Una huelga sexual de las mujeres

Una huelga sexual de las mujeres

Por Roberto Rojo, para LA GACETA - Tucumán. Lisístrata, protagonista de la comedida de Aristófanes, merecería ser ungida como emblema de los derechos femeninos.

13 Abril 2008
Acaso se sorprenda el lector por lo insólito y desafiante del título, pero esta extrañeza se diluye cuando se advierte que esto es sólo el tema de una comedia de Aristófanes llamada Lisístrata. Esta comedia ingeniosa, obscena, licenciosa, hilarante, salpicada de ideas sociales ajenas a su época, pero henchidas de futuro que la convierten ante litteram en abanderada de los derechos de la mujer; esta obra cuyo autor, comprometido desde sus convicciones oligárquicas, con los problemas políticos y sociales de su época, no daba tregua a su desprecio por la guerra, cuyos crímenes y devastaciones no hacían más que espolear su permanente defensa de la paz, tiene como contexto histórico los turbulentos momentos de la historia griega.
Aristófanes, uno de los mejores comediógrafos de todos los tiempos, escribió muchísimas comedias de las cuales se conservan unas pocas, entre las cuales se encuentra Lisístrata - de la me ocuparé aquí- escrita en el año 411 antes de Cristo. En ella pone claramente de relieve su inclaudicable defensa de la paz, tema también de otras dos comedias, una de las cuales lleva por título precisamente La Paz y la otra los Acarnienses, nombre que designa a de los habitantes de Acarna, pueblo cercano a Atenas, uno de los más castigados por la guerra.
Al escribir Lisístrata, Aristófanes tuvo presente la Guerra del Peloponeso, escrita por Tucídides. Fue una contienda que ensangrentó a Grecia al enfrentar a dos grandes sectores del territorio griego: la Liga del Peloponeso, comandada por la oligárquica Esparta, y la Liga de Delos, encabezada por la democrática Atenas. La lucha fue encarnizada y duró 30 años, del 441 al 411 antes de Cristo. Después de alternativas de combates fracasados y victoriosos, de uno y otro bando, Atenas fue derrotada. A las amargas secuelas de esta derrota se añadieron los estragos de una peste prolongada que costó la vida de mucha gente común y de soldados; entre ellos, la del propio Pericles, uno de los comandantes el ejército.

Sexo y poder
Si bien la finalidad esencial de Aristófanes en Lisístrata es, una vez más, denigrar el horrendo acontecimiento de la guerra y exaltar la paz, no puedo dejar de recalcar el papel central que confiere al sexo en la estructuración de esta comedia y con la mira puesta en el logro de la paz. La verdad es que sexo y poder aparecen hermanados, con el predominio del primero porque brinda una fuerza sin par en el intento de alcanzar fines políticos. No conozco en la literatura griega antecedente histórico de este juego original de sexo y poder que da a la obra unidad, como centro del cual irradian los otros temas conexos, sociales y políticos.
El tema central es este: cansadas las mujeres de las devastaciones de la guerra del Peloponeso -de la muerte de tantas personas, familiares algunos, y de ver a sus maridos partir a la lucha con la ansiosa espera de un incierto regreso-, se reúnen en Asamblea y deciden hacer una huelga sexual hasta que la paz vuelva a enseñorearse de Grecia. La impotencia de los hombres para poner fin a la guerra impele a las mujeres a valerse de la abstención conyugal.
La que concibió la idea de imponer a los maridos la abstención del sexo hasta que den término a la guerra es Lisístrata (la connotación en griego de esta palabra es "disolución del ejército"), mujer de temple y aguda inteligencia, carácter fuerte y voluntad enérgica e insobornable. Ella convoca a una Asamblea a las mujeres de varias regiones de Atenas y de Esparta para atraerlas a su plan, pero se encuentra con la inesperada actitud de varias que se resisten a sumarse a él. Con la lucidez y decisión que le da su liderazgo, apela a argumentos convincentes que atraen a las reticentes a su causa. A pesar de la importancia de lo que está en juego -la paz- anteponen como más importante bañar a los niños, darles de comer y acostarlos.Por otra parte, no era fácil persuadir de un plan tan original y significativo a mujeres frívolas, atentas sólo a embellecer su cuerpo, a perfumarse y vestir las muy apreciadas ropas azafranadas.
Hay otras mujeres reticentes porque no están dispuestas a su propia abstención sexual y prefieren que la guerra continúe. Renunciarían a cualquier cosa, y no eludirían cualquier sacrificio al extremo de dar su propia vida si la abstención impuesta a los hombres fuera la única vía para lograr la paz. Y hay algunas que confiesan que están urgidas por el sexo y no encuentran plausible lo propuesto por Lisístrata.
Ante esas actitudes negativas, se agiganta la figura de esta como líder al desplegar, digamos, una retórica persuasiva en cada caso para convencer a mujeres de poco vuelo. Así logra un convencimiento general y las mujeres de Atenas, de Esparta y de otras regiones griegas, reunidas en Asamblea, juran que han de cumplir, por deseosas que estén y sin retaceos, el plan de Lisístrata.
Con tintes también políticos, otro costado del poder femenino por encima del masculino, se revela en esta comedia de Aristófanes en la toma por las mujeres de la Acrópolis -uno de los puntos del plan de Lisístrata- donde se custodiaba el tesoro público de Atenas. Parece muy moderna la lucha que los hombres entablan para recuperar la Acrópolis, pero las mujeres no ceden, se mantienen firmes; ni las amenazas del fuego consiguen amedrentarlas. No claudican ante ninguno de los asedios de los hombres, ni siquiera ante la amenaza de las flechas de los arqueros enviados por el delegado del Consejo para someter a las insurrectas. Lisístrata convoca a todas las mujeres que ocupan la Acrópolis para que amenacen con golpear a los arqueros que se atrevan a herirlas. Ahora son los hombres los que temen que las mujeres construyan navíos y ataquen a caballo porque montan mejor que ellos.

La incapacidad de los hombres
Estas acciones firmes, inconmovibles, se deben al profundo convencimiento transmitido, alentado por Lisístrata: como los hombres han revelado incapacidad para administrar la ciudad, tócales hacerlo a las mujeres: administrar el tesoro público contenido en la Acrópolis, cuya ocupación defienden a todo trance. Todas esas acciones están presididas por la idea clave insuflada por Lisístrata de que la salvación de toda la Hélade está en manos de las mujeres. Por todas partes asoma la inferioridad de los hombres, inclusive se comportan ellas mejor porque pagan los tributos como corresponde.
Después de otros incidentes, los delegados de ambas partes, lacedemonios y atenienses reconocen que la prédica de Lisístrata se ha difundido por toda Grecia; no hay ya motivos para seguir la guerra, la paz está asegurada y con ella el término de la abstinencia sexual. La huelga sexual ha dado su apetecido fruto: la paz. Están ahora hermanados sexo, poder y política. Con canto, música y baile al son de la flauta celebran ambos bandos la gran victoria del proyecto audaz de la audaz Lisístrata. Y al retirarse esta mujer incomparable expresa las palabras que resumen mucho de su pensamiento social: "que el hombre se coloque al lado de la mujer y la mujer se coloque al lado del hombre."
Y para terminar este trabajo quiero señalar algunas apostillas. Me llama la atención lo poco conocida que es esta comedia de Aristófanes, cuya protagonista merecería que las mujeres la ungieran como emblema de los derechos femeninos. Werner Jaeger en su obra Paideia dedica un capítulo interesante a las comedias de Aristófanes, analiza algunas pero no hace ninguna mención de Lisístrata.
Hasta donde sé, Freud no la menciona. Acaso no la conocía. Porque, de conocerla, le hubiera dado ocasión para aplicar o enriquecer su conceptualización del papel del sexo.
En una pequeña ciudad de Colombia llamada Pereira, víctima de la situación reinante en ese país convulsionado, se sigue el camino de Lisístrata: las mujeres harán huelga de piernas cruzadas -así como la de los hombres es de brazos caídos- hasta que cese la lucha de los hombres.
Quiero señalar por último que, aparte de películas y obras de teatro, el nombre de Lisístrata sirvió de portaestandarte de la paz para un proyecto mundial que llevó su nombre, Lysistrata Project, en el que participaron más de 400 países. Fue un acto teatral que en 2003 reunió a miles de personas que tomaron parte en lecturas dramatizadas de esta obra. Estas reuniones no perseguían fines de lucro sino que se realizaban a favor de organizaciones de ayuda humanitaria. © LA GACETA

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