Recuerdos fotográficos: 1978. El encuentro personal de fans tucumanos con Borges
En este espacio de “Recuerdos” LA GACETA busca revivir el pasado a través de imágenes que se encuentran guardadas en ese tesoro que es el Archivo de LA GACETA. Esperamos que a ustedes, lectores, los haga reencontrarse con el pasado y que puedan retroalimentar con sus propios recuerdos esta nueva sección.
¿De qué habrán hablado ese lunes 8 de mayo de 1978 con Jorge Luis Borges los lectores que se acercaron al escritor en una librería céntrica tucumana? La imagen, que muestra al autor de Ficciones y El Aleph y a la profesora Lelia Marañón rodeados en entusiasta charla, muestra la cercanía que hubo, diferente de las firmas de libros habituales, que se hacen con un escritorio de por medio y los lectores en fila, esperando recibir el autógrafo.
La nota de LA GACETA da cuenta de que durante esa hora y media “dialogó con algunos grupos de jóvenes lectores y admiradores y se informó sobre la producción de escritores de nuestro medio” y que al atardecer, luego de descansar “volvió a pasear por la zona céntrica conversando con profesores y alumnos de Letras. De tanto en tanto el escritor era saludado por transeúntes que se acercaban al reconocerlo”.
¿De qué hablaban? En la entrevista en LA GACETA, él arrancó con una ironía: “Ustedes háganme decir lo que quieran. Puedo decir hasta que me gusta el fútbol, si quieren”. Y luego discurrió por temas tan disímiles como la violencia, la situación económica, su obra literaria, Groussac, el tiempo, el inminente campeonato mundial de fútbol, y hasta de las pesadillas que años antes le había causado el cartel de un gallo de una relojería de Maipú al 400 que había visto en una visita anterior a Tucumán con su madre. Por cierto, en la entrevista dijo que una vez había visto medio partido de fútbol, que “me aburrió tanto” y que en cambio eran más atractivas las riñas de gallos, “ideales para un miope”.
Para él la visita de cuatro días a Tucumán parece haber sido intensa y definitoria y así concluyó su entrevista. “Quizá todo tenga el sabor de una despedida, porque ¿quién podría asegurar que volveré?”







