La escena fue breve, pero suficiente para emocionar a la comunidad científica y a miles de personas conectadas en simultáneo al streaming. Un ejemplar del esquivo pez trípode (género Bathypterois, familia Ipnopidae) apareció frente a las cámaras del vehículo submarino que transmite en directo desde el fondo del cañón submarino de Mar del Plata.
“Lo estábamos esperando, no lo habíamos visto hasta ahora”, dijo con entusiasmo el científico a cargo de la transmisión, apenas el animal se hizo visible en la pantalla. La aparición ocurrió durante la histórica expedición organizada por el Conicet en conjunto con el Schmidt Ocean Institute, que batió récords de audiencia para una transmisión científica en Argentina y sigue generando repercusión por la calidad de las imágenes captadas a más de 3.700 metros de profundidad.
El pez trípode se ganó rápidamente la atención del público por su aspecto inusual: posee tres aletas alargadas -dos pélvicas y una caudal- que utiliza para sostenerse inmóvil sobre el lecho marino. Esta postura, que recuerda a un trípode fotográfico, es parte de su estrategia de caza: permanece estático durante largos períodos, esperando pacientemente que las corrientes marinas arrastren a sus presas hacia su posición.
A diferencia de otros depredadores, el Bathypterois no persigue activamente a sus víctimas. Su alimentación se basa en pequeños crustáceos, invertebrados e incluso restos orgánicos que flotan en la oscuridad abisal. Este comportamiento, sumado a su cuerpo gelatinoso adaptado a la alta presión y a sus ojos sensibles a la ausencia total de luz, lo convierte en un símbolo de la vida extrema que habita las profundidades oceánicas.
De tamaño modesto -entre 30 y 40 centímetros de largo- pero de gran rareza, su imagen no tardó en viralizarse. En pocas horas, el pez trípode fue tema de conversación en redes sociales y motivo de celebración en la comunidad científica.
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