"Se podría haber hecho un ajuste gradual en el 66"

"Se podría haber hecho un ajuste gradual en el 66"

Según el economista Víctor Jorge Elías, a partir de 1968 la economía de Tucumán recuperó su crecimiento, incluso más que si hubieran subsistido los ingenios.

05 Agosto 2006
El debate sobre la necesidad o no que hubo en 1966 de cerrar 11 ingenios tucumanos se mantiene pese a que transcurrieron 40 años desde esa cuestionada medida dispuesta por el gobierno militar de Juan Carlos Onganía.
“En esa época, a veces no se podía evitar que los ajustes sean fuertes, porque algunos desequilibrios llevaban mucho tiempo y no se buscaban las soluciones en los tiempos que correspondía”, comentó a LA GACETA el economista Víctor Jorge Elías. El experto brindó su opinión sobre la medida drástica que conmocionó en la segunda mitad de la década del 60, y que significó un quiebre económico y social para nuestra provincia porque más de 200.000 tucumanos se vieron obligados a emigrar a otras zonas del país.
“Se plantea si fue apropiado o no el cierre de los ingenios porque de inmediato fue una medida desfavorable para Tucumán. Pero hay que tomar en cuenta que a partir de eso  se instalaron bastantes nuevas industrias en la provincia, algunas de las cuales fueron muy importantes y subsisten hasta hoy”, destacó. Elías se refirió así al llamado Operativo Tucumán, mediante el cual el Estado nacional incentivó, tras el cierre de los ingenios, la radicación de industrias en Tucumán, como Alpargatas, por ejemplo. “Eso alivió bastante el ajuste”, agregó.
Dejó en claro que, a partir de 1968, la economía de Tucumán recuperó el crecimiento “incluso mucho más que si hubieran subsitido todos los ingenios”. Remarcó que cuando se analizaban los balances de las empresas cerradas “no se podía decir que estuvieran en condiciones de subsistir por sí mismas”.
“Se hablaba de que financieramente las empresas tenían problemas, pero a la vez se decía que estaban bien en lo económico, lo que es algo extraño. Se argumentaba que los ingenios atravesaban por una crisis financiera, pero no de eficiencia”, añadió.
Elías opinó que la dimensión del ajuste en las fábricas azucareras tucumanas no habría sido tan grande si se hubieran ejecutado cambios en el momento necesario y de forma gradual. “Un ejemplo cercano es la crisis de 2001, que ocurrió con toda fuerza porque se postergaron medidas que eran necesarias”, remarcó.
“Los ajustes siempre son resistidos todo lo que se puede, y se recurren a alternativas que luego no funcionan. Cuando esto ocurre, el que más paga los efectos es el insumo trabajo, al que le cuesta reubicarse posteriormente”, apuntó.
El economista destacó que la industria azucarera argentina (y también del mundo) siempre fue objeto de muchas regulaciones, las cuales a menudo favorecen a sectores particulares y no a todos.


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