Proyecto de museo arqueológico

Proyecto de museo arqueológico

Un idea que merece ser apoyada.

01 Noviembre 2003
Días pasados informamos acerca el propósito conjunto que plantean el Instituto de Arqueología de la UNT, el Parque Sierra de San Javier y la Dirección de Cultura de Yerba Buena de armar un museo arqueológico sobre la cultura Candelaria en la residencia universitaria de Horco Molle. La iniciativa es por cierto importante, y merece el respaldo de las instituciones involucradas. Como se sabe, la referida cultura se localiza entre la sierra Candelaria y el sur tucumano, entre los años 300 antes de Cristo y 700 de nuestra era. No hace mucho se detectó, al pie del cerro San Javier, un asentamiento candelario en los terrenos de la Escuela de Agricultura.
En múltiples oportunidades, desde estas columnas hemos insistido en la necesidad urgente que reviste la adecuada preservación de nuestro patrimonio arqueológico. Se trata de una asignatura pendiente desde hace ya mucho tiempo. La indiferencia de las autoridades ha permitido que suframos una verdadera devastación de la riqueza que guarda el subsuelo de nuestro territorio. Los yacimientos tucumanos han sido saqueados con propósitos comerciales, y así es como puede verse con frecuencia, en los negocios de antigüedades de Buenos Aires y de otras capitales argentinas, objetos arqueológicos que proceden de estas tierras, y que debieran estar preservados en los museos y no convertirse en objetos susceptibles de compra y de venta.
Dijimos también en aquellas oportunidades que se debía tender a la concreción de museos de sitio, de manera que pudieran incorporarse a ellos los materiales que se extraigan de excavaciones practicadas en sus proximidades. Hicimos notar también que, a este propósito, no era necesario pensar en grandes inversiones en edificios, sino que bastaba un pequeño local con la seguridad suficiente como para custodiar lo que se fuera obteniendo. Recién en una segunda etapa, y ya con un patrimonio suficiente, podría gestionarse un espacio más adecuado y funcional. Lamentablemente no conocemos que se hayan efectuado emprendimientos de este tipo, salvo alguna aislada excepción.
La iniciativa que referimos al comienzo tendría la ventaja de contar con un edificio (o al menos parte de uno) en inmejorables condiciones para ese propósito. Ello, además de la condición universitaria, que otorgaría las mejores garantías respecto de la búsqueda, la conservación y la puesta en valor del material arqueológico. De más está decir que agregaría un ponderable atractivo a la reserva de ese sector, tan visitada y admirada no tanto por los tucumanos como por los forasteros.
Según las declaraciones de quienes impulsan este proyecto, justamente uno de sus objetivos es incitar al público a disfrutar en plenitud de la reserva, como ocurre en todos los lugares del mundo donde ellas existen. En la zona protegida de referencia, por el contrario, la población de aves está constantemente sometida al daño que causa la acción de tramperos y de cazadores. Inclusive, el director de Cultura apunta que en comercios de la avenida Aconquija se venden trampas para pájaros, lo que viene a cooperar, lamentablemente, con esta depredación. No puede olvidarse la mayúscula importancia que las aves tienen en el equilibrio ambiental, y que es infinitamente mejor y más natural poder admirarlas en el Parque que verlas enjauladas.
Sin duda, un punto fundamental en toda planificación de esta índole pasa por lo económico. Aunque no se trate, inicialmente, de grandes sumas, es necesario que se destinen las partidas presupuestarias del caso, tanto por parte de la UNT como de la Municipalidad de Yerba Buena. Debiera hacerse el esfuerzo, dados los significativos resultados que un museo arqueológico en ese sector puede deparar.

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