Drones y manos solidarias: 12.000 árboles y un nuevo bosque para Tucumán

Drones y manos solidarias: 12.000 árboles y un nuevo bosque para Tucumán

Ayer se llevó a cabo la tercera edición del programa ecológico Conscientes. Cerca de un millar de personas fueron a San Javier con una tarea: sembrar vida.

LA GACETA / FOTO DE ANALIA JARAMILLO LA GACETA / FOTO DE ANALIA JARAMILLO

Ganas, alegría y esperanza. Ganas de levantarse a cambiar el mundo; alegría para tomar los plantines y para llevarlos a la tierra, y esperanza en que esta vida que crecerá nos dará un mejor futuro, a los que estamos y a los que vendrán. Con esos tres elementos, casi un millar de personas se dieron cita en San Javier para un evento inédito: plantar 12.000 árboles de especies nativas para crear un nuevo bosque en Tucumán. Sembrar vida para que haya más vida. ¿Qué más se puede pedir?

A pocos metros del predio elegido (llamado Loma Escuela) el año pasado el mismo grupo logró otro hito: reforestaron 3,5 hectáreas con 2.800 ejemplares. Pero este año escalaron más la propuesta: ayer a la mañana se llevó a cabo la jornada central de la tercera edición del programa ambiental Conscientes, impulsado por la empresa Maderplak y apoyado por una treintena de firmas y organizaciones tucumanas. Se plantaron los 12.000 árboles de forma manual, pero eso no es todo: también se dispersarán 640.000 cápsulas de iSeeds (semillas modificadas con biotecnología) para sembrar un total de 44.000 árboles, incluso en zonas de difícil acceso, con la ayuda de drones. En total, se reforestarán 40 hectáreas del Parque Sierra San Javier. Y será la primera vez en el país que se utilice la tecnología al servicio del ambiente.

La actividad empezó a las 10. Como si de una carrera se tratase, los voluntarios se pusieron en línea de salida y esperaron la señal para arrancar. De repente, el espacio -vacío y lleno de agujeros- se llenó de vida: en la llanura o en algunos puntos más elevados, los voluntarios comenzaron a sembrar. “Tienen que romper la bolsa porque no se degrada en el suelo; deberán retirarla y tratar de no romper el pilón (la tierra y el plantín) al ponerlo en el hueco. Lo plantan, ponen el palito tutor y cubren con tierra”, esas eran las instrucciones que el ingeniero forestal de INTA Famaillá Luis Fornes daba a los presentes que se acercaban a retirar su árbol. Y así también lo hicieron otros voluntarios en las tres carpas existentes: todos debieron aprender a plantar “como corresponde” para que los plantines sean viables.

Sumando

Había ejemplares de tipa, lapacho y jacarandá, entre otras especies autóctonas. Pronto será un gran predio con tres bosques separados, y ya bautizados: el bosque Conscientes, el bosque BP y el bosque Saint-Gobain, en homenaje a algunas de las empresas colaboradoras. En los tres espacios los voluntarios pusieron manos a la obra y, en poco más de una hora, ya era complicado encontrar un lugar que no haya sido ocupado por un árbol. “Es la primera vez que venimos; hay que tomar conciencia de que necesitamos urgentemente revertir la situación que hemos producido: necesitamos más frescura, más árboles, más vida”, dijo Marisa Lobo, mientras veía a su padre Ramón (72) plantar su primer ejemplar. Su madre Isabel, en tanto, estaba a unos metros, pero sola: en pocos minutos ya había plantado cinco ejemplares, uno de ellos bautizado “Sebastián”, por uno de sus hijos, que falleció.

Es que hay algo más que contar: cada voluntario recibió un “pasaporte”, una hoja de papel en la que se llevaba el conteo de la cantidad de ejemplares plantados, a partir de un sello identificatorio. Había premios para los más rápidos, pero bueno... eso es sólo una anécdota. “Esto es hermoso; es la primera vez de Antonia (4). Hoy los chicos tienen otra mentalidad, otro chip para la naturaleza, crecen sabiendo que deben cuidarla”, dice Mariana Alanís. Ella, su esposo Gustavo Bernardinez y sus dos hijas se acercaron a la jornada, y no faltó nadie: hasta los acompañó Tasco, su perro, que recibió elogios de los presentes.

Este año el cupo de 800 voluntarios se agotó días antes del evento, y durante toda la mañana llegaron más personas para acreditarse. “Veo mucha más gente comprometida y más empresas que apoyan. Son cada vez más las personas que están interesadas en esta misión; ¡mirá todo lo que podemos hacer en tan poco tiempo!. Quizá, sin querer, podemos reforestar Tucumán en unos años”, dijo emocionada Silvina Franco, que participa de Conscientes desde sus inicios.

Presente y futuro

Grandes y chicos, nadie quiso perderse la oportunidad de hacer algo por el planeta. Noah tiene un año y tres meses; sus papás, Georgina Madrid y Oscar Corbalán, lo llevaron, junto a su hermana Regina, a vivir la experiencia. “Es buenísimo poder formar parte de algo así, y ver que siendo pocos podemos hacer algo grande. Venir un rato compartir, saber que mi hija está plantando árboles... nos vamos a casa sabiendo que se educan de otra manera”, reflexionó Oscar.

“Lo más importante es el legado que les dejamos a los chicos. Y creo que no hay nada mejor que el ejemplo; ella es la que más entusiasmo tenía por venir. Hace no sé cuántas semanas me dice ‘mamá, ¿cuándo vamos a plantar los árboles?’. No importa el calor, ni que sea domingo; es muy lindo ver cómo se plantan, cómo crecen los árboles y el impacto que tiene en los chicos”, dijo Milena Bertani, que fue con su hija Felicitas (4). Milena, además, es biotecnóloga y forma parte de ReForest Latam, una startup tucumana de soluciones climáticas que busca restaurar ecosistemas para mitigar el cambio climático: la empresa surgió para escalar Conscientes a un nivel mayor; será Reforest la encargada de dispersar las semillas inteligentes (desarrolladas por Milena) para seguir reforestando.

En el evento no faltó nada: hubo puestos de hidratación constante, alimentos, música en vivo y premios. Hubo regalos de las empresas participantes y algunos productos ecológicos: por ejemplo, muchos de los presentes se llevaron un piluso hecho con descartes de la industria textil, producido por mujeres cooperativistas de Tucumán. También hubo exposiciones, como la de los drones que se usarán para reforestar la provincia. “Es la primera vez que en Latinoamérica se hace algo así; hay pruebas en Suecia y en Suiza -advirtió Rafael Villagra, representante de la empresa Efficatia, que prestará los drones para la tarea-; nosotros ya hemos hecho algunas pruebas en la provincia. Con un dron de imágenes relevás el terreno, identificás dónde faltan árboles, de qué especies son, y vas tirando con el dron las semillas (en este caso las iSeeds). Con esto cubrís mayor extensión en menos tiempo y de forma más completa”.

“Es increíble la participación. Esto no hubiera sido posible sin todos los voluntarios, sin las empresas que se sumaron y sin la Universidad Nacional de Tucumán (UNT), especialmente el biólogo Marcos Mollerach y el guardaparque Silvio Díaz, que se pusieron la actividad al hombro”, atinó a decir Damián Rivadeneira, fundador de Maderplak, creador de Conscientes y ahora de ReForest. Es que en mucho menos del tiempo estipulado la tarea manual se terminó. Durante el resto de la jornada, los presentes pudieron disfrutar del día (ni bien se terminó la plantación se nubló), de la música y de la comida. Y, por supuesto, se llevaron la mayor de las satisfacciones: haber hecho algo por el planeta.

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