Hizo inferiores en Boca, jugó en Atlético y a los 39 años sigue vigente en el fútbol boliviano

Hizo inferiores en Boca, jugó en Atlético y a los 39 años sigue vigente en el fútbol boliviano

El volante oriundo de Las Talitas, que también jugó en Colombia, está feliz de su carrera y de su vida en el altiplano.

SIGUE FIRME. Bravo piensa jugar, por lo menos hasta los 40 años. Después planea seguir ligado al fútbol boliviano. SIGUE FIRME. Bravo piensa jugar, por lo menos hasta los 40 años. Después planea seguir ligado al fútbol boliviano.

Para los futbolistas, el cambio de hogar es casi una práctica habitual. Las finalizaciones de contrato o la búsqueda de nuevos desafíos deportivos llevan a los jugadores a tener que radicarse lejos de sus afectos y a adaptarse a costumbres distintas a las originarias. Así es el caso de Alexis Bravo, un futbolista que desplegó gran parte de su carrera en la altura de Bolivia.

Cochabamba, Montero y Sucre fueron algunas de las ciudades que lo alojaron en sus casi 10 años en el altiplano. Hoy, a los 39 años, el enganche reconoce que el retiro está cerca, aunque todavía disfruta de defender los colores del Real Oruro.

Con la camiseta de los “quirquinchos”, el volante se encuentra disputando la segunda división boliviana. “Somos un equipo que recién se está conociendo. Cambió un 95% el plantel en comparación al año pasado y tenemos un entrenador nuevo. Va a ser un campeonato duro porque hay equipos que se están armando muy bien como La Nueva Santa Cruz o Universitario de Sucre, que busca volver a Primera desde hace varios años. También están los equipos de La Paz que siempre están en la lucha, y Real Potosí que siempre es un rival complicado de enfrentar”, explica.

FELICIDAD. El volante nacido en Las Talitas disfruta junto a sus compañeros de equipo. FELICIDAD. El volante nacido en Las Talitas disfruta junto a sus compañeros de equipo.

Según asegura, Real Oruro es un equipo “nuevo” dentro del fútbol boliviano. “Hace tres años el club se llamaba Deportivo Totora. Cuando lo compró el nuevo presidente, cambió el nombre al actual; aunque sigue manteniendo la identidad del viejo club”, indica quien es el jugador más longevo del plantel profesional orurense. “Nunca me imaginé que iba a llegar jugando a esta edad. Mi papá siempre me alienta a seguir con esto y le había prometido que iba a jugar hasta los 40. Este año, en septiembre, los cumplo y creo que voy a extender un poquito más ese deseo”, ríe con ganas.

El paso del tiempo también hizo que Bravo deba ir mutando su posición dentro del campo de juego. “Jugué en todas las posiciones de mitad de cancha para adelante. Cuando era más joven, me desempeñaba como delantero o también de extremo. Pero, ahora me convertí en media punta o en enganche”, puntualiza. Bravo también aprovecha para destacar el crecimiento que tuvo el fútbol boliviano en los últimos años, aunque plantea que existe un abismo de distancia con el resto de ligas sudamericanas. “Mejoró mucho el nivel. Se corre mucho y hay demasiado roce entre los jugadores; eso sí, sigue siendo un fútbol lento por la altura. Además hay una diferencia de jerarquía muy grande entre la Primera y el ascenso”, describe.

AGRADECIDO. Bravo es muy creyente y lo demuestra también en la cancha. AGRADECIDO. Bravo es muy creyente y lo demuestra también en la cancha.

Su aventura en el fútbol comenzó en 2002. Luego de hacer inferiores en Boca y en Chacarita, retornó a nuestra provincia para probar suerte en Atlético, en donde fue parte del plantel que jugó el Argentino A. “Para mí fue un sueño haber tenido la posibilidad de entrenarme en Boca. Estuve un año con todas las comodidades; fue increíble ser parte de uno de los equipos más grandes del país. Sin embargo, después tenía que seguir con mi carrera porque mi idea era dedicarme al fútbol. Atlético me abrió las puertas y supe aprovechar la oportunidad”, recuerda. “Desde que decidí irme al exterior, nunca más tuve la posibilidad de jugar en alguno de los grandes de mi provincia. Además, me quedó la deuda de jugar en Primera División. Sin embargo, estoy muy contento con la carrera que hice”, añade.

Su expedición en Bolivia se inició en 2011 de la mano de un entrenador tucumano: Claudio Marrupe. “Venía directamente desde Colombia por pedido de él que me había tenido un año en Guabirá. Ahí tuve mi primera experiencia en este país y fue increíble. Después pasé a Real Potosí, que era una ciudad que tiene un poquito más de altura que Oruro, y también pude jugar la Copa Sudamericana con Jorge Wlistermann y la Copa Libertadores con Universitario de Sucre”, indica.

En aquellos años, Bravo reconoce que tuvo que hacer una dura adaptación para sobreponerse a los efectos de la altura. “Me ahogaba y me faltaba el aire pero no tuve otros síntomas como mareos o vómitos. Pasar esa etapa me llevó como dos o tres semanas en las que tuve que aclimatarme a los entrenamientos. Cuesta bastante al principio, pero poco a poco vas mejorando”, puntualiza.

El enganche comenta que la estabilidad de la economía boliviana se presenta como un aliciente para instalarse en el altiplano. “Cobro en pesos bolivianos pero no hay mucha diferencia en el cambio con el dólar. Es más, acá los negocios te permiten pagar en cualquiera de las dos monedas y eso es beneficioso”, relata. “No hay mucha diferencia con los precios, aunque hay ciertas cosas que sí son más caras. Por ejemplo, un kilo de carne buena cuesta alrededor de 50 pesos bolivianos, que serían cerca de ocho dólares. Pero también hay almuerzos que cuestan entre 15 o 20 bolivianos que son menos de 3.000 pesos argentinos”, resalta.

También, remarca que existe un gran caudal de talento dentro de Bolivia. “Hay muchos chicos que pueden llegar a Primera, pero el gran problema es que acá falta mucho en la formación. Falta un buen trabajo en inferiores porque hay chicos que no saben los fundamentos principales del fútbol, y eso es porque no hay Reserva, ni nada para las divisiones inferiores”, explica. Esa situación motivó que Bravo decidiera comenzar sus estudios para convertirse en entrenador. “Ya hice el primer año y sigo adelante. Quiero ejercer como entrenador en Bolivia”, sentencia.

Así, Bravo pretende sembrar su semilla en el fútbol boliviano ayudando a sembrar nuevos talentos. Aspira a convertirse en un mentor y a dejar su huella dentro de las nuevas generaciones.

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