surgir el contrincante de fuste. Si no se da y la dispersión vuelve a ganar el terreno, como en 2003, la oposición le dará al gobernador las razones para que sonría antes de tiempo.