“Micro-romanticismo”, “micro-romance”, “micromance”: términos nuevos para expresar tendencias también nuevas en el mundo de las citas y del amor. Y que atraen tanto a parejas ya consolidadas como a personas solteras que están en la búsqueda.

¿De qué se trata? Por un lado, en las últimas décadas surgió una corriente detractora del romanticismo típico de las antiguas películas de Disney con las que crecimos o de las comedias románticas hollywoodenses. Es decir: príncipes azules que rescataban a mujeres indefensas y las salvaban de todo; o pretendientes que llegaban a último minuto al aeropuerto para hacer una declaración de amor llena de lugares comunes. Es innegable, muchas (y muchos) ya no compramos esas fórmulas edulcoradas, empalagosas, asfixiantes y sobre todo… ¡poco realistas!

Pero siendo honestos, ¿en verdad queremos renunciar al romance? La gran mayoría, ¡no! Tenemos un costado romántico, aunque nos cueste reconocerlo. Pero, lógico, también esperamos que este tema se modernice y evolucione para responder a las necesidades afectivas actuales. Y aquí es donde el romance, lejos de estar muerto, se ha reinventado a través de maneras más sobrias y sencillas, pero, quizás por lo mismo, más verdaderas. Una vuelta a “aquellas pequeñas cosas”, como diría Joan Manuel Serrat. Gestos simples, capaces de llegarnos mucho más que los despliegues espectaculares (que a varios les generan sólo presión y ganas de huir).

Estar cerca

En sintonía con la era digital, donde todo transcurre mucho más rápido y hasta de modo instantáneo, el micro-romance promueve alimentar los vínculos mediante pequeños gestos cotidianos, orientados a reforzar la cercanía y la intimidad.

Conductas y actitudes que evidencien que tenemos presente al otro, que queremos hacerlo reír, alegrarle el día: un mensajito para ver cómo está, regalarle el alfajor que sabemos que le gusta, mandarle algo divertido -un meme, un chiste- o compartirle una canción.

Se trata de escucharlo, conocerlo y demostrarle nuestros sentimientos de modo sincero, sin complicaciones ni extravagancias (y que sea recíproco, desde luego). Y es que… ¿quién no se conmueve al recibir estas micro-dosis de cuidado y amor?

Las nuevas generaciones -o las viejas que rechazan los antiguos modos- ven esta propuesta como una forma real y posible de construir relaciones sólidas y auténticas, donde haya conexión y profundidad.

La frase “El camino más rápido a mi corazón es…” -autorrevelación muy popular en Bumble y otras aplicaciones de citas-, pretende comunicar qué tipo de acciones o cualidades le resultan especialmente atractivas a una persona. Algo muy subjetivo, obviamente. Y las respuestas por lo general muestran una clara preferencia por el micro-romance: “que me hagan reír”, “una buena conversación”, “compartir intereses”, “chocolates viendo una serie”. No es poco.

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