La prioridad número 1 para la ciudadanía no es la educación y la inseguridad. Lo primero que debería tener en cuenta el nuevo Presidente es que la gente necesita comer todos los días. Para ello es necesario que la Secretaría de Comercio no se cierre, y que el ministro de Economía, juntos a los empresarios del sector alimenticio, continúen manteniendo el programa precios justos, para que los alimentos no se disparen hacia un alza desproporcionada (como sucede en la actualidad). Para llegar a un consenso entre la Nación y la Industria alimentaria se necesita un acuerdo serio y transparente para establecer “una tarifa razonable” de modo que el ciudadano común pueda adquirirlos. Dicho convenio se puede lograr si el Estado reduce considerablemente los impuestos a las fábricas de comestibles. Si Javier Milei cierra la oficina de Comercio nadie protegerá a los consumidores. Los argentinos vamos a quedar prácticamente a la deriva, sin dirección y expuestos a un complejo contexto que afectará a muchos y que será muy difícil de sobrellevar (quizás imposible). Las consecuencias de todo esto son imprevisibles; pueden traer aparejados graves conflictos en la sociedad argentina. Por favor, que los próximos gobernantes pongan por delante la empatía, antes de tomar resoluciones equivocadas.
Hugo Modesto Izurdiaga