17 Febrero 2019
Te los recomienda: Marco Rossi Peralta. Escritor. Publicó los libros de poesía “La vida en el norte: desear y vender” y “El Mosquito: el tiempo es escaso”. Trabaja en “La Cimarrona” Ediciones.
1- Otro libro de minitahs
Autores varios
UMAS editorial (96 páginas)
Lo elijo porque...
Este libro marca una nueva generación de poetas. Su poesía realiza un acto que -a veces- es revolucionario. Las autoras mirar a su alrededor y construyen y quiebran aquello que ven cómo los mensajes en sus pantallas o un anciano que sonríe en la oficina a pesar de las noticias policiales. Tampoco se rinde culto al amor romántico, la obra es poesía viva, que quema.
Fragmento
“Todo es plástico alrededor menos esto
pienso mientras pido otra cerveza
y calculo
de tu lengua a mi lengua
medio metro,
seis latas
y un porro de distancia.
Pero no puede ser libertad
si me cuesta 45 pesos cada media hora”.
2- Los poemas del jigante
Álvaro Cormenzana
Editorial 3 ramones (136 páginas)
Lo elijo porque...
Sin libro alguno publicado durante décadas, Cormenzana fue sin embargo el poeta más influyente de su generación. Sus palabras tienen una profundidad que a veces da miedo y a veces fascina. No se puede hablar de la poesía del norte sin nombrarlo. Este autor jujeño (pero que vivió en Tucumán) es, no hay dudas, nuestro poeta mítico.
Fragmento
“Ahora…
no habrá peor pena.
Eres el cadáver que flota en mi sangre
para siempre.
Descubrí que mi sed no era tan mía.
Y por eso el odio”.
“Cantaré tu sueño/ imitando la voz/ que habita mi cuerpo/ hasta pronunciar/ mi nombre”.
3- La oruga sobre el pizarrón
Eduardo Rosenzvaig
Ediciones Colihue (128 páginas)
Lo elijo porque...
Es la historia de Isauro Arancibia, asesinado de 140 balazos durante la última dictadura. Esta novela (o especie de novela) está narrada con justicia por el historiador Eduardo Rosenzvaig. Es un libro extraño que al leerlo nos da la sensación de que nos devolvieron algo que no sabíamos perdido pero nos hacía falta.
Fragmento
“Para imponer el proyecto educativo iniciado el 24 de marzo de 1976, se necesitaba la muerte de un maestro. Para legalizar el desguace de la Nación (...) se empezó robando a ese mismo maestro un par de zapatos nuevos. Si a las nuevas generaciones debe educárselas en la dignidad, se requiere no poner una bandera de remate sobre los recuerdos.
Esta es la vida apretada de un maestro, Francisco Isauro Arancibia, uno de los fundadores de la CTERA, al que se robó el par de zapatos. Ese texto es un intento de rescatar de los forajidos los zapatos robados. Para entonces retornarlos. No es justo que un maestro ande descalzo por el cielo”.
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