Pasamos de "ver para creer" a "no poder creer lo que vemos"

Fuente: Recreación con New Nano-banana Pro de Google DeepMind. Fuente: Recreación con New Nano-banana Pro de Google DeepMind.

“¿Qué es la verdad?“- preguntó Poncio Pilatos antes de decidir la sentencia de muerte de Jesús. Es la misma pregunta que todos los días me resuena con fuerza.

Federico Lix Klett
Por Federico Lix Klett Hace 10 Hs

Fundador de FALK AI, FALK Impellers y FALK Advertising Matters. Es pensador, hacedor, comunicador, formador e impulsor de innovación y transformación en las organizaciones.

"¡Idiotas! El cuadro de Göring no es un Vermeer. Yo mismo lo pinté".

Con esa confesión de una verdad que fue una mentira, Han van Meegeren quebró el silencio de su interrogatorio en 1945. El cargo era altísima traición a la patria por vender patrimonio nacional a los nazis, un delito que en la Holanda de posguerra se pagaba con el pelotón de fusilamiento. Los fiscales tenían el recibo, la foto y la obra recuperada de la colección personal del jerarca nazi Hermann Göring; la evidencia física era irrebatible. O eso creían.

Para salvar su pellejo, Van Meegeren tuvo que hacer lo imposible: demostrar una verdad que nadie quería oír. Bajo vigilancia policial, pidió lienzo y óleos, y pintó su última obra, replicando el proceso técnico que había engañado a los mayores expertos del mundo. Pincelada a pincelada, demostró que su "Vermeer" era solo una mezcla de resinas modernas y astucia. Se salvó de la muerte probando que la percepción humana es un sistema hackeable.

Podríamos decir que Van Meegeren fue el primer falsificador "Deepfaker" analógico de la historia. Y nos dejó una advertencia que hoy es nuestra nueva condena: hemos pasado del viejo refrán "ver para creer" a la terrorífica realidad de "no poder creer en lo que vemos".

La Verdad vs. La Probabilidad

Hoy, los Van Meegeren no usan pinceles. Usan herramientas específicas de diseño y video con Inteligencia Artificial.

Los Deepfakes (videos, audios o imágenes generados por IA que imitan la realidad a la perfección) son la evolución industrial de esa falsificación. Pero hay una diferencia clave: la IA no miente con "intención" de engañar como el holandés. El que miente es el “artista digital” que crea el contenido suplantador.

Como ya hemos charlado, los modelos de Inteligencia Artificial (como Gemini o ChatGPT) no operan con veracidad, operan con probabilidad. Para un algoritmo, la "verdad" es simplemente el patrón estadístico más probable para completar una secuencia de píxeles o palabras. Si le pedís una foto del Papa con campera inflable, no se pregunta si es real; se pregunta si es verosímil. Y el resultado es tan perfecto que nuestro cerebro, cableado para confiar en sus ojos, se lo traga entero.

Pasamos de ver para creer a no poder creer lo que vemos

El Combustible: Amor y Odio

Pero la tecnología es solo la mitad del problema. La otra mitad somos nosotros.

Esta fragilidad de nuestra percepción es el combustible de la Post-verdad. No se trata simplemente de mentiras; habitamos un ecosistema donde los hechos objetivos importan menos que las emociones.

Acá entra en juego el sesgo de confirmación: nuestro cerebro está desesperado por aceptar como "verdad" cualquier cosa que refuerce lo que ya pensamos. Y los algoritmos de las redes sociales lo saben. Funcionan con dos mecanismos muy humanos: retención por amor (darte lo que te gusta) y, mucho más potente, retención por odio (mostrarte lo que te indigna).

Si un video falso muestra al político que odiás (Javier Milei o Cristina Fernández) haciendo algo terrible, no vas a chequear la fuente. Lo vas a compartir. Porque "te cierra". El Deepfake no necesita ser perfecto; solo necesita ser coherente con tus prejuicios.

Pasamos de ver para creer a no poder creer lo que vemos

La Trinchera del Juicio Crítico

Entonces, ¿estamos condenados a vivir en la mentira? No. Pero la defensa requiere esfuerzo.

En esta Era de la Humanidad Aumentada, la Verdad deja de ser algo que "encontramos" afuera (una foto, un video) y pasa a ser algo que tenemos que construir adentro.

Nuestra única arma es el Juicio Crítico (Pensamiento Crítico), uno de los pilares de la resistencia humana. Es la capacidad de frenar el dedo antes de compartir. Es la disciplina de dudar, especialmente de aquello que nos da la razón demasiado rápido. Es volver a confiar en la reputación y en la historia de las fuentes, más que en la evidencia visual del momento.

En un mundo donde cualquiera puede fabricar una "prueba", la confianza entre personas se convierte en la única moneda que no se puede falsificar. Van Meegeren engañó a los nazis porque ellos querían creer que tenían un tesoro. No seamos nosotros los que compramos el cuadro falso solo porque nos gusta cómo queda en la pared de nuestro ego.

Feliz domingo y… ¿Qué es la verdad? Leo la tuya en los comentarios.

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