La imagen del martes

El Ente que perdió entidad. El pedido de designación de Giobellina vuelve a mostrar cómo se priorizan los intereses personales antes que los de la sociedad. La historia de los remises vuelve, pero la política no recuerda nada.

El martes de esta semana que ya nunca más volverá, comenzó a entrar una imagen en algunos celulares. Era la foto de una página del expediente 2.546/460. Durante todo el día esa fotografía fue saltando de móvil en móvil, incluso hasta la medianoche. En ese registro podía leerse que la vicepresidenta del Ente de Turismo de la provincia solicitaba que su jefe, el presidente del Ente de Turismo, fuera designado en planta permanente de ese organismo con categoría 24, que es la más alta del escalafón.

Elena Colombres Garmendia sostiene en el mismo documento que durante todos los años que Sebastián Antonio Giobellina estuvo en funciones (fue presidente y vicepresidente del Ente en la última década) “se dieron lugar un gran número de decretos de nombramientos en los cuales el Sr. Giobellina no fue incluido por lo que considera oportuno designarlo en planta permanente del organismo a fin de asegurar su continuidad como empleado del Ente teniendo en cuenta su valioso trabajo”. La vicepresidenta justifica algo así como que como muchas veces Giobellina hizo bien las cosas ahora debe hacerse lo que no corresponde. Sorprendente razonamiento.

Por las dudas, para no recibir críticas por la creación de un carego que está mal vista en tiempos donde se declama el ajuste, aclara que existe esa vacante. Y también hay una cita que advierte que Colombres Garmendia puede hacer esa designación. Lo que no dice es que a simple vista a algunos podría darle un poco de vergüenza que la subordinada designe a su jefe como empleado. De cuestiones éticas, mejor no hablar.

Giobellina podría haber renunciado y, posteriormente haber sido designado. Pero en este mundo las renuncias no figuran en el diccionario del funcionario tucumano. Tanto es así que Colombres Garmendia lo designaba a partir del 29 de octubre del corriente que es cuando Giobellina deja de ser presidente del Ente.

Aquel martes se hicieron múltiples llamados a la vicepresidenta del Ente pero lamentablemente sus ocupaciones no le permitieron atender para dar explicaciones. Una de las preguntas pendientes era si se estaba violando la carrera del empleado público que permitiría estar en la categoría más alta. Cabe destacar que Giobellina no fue avanzando en la carrera ya que fue siempre personal jerárquico aún cuando tiene 19 años y tres meses en esa actividad.

El martes no volvió más, pero el miércoles –que también se fue para siempre- comenzó la reacción en el Ente. Pero no es como vos estimado lector te estás imaginando. La vergüenza y los principios éticos no hicieron derogar aquella resolución. Simplemente iniciaron una desesperada caza de brujas. La primera respuesta fue buscar quién había sido el responsable de sacar la foto del martes. De mal en peor.

Ante el silencio de la vicepresidenta del Ente se pidió una explicación ante algunas autoridades de la Casa de Gobierno. La respuesta fue la esperada: “no sabemos nada, es un ente autárquico”. Inmediatamente, vino la segunda frase: “pero eso se suele hacer y no es el único caso”. Mal de muchos consuelo de tontos, podría sentenciar algún abuelo que se animó a leer esta nota hasta aquí.

Es decir nadie desde el oficialismo puso el grito en el cielo para sentirse orgulloso de su gestión. Cuando llegó el viernes, ya nadie decía nada. Hasta había alivio porque no se había producido gran revuelo por este tema. Tal vez por eso el expediente no se había dado de baja y seguía esperando que baje la espuma.

No hace mucho, cuando la política era una cuestión de orgullo los funcionarios llegaban con un presidente o un gobernador y cuando el mandato concluía se iba dejando lugar para quien viniera. Hoy, los funcionarios quieren salvarse como si fuera más importante su ego y sus intereses y no el de la sociedad a la que ellos deben prestar servicio.

Sorprende que en el Ente a nadie se le ocurrió que el 1 de noviembre se podía pedir el nombramiento si tanta idoneidad carga Giobellina sobre sus espaldas?

Ante tanta confusión, tal vez la mejor forma de pasar este temporal podría ser organizar un viaje a París y al mismo tiempo pasar este mal trago.

La misma historia

Uno de los hitos tristes de la historia reciente de Tucumán fue el asesinato de Paulina Lebbos. La última vez que se la vio con vida fue en un remise, tranporte público que desapareció después de esta muerte. Se fusionó con los taxis y se convirtió en Sutrapa. Por aquel entonces a los remises se los asociaba con la familia Ale que tuvo muchos episodios de violencia y paradójicamente por esa mala fama se decía en la calle que tomar un remise era más seguro que subir a un taxi. Desembarcaron diciendo que era un servicio puerta a puerta con autos más limpio y mejores. Los Ale subidos a los remises se convirtieron en un brazo político de un sector del peronismo que terminó pulseando con el gobierno democrático de Antonio Domingo Bussi. Lo cierto es que remises y taxis terminaron siendo un servicio que se fue degradando sin distinción. Nunca mejoraron los taxis y las virtudes de los remises era una mentira al punto que cualquier ciudadano se convertía en remisero en sus tiempos libres.

Hasta la muerte de Paulina los remises tomaron legalidad porque los taxis no eran un servicio de calidad y porque los tucumanos elegían el remise para trasladarse aún en la ilegalidad. Es decir una costumbre apoyada por la sociedad se hizo legal.

Actualmente, ocurre lo mismo con la aplicación Uber, con la diferencia que no es una costumbre tucumana sino mundial. La ley no debería ser un dique que impida que la decisión ciudadana se cumpla. Tanto va el cántaro a la fuente que al final se rompe, dirían los mismos abuelos citados anteriormente.

Al haberse quedado sin interlocutores en la municipalidad de Capital, los taxistas recurrieron al gobernador electo Osvaldo Jaldo para que diga que el único transporte legal fueran los taxis. Por lo tanto aquellos que se suman al sistema de Uber tendrán la incertidumbre de no saber si el día que salen a hacer un viaje pueden quedarse sin auto por estar fuera de la legalidad. Los taxistas festejaron el encuentro con el vicegobernador pero la alegría no duró mucho porque los tucumanos ya han empezado a incorporar a sus vidas la aplicación de transporte. A las 48 horas Jaldo no tuvo más remedio que recibir a los choferes de Uber y sus palabras quedaron un tanto devaluadas. Con una dirigencia política integrada por legisladores y concejales que evitan -cuando deberían asumir- las decisiones disruptivas es posible que por mucho tiempo no se le dé legalidad al servicio de Uber. La falta de escucha de los dirigentes hace que queden descolocado ante una sociedad que hace rato que valida esta aplicación. Inclusive hasta hay taxistas que cuando están libres ponen a trabajar para Uber.

La grieta remises-taxis ha vuelto aunque con distintos nombres y tecnologías. Como en aquel entonces se ha convertido en un desafío para la dirigencia política. Es un problema que deberán solucionar con inteligencia para que las calles no vuelvan a la violencia que conocimos y que una vez fue instrumento para que Paulina no volviera más.

Décadas atrás los dirigentes activos de entonces no supieron encontrar una solución calificada y menos aún brindar dos servicios a los tucumanos. Sutrapa surgió por una muerte y por el absolutismo alperovichista, no por el consensuado trabajo de ediles y legisladores. Sólo dijeron “Sí José”. Ahora la historia vuelve a repetirse por haberle escapado a la realidad y ahora el pasado los interpela.

Historias mínimas

Apenas han pasado unos minutos de la hora 16 del jueves. El móvil suena insistentemente. Atenderlo implica salir de una reunión. Es faltarle el respeto a los interlocutores. Al cuarto llamado, el teléfono deja de sonar y de vibrar. Pero no se da por vencido. Entra un mensaje de texto por whatsap corto y simple. “Otra amenaza de bomba”. Al no recibir nuevas respuestas insiste: “Estoy cansado. Nadie me escucha”. Pasan unos minutos y llega el último mensaje: “no doy más”.

El episodio que protagoniza un director de escuela es uno más de los últimos meses de la educación. Los tucumanos no están imbuidos en el debate sobre cómo educar para este mundo ni en la profundidad de los conceptos que reciben los alumnos. La educación pasa por saber si habrá clases, si se volverá a la virtualidad, a la cantidad de policías que han vuelto a los establecimientos escolares o a los cortes de tránsito que causan las escuelas. ¿Y, el ministro del área qué dice? Es difícil saberlo. El ostracismo de Juan Pablo Lichmajer es otra parte inexplicable del último tramo de la gestión manzurista.

Hace pocos días vino Sergio Massa en calidad de candidato. Cuando regresó a su Buenos Aires querido señaló que aquellos funcionarios que no funcionan se deberían ir. Seguramente aquella frase la dijo como ministro, no como líder del oficialismo porque en Tucumán no le llevan el apunte.

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