Un zoológico de Reino Unido se convirtió en escenario de uno de los episodios más irrisorios. Un grupo de divertidos loros debió ser separado y redistribuido por un llamativo comportamiento: cada vez que ingresaba un visitante a verlos en su jaula, se deshacían en insultos e improperios. Los coordinadores de la reserva decidieron intervenir y llevarlos a diferentes sitios.
El santuario Parque de la Vida Silvestre de Lincolnshire, Inglaterra, cuenta con más de ocho hectáreas de jardines cuidados. El espacio verde funciona como organización benéfica que guarda una enorme variedad de loros de todo el mundo y grandes felinos y al que los amantes de los animales pueden ingresar para pasear.
Los loros que insultan a sus visitantes en Lincolnshire
Los loros llegaron con su propio lenguaje al santuario cuando fueron rescatados. Aunque se esperaba que su comportamiento se disuadiera, el objetivo no llegó a cumplirse. Por el contrario, los loros empezar a difundir su lenguaje y enseñarlo al resto de las aves, que empezaron a replicar los insultos.
La banda estuvo integrada por Billy, Elsie, Eric, Jade y Tyson que de un momento a otro se convirtieron en el centro de atracción del parque. Decenas de paseantes llegaban a la reserva simplemente para verlos o, mejor dicho, escucharlos. Incluso cuando se advirtió con carteles sobre lo inapropiado de sus sonidos, la gente se paraba frente a ellos insultando para que replicaran el comportamiento.
En el Reino Unido, la tolerancia a las llamadas malas palabras es bastante menor que en países de Latinoamérica, por ejemplo. En algunas regiones incluso se pueden aplicar multas al usarlas públicamente. Pero este grupo de loritos solo recibió el aislamiento de los demás del grupo para evitar que se proliferara el comportamiento.
Se cree que el loro gris africano tiene la capacidad de memorizar más de 1.000 palabras y que es más inteligente que un niño de cinco años. Su talento, aunque lo hizo destacar y popularizarse, le costó algunas vistas de reprobación Se estima que tienen una esperanza de vida de 23 años en estado salvaje pero aproximadamente 50 en estado de cautiverio.
Billy, Elsie, Eric, Jade y Tyson pasaron la etapa adaptación juntos en pandemia. Fueron donados durante los años de mayor auge del Coronavirus, por lo que en sus primeros tiempos en el santuario no tuvieron mucha relación con el mundo exterior. Hoy todo esfuerzo apunta a evitar que las malas palabras influyan en otros animales que repiten palabras y, sobre todo, en jóvenes y niños pequeños.








