Dora Barrancos: “Hay en los feminismos un espíritu de enorme resistencia”

Dora Barrancos: “Hay en los feminismos un espíritu de enorme resistencia”

La socióloga y representante feminista disertó en Tucumán sobre las reivindicaciones “de ayer y hoy”. En diálogo con LA GACETA reflexionó sobre conquistas, retrocesos y necesidades Familiares de Yamila Lobo contaron cómo sufrió la enfermedad. Reclamos.

EN TUCUMÁN. Dora Barrancos fue invitada por el Colegio de Psicólogos de la Provincia para participar del posgrado “Género y diversidades”. LA GACETA / FOTO DE Osvaldo Ripoll EN TUCUMÁN. Dora Barrancos fue invitada por el Colegio de Psicólogos de la Provincia para participar del posgrado “Género y diversidades”. LA GACETA / FOTO DE Osvaldo Ripoll

Considera que el país -y dirá, ahora, el mundo- está atravesando “una era catastrófica de regresión de derechos” de mujeres y de disidencias, y está convencida de que “el movimiento” debe reacomodarse de forma estratégica para evitar que la situación escale. Cree que hay herramientas y que hay capital humano: y está segura de que el feminismo es el movimiento social de mayor crecimiento en la actualidad, al menos en nuestro país. Entonces, el camino posible es uno: la resistencia.

La mujer detrás esta -necesaria- reflexión es Dora Barrancos, socióloga, historiadora, educadora, investigadora y una de las principales exponentes del movimiento feminista en Argentina. La experta viajó a la provincia para participar del primer módulo del posgrado anual “Géneros y diversidades”, dictado por el Colegio de Psicólogos. En este marco especial, charló con LA GACETA, reflexionó sobre las conquistas del movimiento y habló sobre los desafíos que atraviesa el feminismo actual.

- Llegó a Tucumán para disertar sobre feminismos de ayer y hoy. ¿Por qué ahora se habla de feminismos en plural?

- Es fundamental reconocer que siempre han habido varios cauces feministas, a menudo coincidentes y, también podría decir, muchas veces disyuntivos respecto de algunas cuestiones, sobre todo en metodologías de acción. Ya en el siglo XIX hubo varias corrientes; tenían mucho que ver con las propias improntas políticas, y eso todavía permanece en alguna medida, pero no con las características conjuntivas que se tuvieron en el pasado. Había, claramente, feminismos dentro de la socialdemocracia, dentro del socialismo y también en los partidos liberales. Lo que yo sugiero, y sobre lo que he escrito, es sobre que debemos pensar de manera plural todos esos cauces. A veces sí, han coincidido en algunas propuestas fundamentales, y otras veces debemos distinguir feminismos muy articulados, con relación a un objetivo.

- “De ayer y hoy”. ¿El feminismo del pasado es muy diferente al actual?

- Muchísimo -responde enérgicamente-. Los presupuestos del antiguo feminismo guardan alguna endecha, en realidad, un tono emancipatorio... En el pasado había organizaciones feministas diversas y con estas lógicas de acción diferentes, con metodologías desde menos radicalizadas hasta muy, como el caso de Emmeline Pankhurst, que tomaba medidas de acción muy directas, que se hacía detener... y ese fue el feminismo impulsor del sufragio en ese país. Después, aparecieron dos grandes figuras, inauguradoras del desarrollo teórico de los feminismos: Virginia Woolf y Simone de Beauvoir, esta última autora de “El segundo sexo”. Ese texto se volvió muy luminoso para lo que siguió a continuación, a mediados y finales de la década de 1960. Ahí emergen cuestiones epistemológicas importantes, teorías feministas densas. Hay una renovación casi completa del programa, con cuestiones novísimas como la violencia y la descripción densa del patriarcado. Hoy, en cambio, estamos en una tercera etapa, aunque hay quienes hablan de una cuarta ola feminista, más compleja, relacionada con articulaciones políticas, con cierta densidad de la teoría y de cómo se arbitra la política feminista. Hay, además, feminismos poscoloniales, que aparecen a partir de las particularidades de mujeres que pertenecen étnicamente a sociedades que no han sido tan relevantes para las feministas blancas.

- Recientemente dijo que este feminismo actual es el movimiento social más fortalecido de América Latina.

- Y lo sostengo fuertemente. Los feminismos se han ido asociando a un fenómeno de masas; antes eso no ocurría ni por casualidad. Los feminismos de nuestras tatarabuelas, de finales de la Segunda Guerra Mundial, eran de ghetto, nucleados... hoy tenemos una expansión feminista extraordinaria y un derrame de mujeres que inclusive no se categorizan como feministas, pero lo son. Las movilizaciones que vemos en la Argentina particularmente son notables; no hay punto de comparación con esa raigambre tan manifiesta en otros movimientos sociales, incluido el movimiento obrero organizado, que supo ser de los más importantes, pero hoy su segmento estructural ha disminuido demográficamente.

- Hablando de los movimientos de hoy, recientemente el Gobierno derogó las resoluciones que exigían paridad de género en empresas y asociaciones civiles.

- Me parece gravísimo, porque no es solo una cuestión simbólica, sino toda una política. Es todo una condensación política contra la perspectiva de género, que en este momento tiene una dilatación notable con la nueva gobernanza, propia de los segmentos de derecha y extrema derecha que participan del Gobierno. Esa determinación de exigir paridad de género fue muy notable en su momento, porque en las sociedades en general era bajísima la participación de las mujeres en cargos CEO o de directivos.

- Y con estos retrocesos son muchas minorías las que quedan afuera.

- No me gusta el término “minorías”. Prefiero hablar de comunidades disidentes, pero sí; es clarísimo que en los masivos despidos que han habido se han despedido personas que entraron por el cupo sancionado legalmente trans o de discapacidad. Y ese es un retroceso calamitoso.

 - En este contexto, ¿qué rol tienen los feminismos en la lucha para mantener los derechos conquistados?

- Son muchos los retrocesos que se están dando, y son gravísimos. Se está cuestionando la Ley Micaela, pero tendrían que derogarla, y hay que ver si lo hacen... Lo mismo pasa con la Ley IVE (Interrupción Voluntaria del Embarazo), hay que ver si se animan... Con el DNU (Decreto de Necesidad y Urgencia) lo que sucede es que hay toda una arquitectura prevista que es efectivamente limitante de los derechos adquiridos por las mujeres y por las disidencias, y al mismo tiempo hay determinaciones, por ejemplo, la de actuar sobre la Ley de los Mil Días, en orden a una cuestión que es muy dolorosa, y es que los centros de salud van a ocuparse de los registros de las embarazadas en situación de pobreza para acompañarlas y evitar el aborto. Otra cuestión que se puede limitar es el verdadero cumplimiento de la ley IVE con el faltante de recursos... Son muchas cosas, y en todo esto, el rol de la mujer está a la vista. El 8 de marzo fue muy compacta la movilización en todas las grandes ciudades. Sí, hay un estado de movilización muy grande, y hay en los feminismos un espíritu de enorme resistencia para que no se desvanezcan ni erradiquen la conquistas de derechos que hemos conseguido las mujeres y las personas de las disidencias”.

- En muchos países hoy se discuten las conquistas de las mujeres. ¿Debería el movimiento feminista reestructurarse en este nuevo panorama?

- Esto no es algo que sucede sólo en Argentina. Podemos hablar de las reformas hechas por Viktor Orbán en Hungría, o lo que está haciendo en Italia Giorgia Meloni con algunas medidas preconceptivas y pronatalistas, o Vox en España... Y sí, claramente, el movimiento tiene que reestructurarse desde una resistencia más estratégica y creativa. Creo que efectivamente hay que reconstruir el sentido común. Lo que está desbaratado en Argentina es eso. Sorprende que alguien sea capaz de decir cosas que ya no se estilaban en relación a la discriminación de todo orden, sorprende que se haya perdido el sentido común de lo colectivo, el de nuestra subversión frente al sufrimiento humano... Yo abogo fuertemente porque las feministas hagamos todo lo posible para reconstruir el sentido común, en una reorientación que podría ser ya expandida, sobre todo entre las generaciones jóvenes.

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