Transiciones conflictivas
Transiciones conflictivas

La moraleja de este capítulo de la historia política reciente es breve: las transiciones en Tucumán son conflictivas. Los procesos de recambio en el poder ponen en jaque el sistema institucional y a la dirigencia. Los antecedentes más cercanos confirman la conclusión. Aunque con ribetes e intensidades diferentes, los traspasos en la Provincia y el Municipio de San Miguel de Tucumán están dando muestras de ello.

El primer mes de gestión de Osvaldo Jaldo y de Rossana Chahla, ambos del justicialista Unión por la Patria (UxP), ha transcurrido entre dificultades económicas; una elección nacional perdida; sobresaltos por las “herencias” recibidas e incertidumbre por el futuro del país.

En la Casa de Gobierno, el pase fue entre mandatarios del mismo signo político. Aunque no parece. Si bien el ex mandatario Juan Manzur y Jaldo mantenían una tregua al momento de los comicios, es vox populi que encabezaban dos líneas bien distintas dentro del PJ local.

Las diferencias entre ambos habían nacido la noche misma en la que fueron reelectos para su segundo mandato como dupla -en 2019- y el principal conflicto fue, precisamente, la sucesión. Cuando estalló la interna, Jaldo había consignado que Manzur quería reformar la Constitución para poder acceder a, cuanto menos, un período más. Luego del acuerdo forzado que tuvieron que cerrar (cuando Manzur asumió como Jefe de Gabinete nacional y Jaldo tuvo que reemplazarlo como interino), aplicaron la fórmula invertida. Una causa judicial impulsada por el entonces candidato a vicegobernador de Juntos por el Cambio (JxC), Germán Alfaro, derivó en que Manzur se bajara de la contienda.

La antesala del traspaso fue relativamente tranquila, con Manzur desdibujado en el plano local y tratando de jugar en el ámbito nacional, con perspectivas de ocupar algún espacio de la mano del presidencial Sergio Masa (UxP). Una vez que Massa perdió, las posibilidades de Manzur cambiaron. La llegada del tranqueño a la Casa de Gobierno fue con una fuerte impronta propia, con medidas de alto impacto social y político. Buscó diferenciarse sustancialmente de Manzur: desde el uso del avión hasta el diseño de su Gabinete. A juzgar por las acciones tendría en sus planes no dejar vestigios de su antecesor.

En crisis

El manzurismo y el jaldismo entraron en crisis. Los afines al ex mandatario están desolados, sin demasiadas chances de crecer políticamente durante la nueva era. Un puñadito acordó con Jaldo y está en el Ejecutivo; la mayoría se mudó a la Legislatura y un pequeño grupo trabaja en la Municipalidad capitalina. A su vez, el jaldismo está en proceso de mutación hacia el “osvaldismo”. Jaldo prescindió de parte de su dirigencia y pretende ampliar su propio frente político, incluyendo a parte de la oposición.

Las medidas de achique del gasto político que llevó adelante cayeron como una bomba en el centro del manzurismo. En la polémica Unrel (Unidad de Reconversión Laboral) habían estado contenidos todo este tiempo los desvinculados de la Legislatura durante la interna, gran parte de ellos de la línea de Manzur. También estaban nombrados en algunas comunas rurales y las situaciones de esos contratos también se estarían revisando por estos días.

“Manzur no está haciendo nada contra Jaldo, está en otra. Ni aparece”, reflexiona un hombre que mantiene contacto con el futuro senador. Manzur prepara su asunción, que será el jueves, en la sesión preparatoria. Son pocos los políticos tucumanos que mantienen vínculo con él y si hay encuentros, no hay fotos. Los referentes más cercanos afirman que sabe que puede perjudicarlos. En el Senado se están definiendo cargos importantes y es probable que el peronismo pueda acceder a alguno de ellos.

En el manzurismo estiman que, como Manzur está fuera de juego en Tucumán, Jaldo va contra su “tropa”. Diferencian la situación con la transición entre José Alperovich y Manzur. La situación económica era otra y las arcas estaban mejores. Lo distinto, consignan, fue que el antecesor seguía su actividad política en la provincia, recorría el interior y mantenía contacto con referentes políticos. Cuando se avizoraba que podría buscar una nueva postulación, Manzur dejó sin efecto su función de asesor del Ejecutivo y los recursos a los que tenía acceso para responder a pedidos de vecinos. Fue contra Alperovich.

Consignan que este es otro capítulo de la interna, bajo el “pretexto de un ajuste”. Prevén que si las relaciones no se normalizan hasta marzo, las consecuencias políticas se verán pronto en la Cámara y en las elecciones de término medio, dentro de dos años.

Además, trascendió , que Jaldo pidió a los otros dos poderes del Estado, el Legislativo y el Judicial, que también tomen definiciones acorde a la austeridad y el recorte de gastos. Esto estaría generando ruido en la Legislatura.

En la Ciudad

El traspaso del poder en San Miguel de Tucumán se hizo sin una transición política, sin acuerdo. Alfaro y Chahla hablaron por teléfono, pero no pudieron sentarse a dialogar. Hubo algún atisbo de intercambio, pero naufragó tras un sólo encuentro entre equipos técnicos y diversas notas por escrito.

Esta semana, las medidas en relación al personal también tuvieron derivaciones políticas en la Municipalidad. A diferencia de la Provincia, hubo un cambio de signo político. Situaciones similares en años anteriores, en otras municipalidades como Concepción o Yerba Buena, tuvieron tintes escandalosos.

Las críticas del alfarismo hacia la nueva gestión venían siendo de manera subterránea y bastante aisladas. Los cuestionamientos del chahalismo a sus antecesores también se desarrollaban de manera relativamente medida públicamente. La decisión de la jefa municipal de dejar sin efecto las designaciones efectuadas durante la última etapa de Alfaro generó revuelo.

Las versiones de los actuales y salientes son totalmente contrapuestas.

En 9 de Julio y Lavalle explican que la medida venía siendo analizada desde hace semanas, porque está en marcha una auditoría que revisa distintos aspectos de la administración. Las bajas iniciales suman una centena, de acuerdo con la documentación. El resto de los casos serían numerosas recategorizaciones que se dejaron sin efecto. Incluso antes de asumir, en el equipo de Chahla tenían información y sospechas de que habría habido una andanada de incorporaciones a último momento. “Al alfarismo le sobra oscurantismo y a nosotros, institucionalidad”, opinó un integrante del entorno de la doctora. Adelantan que este será sólo el puntapié de una serie de determinaciones que tienen que ver con el “ordenamiento” del Municipio, según la nueva gestión.

En el peronismo capitalino respaldaron a la intendenta y consideraron que Alfaro dejó la administración “detonada”, con “superpoblación de personal y sin recursos”. Están seguros de que estas cuestiones fueron premeditadas, para que la jefa municipal no pudiera gobernar de manera normal y tuviese que tomar medidas antipáticas para los trabajadores.

En el alfarismo desmienten enfáticamente haber nombrado “ñoquis” y haber perjudicado a la gestión siguiente. Aseguran que el recorte era esperable, pero que no imaginaron que fuera de esa magnitud. Explican que, en el último tramo, 600 personas con contratos administrativos pasaron a planta permanente y 600 temporarios también, pero que todos venían cumpliendo distintas funciones.

Están convencidos de que la situación es un coletazo de la interna Manzur-Jaldo ¿Cómo? Especulan que el manzurismo, mediante la gestión municipal, querría afectar a Jaldo golpeando a sus nuevos aliados del alfarismo e incorporando a los ex Unrel al municipio. “Quieren armar su estructura política en la municipalidad”, afirmó un ex funcionario cercano a Alfaro.

Parte de los legisladores y de los concejales y la senadora nacional Beatriz Ávila dieron una conferencia conjunta el viernes, en la sede del PJS. El fin de semana, el espacio estuvo en ebullición. Referentes, incluido Alfaro, mantuvieron reuniones y conversaciones con los desvinculados. Podrían ponerse en marcha presentaciones judiciales en las próximas horas.

Referentes del alfarismo sostienen que no es verdad que incorporaron 1.700 empleados y que entregaron el gobierno con un promedio de trabajadores por debajo del promedio nacional. Añaden que todos los días hay un peregrinaje por las oficinas alfaristas para poner las quejas sobre las nuevas autoridades. “Hay una persecución”, afirman en ese sector.

La falta de transiciones y las peleas por el poder vienen condicionando las relaciones entre las gestiones salientes y las nuevas. La moraleja parece volver a ser que nunca los pases serán en paz. Las consecuencias se verán en las próximas semanas.

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