¿La hora de la conciliación o la conciencia de la derrota?

¿La hora de la conciliación o la conciencia de la derrota?

¿La hora de la conciliación o la conciencia de la derrota?

El 25 de Mayo de 1810 fue una hora eminentemente política. Los hombres que impulsan la revuelta querían terminar con las cadenas que los ataban con España. Pero, enfrente, muchos vecinos de Buenos Aires, y muchos más en el Virreinato, querían seguir siendo súbditos de la Corona. De modo que se apelará a lo que historia conoce como “la máscara de Fernando VII”. Fernando VII y su padre, Carlos IV, habían sido obligados a abdicar sus derechos al trono en favor de Napoleón Bonaparte, quien los cedió a su hermano, José Bonaparte. Así que la Primera Junta, el primer gobierno criollo, asumió “a nombre” del depuesto monarca y “para guarda de sus augustos derechos”.

Aun así, la vocación emancipatoria era bien conocida y no bien recibida en todo el territorio de las Provincias Unidas. El Cabildo de Tucumán, por ejemplo, fue el primero en reconocer la legitimidad de lo resuelto por los patriotas. El Cabildo de Córdoba, en cambio, desconoció el naciente gobierno.

Precisamente, el hecho contradictorio de que el Poder Ejecutivo Nacional eligiese para celebrar el 25 de Mayo en una provincia que se opuso al 25 de Mayo es la puerta de entrada a una disyuntiva actual. ¿El Gobierno nacional ha comprendido que ha llegado la hora de la política, o no?

El principal anuncio del presidente Javier Milei en Córdoba, primar facie, anima a dar una respuesta por la afirmativa. El jefe de Estado se vistió de un discurso moderado, en el que ya no hubo alusiones contra la “maldita casta”, ni listas de parlamentarios escrachados, ni gobernadores demonizados. Por el contrario, el mandatario anunció la creación de un consejo integrado por funcionarios, parlamentarios, empresarios y sindicalistas. Su tarea será “materializar” en proyectos de ley los “principios” que había anunciado cuando convocó al “Pacto de Mayo”.

El del fin de semana, entonces, fue un discurso que busca consensos. Léase, un discurso netamente político. La hora en que ese mensaje llega, sin embargo, abre la duda respecto de si el Gobierno ha asumido que la política es el camino para gobernar en democracia. Porque no es lo mismo ser conciliador que acusar recibo de las derrotas del Gobierno en apenas medio año de gestión.

La antipolítica pregonada y ejercida por el Presidente lo trajo hasta el 25 de Mayo sin el mentado “Pacto de Mayo”. Es decir, sin el apoyo de buena parte de los gobernadores. Eso se traduce en que el Gobierno ha cumplido seis meses de gestión sin consagrar en el Congreso de la Nación ni una sola de las leyes de fondo vitales para la transformación del Estado que vertebran su plan.

Por el contrario, el decreto de necesidad y urgencia 70/2023, de 366 artículos, agoniza. Sólo sobrevive porque el kirchnerismo se encargó de que la ley reglamentaria de los DNU determine que sólo caducan si son rechazadas por las dos Cámaras del Congreso. El Senado ya votó contra el DNU.

La segunda -y jibarizada- versión del proyecto de “Ley Ómnibus”, ampulosamente llamado “Ley de Bases y Punto de Partida para la Libertad de los Argentinos”, se encuentra empantanada en el Senado, que ni siquiera le ha dado dictamen. Los miembros de la Cámara Alta plantean una cirugía mayor. Va desde revisar la reimposición del Impuesto a las Ganancias hasta restituir Fondo de Incentivo Docente. En la oposición libertaria, además, reclaman garantías de que esos cambios no serán rechazados cuando el proyecto vuelva a la Cámara Baja. Por eso el tratamiento se demora. A la vez, Milei amenazó con oponer un veto parcial si lo sancionado atenta contra el equilibrio fiscal.

En el orden internacional, la política exterior berreta ha lesionado las relaciones con España. El país de donde provienen las mayores inversiones europeas para la Argentina ha retirado a su representante diplomático de nuestro país. Y por las dudas algún desprevenido pretenda que se trata sólo de un problema personal entre Milei y su par ibérico, Pedro Sánchez, han sido los propios empresarios españoles quienes reprobaron públicamente los excesos del mandatario austral. Lo cual es una señal de alarma para los intereses prioritarios de la Presidencia del economista. Y también desnuda lo desastrada de la participación del líder argentino en la cumbre de la derecha del Viejo Continente. Haber culpado al kirchnerismo por el airado reproche del empresariado español fue, casi, el equivalente a un certificado de pobreza política del oficialismo nacional.

¿Serán culpa del kirchnerismo, también, los críticos mensajes de la Iglesia católica argentina? Durante el tedeum del sábado, el arzobispo de Buenos Aires, Jorge García Cuerva, no habló de variables macroeconómicas, sino del agobiante día a día de millones de argentinos. Como los niños malnutridos, las familias de trabajadores que no llegan a fin de mes y los jubilados que, tras una vida de esfuerzo, no pueden vivir dignamente su retiro. “Nuestra gente está haciendo un esfuerzo muy grande. Nosotros no podemos hacernos los tontos. Hay que responder con hechos”, reclamó el prelado. Y agregó: “Hay parálisis que no se pueden procrastinar. Su postergación en nombre de un futuro prometedor generarían consecuencias nefastas por irreversibles en la vida de las personas y, por tanto, de toda la sociedad. Un precio muy alto a pagar que no nos podemos permitir”.

Ayer fue el turno de los obispos. Oscar Ojea, titular del Consejo Episcopal Argentino, le exigió al Gobierno que entregue cuanto antes los 5 millones de kilos de alimentos comprados durante la gestión anterior, que permanecen almacenados en depósitos oficiales. “No entro en las razones por las que están guardados, pero pienso que en un tiempo de emergencia alimentaria esto debe llamarnos a la reflexión”, puntualizó el purpurado.

Los exabruptos y las exageraciones libertarias terminaron siempre a los barquinazos. Desde la Iglesia católica conducida por quien fuera descalificado como “el representante del maligno en la tierra” llegan dos demandas de profundo humanismo: la conciencia social frente a los que pagan el ajuste, sin ser “la casta”, y la acción urgente frente a la emergencia alimentaria. ¿Serán todas estas invocaciones planteos de comunistas asesinos defendidos por el Papa Francisco”.

Milei pretendió que viajar en vuelos de línea, en lugar de usar la flota de aviones presidenciales, debía ser considerado por poco y una política de Estado. Ni medio año duró la puesta en escena. Y el abandono de esa impostura terminó siendo peor que la caricatura: de viajar a misiones oficiales en aerolíneas comerciales, se pasó a usar el Tango 01 para cruzar el Atlántico cuando el jefe de Estado no tenía, en Europa, ninguna agenda de Estado.

El Presidente que eligió dar su discurso de inicio de mandato de espaldas al Congreso de la Nación ahora tiene al Congreso dándole la espalda a los proyectos que presenta y a los decretos que dicta.

La hora de la política es la hora de la democracia. Para que haya democracia, debe haber políticos. La hora de la democracia es la hora de los consensos, que sólo se consiguen con mesura. La hora de la mesura es el tiempo de la madurez institucional.

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