"El marketing de los últimos años le ha hecho mucho daño al folclore"

Aunque desconocido para el público masivo, al "Topo" Encinar, la crítica especializada porteña lo ha ungido como uno de los compositores más interesantes y audaces de su generación. "Modelo de una nueva propuesta con otros aires folclóricos" o "más cerca de Spinetta que de Horacio Guarany" son algunos de los calificativos que se ha ganado este cronista/trovador que el 19 de diciembre de 2001 escribió: "el banquete ya se terminó, y no fuimos invitados/ vieja plaza, lo que nos costó, sangre nueva sobre el empedrado/cacerolas buscando verdad/hambre ciego rompiendo candados .. cómo van a hacer para tapar tanto grito que estaba callado/ cómo van a hacer para callar tanto corazón que anda cantando/ cómo van a hacer para matar tanto amor que viene de la mano..."
"La canción 19/12/2001 marca mi visión de lo que es la música. Mi idea como compositor es tratar de reflejar lo que pasa. Si bien escribo sobre cosas cotidianas, nunca dejo de escribir sobre lo que pasa en la calle", aclara el Topo. Como si hiciera falta.

-¿Te sentís parte de un movimiento, de una generación?
- No sé si tanto con los músicos, porque en Tucumán no hay mucha gente de mi generación que componga canciones que tengan una esencia folclórica. Hay una brecha de 15 años entre nuestra generación y la de tipos como Néstor Soria, Rubén Cruz, o Lucho Hoyos.

-No pasa lo mismo con el rock...
- El rock, hoy, tanto en Tucumán como en el resto del país, es muy poderoso. Las bandas que tienen alguna trascendencia están sonando porque tienen sus propias canciones.

-¿Por qué tanta sequía creativa en el folclore ?
-El fenómeno de marketing de folclore que se ha generado hace unos años ha sido contraproducente. Y hay que ver la seriedad con que se encara un proyecto artístico. Unos encaran la música como un hobby. Otros han optado por decir sus cosas de manera personal: es lo que ha pasado en Rosario, en Mendoza, en Tucumán en los años 60. Ahora, muchos intérpretes están descubriendo a tipos impresionantes como el Chivo Valladares, los Hermanos Núñez, Rubén Cruz.

-¿Por qué elegiste el folclore y no el rock?
-No tengo idea. En la década del 80 me llamó la atención MPA, el proyecto del Chango Farías Gómez. Tenían un sonido muy particular, más bien rockero. Yo me sentía cómodo en esos sonidos, y empecé a comprar discos de folclore, y descubrí ahí un universo poético muy rico, que me hizo descubrir las falencias que tenía el rock en ese sentido.

-¿De qué te han servido cinco años en Buenos Aires?
-Me han servido para cambiar mi forma de escribir y de ver las cosas, porque me ha cambiado el paisaje. He aprendido que a las cosas no hay que hacerlas todas solo, que hay que hacer un convenio con una distribuidora y garantizar repercusión en los medios.

-Sos coorganizador del Encuentro de músicos independientes del Virla...
-Si se hace este año, será la quinta edición. Una noche estábamos con Josefina Andújar, en una peña en Cosquín, y ella se sorprendió de ver a tantos músicos "no consagrados" de todo el país con semejante caudal artístico. Así surgió.

-¿Ves acción cultural desde el Estado?
-Me parece que falta la decisión de apoyar a los tipos que están laburando en serio, no sólo en la música. Decir: salimos de Tucumán a mostrar lo que se está haciendo en la provincia.

-¿Cual es la problemática de los músicos independientes en Tucumán?
-Que hay pocos lugares para tocar. Que las condiciones para tocar están lejos de ser buenas, tanto en lo que pagan como en las condiciones de seguridad. Al bolichero, salvo excepciones, no le interesa tener calidad artística, sino vender más cerveza, más sándwiches, y tener algo que suene de fondo.

-¿Cuál es el "Luna Park" con el que un tucumano se gana la consagración?
-Un San Martín, un Alberdi es un buen parámetro. Pero, mmm... no sé, yo tengo mis dudas en cuanto a lo que la gente piensa de eso. Porque cuando yo me fui a Buenos Aires salieron buenas críticas de mi disco en diarios nacionales, y recién a partir de eso se han interesado los tucumanos en mi trabajo. Acá se mira mucho a Buenos Aires, y cuando se gana un lugarcito allá, acá lo miran de otra forma.

-¿Cómo es la poética de tu próximo disco?
-Más urbana y social, aunque en la morfología de las canciones hay cosas folclóricas. Yo me considero un ser urbano. Y mandar un mensaje de texto me parece más folclórico que andar en bombacha de gaucho. El smog, la tierra que hay, eso es el paisaje. Ojo, que cada cual tiene derecho a pintar su aldea como le plazca.

-¿Tuviste padrinos?
-No, pero muchos me han dado una mano desde el afecto Lucho Hoyos, o Juan Falú, o Luis Salinas, que armó un ciclo con compositores nuevos que pensó que estábamos dándole una vuelta de tuerca a la composición de corte folclórico: Popi Quintero, "El Negro" Aguirre, de Paraná, Coqui Ortiz, de El Chaco, y yo.

-Después de 19/12/2001" ¿a qué le estás cantando?
-En mi nuevo disco hay una canción, "Así sea". El estribillo dice: "Así sea por el bien de nuestros sueños, los de roble, los que a veces se hacen trizas/ así sea la canción que nace nueva/ desde el fondo de un corazón que palpita". El mensaje del disco es que, si bien la canción no va a cambiar el mundo, es una buena compañía, nos cobija. Es una llamita que se mantiene viva, para seguir peleándola.


Es músico; tiene 33 años y un hijo de 9, Joaquín, que vive en México. Integró, entre otros grupos, "La calle" y "Mulalma", con el que editó el disco "Tucumañaño". Su primer disco solista, "Apaganoches", ha cosechado elogios entre la crítica especializada de los principales diarios nacionales, que lo ha ungido como un referente privilegiado de una canción folclórica cuya poética se ha vuelto un tanto urbana. Ahora está en plena grabación de su segundo disco solista, al que bautizará "De topo un poco".