Los "Payamédicos" llevan humor a los hospitales y ayudan a curar

Los "Payamédicos" llevan humor a los hospitales y ayudan a curar

Con sus actividades lúdicas rompe el ambiente denso de las salas y revierte la actitud pasiva de los enfermos

31 Diciembre 2003
En el campo de la salud los Payamédicos ya son conocidos; incluso está todo listo para que comience a funcionar la cátedra de Arte y Salud en la Facultad de Medicina de la UBA, donde recibieron el apoyo de las autoridades. El riesgo de que los tomaran como algo "poco serio" puede darse por superado, aunque tengan poco que ver con la imagen más tradicional de la medicina hospitalaria.

Incide en la evolución del paciente
Como su nombre lo sugiere, Payamédicos es una agrupación de profesionales de la medicina que por momentos también hacen de payasos, y su razón de ser puede explicarse de varias formas. Una es la evidencia de que un trabajo estético y lúdico que lleve un poco de humor al ambiente habitualmente denso de los hospitales, haciendo participar a los pacientes para ayudarlos a revertir la actitud pasiva a la que casi invariablemente los conduce estar internados, puede llegar a ser decisivo en la evolución de sus tratamientos.
Otra de las razones es la vocación teatral del doctor José Pellucci, su creador, actual director y autor de los guiones, quien además de ser médico especialista en terapia intensiva, diagnóstico por imágenes y psiquiatra, ha sabido frecuentar desde adentro los escenarios del teatro de vanguardia.

El puntapié inicial
Un buen día se le había ocurrido al doctor Pellucci interpretar una obra en la sala de Terapia Intensiva del Hospital Udaondo de Buenos Aires, cuyo cuerpo médico integra desde hace años. Luego conformó el grupo "Los Rivas" con otros médicos y psicólogos del servicio de Psicopatología del Hospital Rivadavia, en el que interpretaban obras relacionadas con temas como prevención del sida, adicciones o vacunación.
Lo hacía, según explica ahora sin disfraz, "por una cuestión humanitaria"; pero todo cambió luego de saber de la labor del médico estadounidense Hunter "Patch" Adams, que hoy es uno de sus referentes y a quien en agosto pasado hicieron visitar la Argentina. Y lo conoció como mucha gente: a través de la película en la que lo caracterizó el actor Robin Williams.
Al ver "Patch Adams" el doctor Pellucci decidió profundizar el criterio terapéutico de su iniciativa. Hace poco más de un año se sumaron la doctora Cristina Jorrat y a la licenciada Andrea Romero -del servicio de Interconsulta de Psiquiatría Infanto-Juvenil del Hospital de Clínicas de la Capital Federal-, que venían trabajando en el mismo sentido a sabiendas de que las técnicas de "payasos terapéuticos" se usaban en forma experimental en otras partes del mundo (sin ir más lejos, la agrupación "Bola Roja" en Perú o "Doctores Alegría" en Brasil). Así
Los Payamédicos centran su actividad en el Hospital Udaondo, pero actúan a pedido en instituciones de la Capital Federal y del interior del país. Además, realizan cursos de capacitación de tres meses. Este año finaliza con unos 30 nuevos "payamédicos", muchos de los cuales se agregarán al actual grupo estable de 12 integrantes.

Química y acción social
Hay otras tendencias terapéuticas en las que se hace reír a los pacientes para que el acto mecánico de la risa, independientemente de su aspecto psicológico o social, haga que el cuerpo libere endorfinas. Pero la actividad de estos "médicos-payasos" apunta -según su óptica-, a una transformación de la práctica hospitalaria y a la "producción de subjetividad", mediante ciertas formas de humor. Esto no significa tomarse a risa la dura realidad de un lugar, donde las situaciones límite son comunes.
"El clown -el payaso- tiene una ética encarnada, que es la de no hacer nunca sentir mal al espectador", define el doctor Pellucci, de 40 años.
Sobre esa base desarrollaron intervenciones especiales que pueden ubicarse en un campo híbrido entre la medicina asistencial, la psicología y el arte: "Cuando estamos con las narices de payasos no somos exactamente un médico ni un psicólogo".
Pellucci se ocupa de dejar bien en claro que de ninguna manera proponen lo suyo como una "alternativa" a la Medicina: "No estamos en contra de la Medicina, la cual ejercemos, sino que somos un complemento de ella".
Pero dentro de esta modalidad de intervenciones también deben dar cuenta de la dificultad de ayudar al paciente a asumir lo irreversible y al médico a asumir que no todo en la medicina es curar: "A veces también tenemos que poner el hombro para que lloren", aclara.

Los límites
¿Hasta dónde puede haber lugar para el humor en una sala de terapia intensiva, donde los internados sufren maniobras invasivas a diario y hay quienes han perdido desde partes de su cuerpo hasta la propia esperanza de vida, por no hablar de quienes directamente están inconscientes? Encontrar ese espacio es una labor delicada y tiene sus riesgos. Hay palabras que están prohibidas para un payamédico, como "muerte" o "cáncer", aunque si el propio paciente las trae a colación los clowns deben tomarla y tratar de quitarle su carga dramática: Si una paciente dice, por ejemplo, "Me muero de risa", el clown podría responder "Yo me vivo de risa".

Experiencia
La conciencia sobre lo que puede hacerle bien o mal al paciente requiere experiencia. Los clowns menos versados deben ajustarse al guión: sólo improvisan los más capacitados. En una sala suelen trabajar de a dos. La dupla médicos-payasos se acerca a la cama del paciente y comienza su "número especial", siempre adecuado al estado particular de la persona y hasta el mal que padece. En salas con muchas camas entra en acción un grupo , ya que dos personas no pueden absorber la energía sufriente de tantos pacientes. Al comienzo los pacientes son reticentes ,después nos llaman, empiezan a reír, luego piden ser ellos los protagonistas", asegura José Pellucci.