Una solución patrimonial para tres cementerios colapsados

Una solución patrimonial para tres cementerios colapsados

La situación es seria por la falta de espacio en el del Oeste, el del Norte y el Municipal de Yerba Buena. Por eso se puso en marcha un plan coordinado con la Dirección de Patrimonio, ya que las necrópolis están protegidas por ley.

CEMENTERIO DEL OESTE. El él descansan figuras vinculadas a la sociedad tradicional tucumana. la gaceta / Foto de José Nuno CEMENTERIO DEL OESTE. El él descansan figuras vinculadas a la sociedad tradicional tucumana. la gaceta / Foto de José Nuno

La muerte pierde su condición de tabú cuando hablan quienes conviven a diario con ella. No quiere decir que los empleados de los cementerios estén inmunizados ante el dolor ajeno; sencillamente miran las cosas desde otro lugar. Deben lidiar con un universo de problemas que al resto de la sociedad le suenan lejanos e insólitos, hasta incomprensibles. Por ejemplo, resolver qué se hace con los muertos cuando ya no hay lugar para alojarlos, mientras los familiares se desentienden, dejan de pagar las tasas municipales y abandonan el cuidado de nichos y monumentos.

Pero hay otra pata en esta historia, también desconocida para el público: los cementerios municipales forman parte del patrimonio tucumano; están protegidos y no se puede intervenir libremente en ellos. Por eso se puso en marcha un plan coordinado por el Ente Cultural y funcionarios de la capital y de Yerba Buena, con la colaboración de dos Facultades de la UNT. La misión es relevar a fondo el Cementerio del Oeste, el del Norte y el Municipal yerbabuenense. Una vez completada esa complejísima labor se podrán realizar obras que no afecten el patrimonio y, a la vez, permitan realizar los movimientos internos que hagan falta en las necrópolis. Porque eso son los cementerios: ciudades dentro de otra ciudad.

En ese sentido, hay un patrimonio inmaterial no menos valioso y contemplado en el plan. “Este trabajo también aborda una jerarquización cultural de los cementerios, que son verdaderos museos a cielo abierto, y con recuperar la memoria colectiva, esos rituales creados en torno a la muerte. Estamos hablando de momentos históricos que tienen que ver con la identidad tucumana”, comenta Eugenia Rodríguez Pontet, quien integra el equipo de la Dirección de Patrimonio.

Protagonistas

Osvaldo Díaz, director de Patrimonio del Ente Cultural, ofició de anfitrión en el encuentro, que convocó además a Patricio Carrasco (director de Cultura de Yerba Buena), Silvia Llave (a cargo de la dirección de Cementerios de la Capital), Julio Magli (quien se ocupa de las cuestiones patrimoniales en los cementerios del Oeste y del Norte) y Franco Culeddu (subdirector del cementerio municipal yerbabuenense). El intercambio tuvo mucho de catártico, a medida que fueron aflorando experiencias, problemáticas y pequeñas historias. Y, sobre todo, dejó instalado el anhelo de que el proyecto avance cuanto antes.

Hay una serie de lagunas jurídicas que deberán resolverse. Por ejemplo, explicó Díaz, cuando se realizó la declaratoria de protección patrimonial se hizo sobre los cementerios en su conjunto, sin especificar ni describir qué hay en cada uno de ellos. “Entonces necesitamos hacer este relevamiento y elaborar el diagnóstico -apuntó-. La primera etapa será con el material que ya está disponible, como planimetría y documentación de ingresos y egresos. Para la tarea de campo contamos con la colaboración de cátedras de las Facultades de Arquitectura y de Artes, y también pensamos en un régimen de pasantías”. Esto implica analizar, uno por uno, cada mausoleo, nicho, estatua y ornamento en los tres cementerios en cuestión. Llevará bastante tiempo.

“A partir de que esté listo el inventario patrimonial se determinará qué vale la pena conservar y qué no, y por qué tomaremos esas decisiones”, subrayó Díaz. Esto implica desatar las manos de los encargados de los cementerios, ya que podrán disponer de los espacios y solucionar la cuestión de fondo: están colapsados. En el caso de Yerba Buena, indica Culeddu que hay 8.000 cuerpos a los que necesitan reubicar con urgencia y en estos momentos no tienen lugar para hacer una nueva noria. Llave advierte que en el Oeste y en el Norte realizar ese cálculo se dificulta por las características de los nichos.

Contratiempos

Para los funcionarios, las moras en los pagos y la indiferencia que muchas veces caracteriza a los herederos de los difuntos representan un dolor de cabeza. Cuentan que la mayoría se apura para ponerse al día cuando se produce una muerte en la familia y terminan quejándose de la burocracia. Y narran infinidad de anécdotas sobre gente que no tiene aprietos económicos y aún así se queja por las obligaciones que debe afrontar en los cementerios. Algunas son risueñas, otras indignantes.

Carrasco brinda una mirada amplificadora del tema, que no deja de ser de salud pública, y advierte: “los muertos terminan siendo un problema para las ciudades. ¿Y quién debe hacerse cargo? ¿El Estado provincial? ¿Los municipios?” Llave pone el ejemplo de los permanentes robos de placas de bronce que padecen y cuenta que al pedir seguridad en los cementerios le responden: “estamos para cuidar a los vivos, no a los muertos”. Ella considera que los cementerios deberían ser un lugar para el arte y para la cultura, como sucede en numerosos lugares del mundo (el museo a cielo abierto del que hablaba Rodríguez Pontet), pero no es sencillo y tiene que ver con la idiosincrasia local. “En el Oeste organizar esa clase de actividades es posible, pero en el Norte no, la gente no te deja”, resumió.

Según Díaz, este colapso que sufren los cementerios municipales podría empezar a resolverse con la creación de un crematorio estatal, idea respaldada por los cambios culturales que van operándose en los últimos tiempos, en especial desde la pandemia. “Fue un cambio en la manera en la que nos relacionamos con la muerte”, aportó. De uno u otro modo, el factor económico es central. Y eso que el tabú de la muerte, hasta hoy, no logró eliminarse con plata.

Temas Yerba Buena
Tamaño texto
Comentarios
Comentarios