Hay variables que inciden en las decisiones de un jefe político. El clima y la necesidad, dos de ellas, se entrelazan y marcan el panorama. Se conjugan para que hoy el principal plan electoral del oficialismo provincial para octubre sea la candidatura de Osvaldo Jaldo a diputado nacional.
A 21 días del cierre del plazo que tienen los frentes y los partidos para registrar a los postulantes, en el corazón del jaldismo consideran que la mesa está servida para que el gobernador se siente en la cabecera y lidere la propuesta del justicialismo para competir contra La Libertad Avanza (LLA). Sostienen que el enfrentamiento será Jaldo-Javier Milei y que por ello tienen que optar por su principal exponente.
El proyecto se da en un contexto de definiciones en el Frente Primero Tucumán. En el armado tienen dos asuntos medulares abiertos, relacionados entre sí, que deben resolver durante estas dos semanas: los candidatos y la unidad con el peronismo antimileísta.
La lista
El principal problema del justicialismo oficialista es la indefinición de candidatos con la mirada puesta en octubre. Las bancas que pone en juego son dos de las cuatro del distrito en la Cámara Baja: las de Agustín Fernández y Elia Fernández, ambos del bloque Independencia, que responde directamente al gobernador.
El único nombre que está inamovible en un puesto “salible” es el de la diputada Gladys Medina. Se trata de una figura que representa al interior, porque integra la línea de los Monteros, que lidera su esposo, el ministro Darío Monteros.
La presencia garantizaría el trabajo proselitista de la dirigencia institucional de los municipios y las comunas. A la bandeña le quedan dos años aún de gestión y, si es electa para este nuevo período, la que completaría su actual mandato sería Elia Fernández.
También se midió a ministros y otros referentes en encuestas y sondeos. Pero los números no perfilaron opciones nuevas lo suficientemente viables.
1-La necesidad: la idea de la candidatura de Jaldo no es nueva. Está en el radar de su entorno más íntimo desde finales del año pasado y se mantiene latente, como se expresó en este espacio.
La instalación de una figura del peronismo que pueda competir contra un Presidente, un sello y un color y una gestión disruptiva y antiperonista no es tarea sencilla. Tampoco hay tiempo.
En algún momento se analizaron otras posibilidades, como la del ministro del Interior, Darío Monteros, la intendenta Rossana Chahla o el vicegobernador Miguel Acevedo. Son las figuras que más miden, pero siempre por debajo de Jaldo. Por distintos motivos, ninguno llegó a cuajar.
Jaldo sigue siendo el mejor dirigente de la gestión de Jaldo. Las planillas que tienen en la Casa de Gobierno dicen que su gestión tiene el 70% de aprobación y por ello es el centro de la campaña.
El mandatario repite en los despachos del poder que ganar es una necesidad y que hará lo que sea para que ello suceda. La gobernabilidad y la proyección son los objetivos a conquistar en la contienda. Porque precisa ser un gobernador ganador para los dos años que siguen con los libertarios en la Rosada y porque es fundamental para los cimientos políticos hacia 2027 y una posible intención reeleccionista.
Si algo quedó claro en estos años de mayor protagonismo del tranqueño es que juega a fondo, pese a las consecuencias. No tolera la tibieza ni le gusta improvisar.
Además, el terreno testimonial no es extraño para él. Fue candidato o precandidato a diputado en las últimas cuatro contiendas de mitad de término, similares a las que vienen (2009, 2013, 2017 y 2021).
Por pedido de los gobernadores de turno para “traccionar” o por decisión propia, para dirimir la interna contra el manzurismo, estuvo en las listas y encabezó campañas.
En distintos escenarios, su figura sumó votos peronistas, arrastró nóminas conformadas por dirigentes ignotos y garantizó que los militantes de todo el territorio se involucraran (cuando encabezaba el ministerio del Interior).
2-El clima: en este año multi electoral, la dirigencia estuvo pendiente de cada contienda provincial. El comportamiento del electorado sigue siendo una gran incógnita y, a la vez, los movimientos de las distintas fuerzas, en cuanto a alianzas y performances, marcan el camino sobre las estrategias de unos y otros.
Las elecciones en la provincia de Buenos Aires, el primer domingo de septiembre, serán la vedette del cronograma previo a las nacionales. El distrito representa casi el 40% del padrón total del país. Si bien se renovarán cargos legislativos (senadores y diputados provinciales y concejales), los partidos pondrán todo en la competencia.
Así es como el fenómeno de las testimoniales resurgió. En las listas hay numerosos intendentes y funcionarios provinciales y nacionales, tanto en el oficialismo de esa provincia como en la oposición, incluida LLA.
Muchos de ellos afirmaron que asumirán sus cargos si es que son elegidos. Otro número importante no precisó qué hará.
No es extraño que eso se replique, por el clima político, en Tucumán y que genere mayor tolerancia a la práctica. Aunque no está prohibida, suele ser polémica y cuestionada.
De acuerdo con los estudios de opinión y sondeos con los que cuenta la Casa de Gobierno, en la provincia es una práctica más reprochada por la dirigencia opositora que por los votantes. De hecho, en el oficialismo creen que el líder de LLA en Tucumán y vicejefe de Gabinete de la Nación, Lisandro Catalán, podría ser testimonial. Consideran que, de candidatearse, no dejaría el manejo del área de Interior por una banca entre 257.
El partido libertario, sin embargo, viene manifestando de manera firme tanto en Buenos Aires como en las provincias que no usará esa estrategia. La postulación de Catalán, aseguran en las filas afines, tampoco está confirmada.
La ruta de la unidad
Las conversaciones entre el oficialismo justicialista y el peronismo antimileísta de Fuerza Patria continúan. Jaldo pretende cerrar filas internas, para que los disidentes no resten votos al peronismo. Cada sufragio cuenta.
Sucede que las encuestas y analistas de todas las fuerzas dibujan un escenario en el que es factible que el PJ y LLA protagonicen una puja pareja.
Las reuniones entre Jaldo y Juan Manzur, el dirigente emblema de la otra línea, se multiplican. También las conversaciones entre sus ministros y algunos de los referentes del espacio kirchnerista.
En los alrededores de Jaldo confían en que podrán llegar a la unidad. Siempre y cuando, advierten, los pedidos que se pongan sobre la mesa de negociación sean razonables. Está descartado, por ejemplo, que el jaldismo ceda el primer lugar de la nómina y que las candidaturas se repartan en partes iguales. Además, se pidió que se baje el tono a las declaraciones, para que estén menos identificadas con el kirchnerismo.
En la Casa de Gobierno saben que hay diferencias entre Manzur y algunas figuras de su línea, que tienen posturas más firmes en relación a la Nación y que consideran que hay numerosos puntos que deben tratarse previamente a cualquier acuerdo. La situación de Tafí Viejo, el trato y los espacios para los ex manzuristas o la pertenencia de los diputados que sean electos al bloque de Unión por la Patria son algunas de las pautas que creen necesarias abordar en conjunto. Si bien Jaldo y Javier Noguera están en tratativas por el futuro del Municipio, tampoco hubo definiciones.
Ayer, por ejemplo, referentes como Pablo y Gabriel Yedlin, Noguera, Cristian Rodriguez y José Vitar, entre otros, encabezaron un acto en conmemoración de la muerte de Evita. La consigna fue “Evita vive. Cristina libre”. Manzur, que está en Tucumán, habría sido invitado pero decidió no concurrir. Tampoco había estado en un evento anterior y les había pedido que suspendieran el lanzamiento de la campaña como gesto para propiciar el diálogo con el PJ de Jaldo.
Los que han quedado, en cambio, más cerca de Manzur en cuanto al criterio son Sandra Mendoza, José Orellana y Luis Romano. En ese ambiente más íntimo aseguran que Manzur está molesto. También lo están quienes se encolumnaron tras él en su momento. Esta semana será clave para algunas definiciones al respecto.
Hay variables que inciden en las decisiones de un jefe político, tanto para una postulación como para la unidad.









