Primeras ficciones publicadas de Kodama

Primeras ficciones publicadas de Kodama

Samuráis, dinosaurios, halcones, centauros, katanas y runas

ESCRITORA Y TRADUCTORA. Aunque se la conoce por haber sido la esposa de Jorge Luis Borges, Kodama escribe con una voz literaria singular. télam (archivo) ESCRITORA Y TRADUCTORA. Aunque se la conoce por haber sido la esposa de Jorge Luis Borges, Kodama escribe con una voz literaria singular. télam (archivo)
05 Noviembre 2017

COMPILACIÓN

RELATOS

MARÍA KODAMA

(Sudamericana - Buenos Aires)  

Cuando la vi por primera vez a María Kodama, hará unos 40 años, supe de inmediato del misterio, la magia y la fuerza secreta que habitaban en ella. Lo que Alejandra Pizarnik dijo tan bellamente en otro contexto, sería aplicable a María y su mundo: “ese rincón sensible, luchador, de piel suave y tierno corazón guerrero”.

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En los cuatro relatos que conforman este libro (La sentencia, Leonor, El dinosaurio, John Hawkwood), aparecen todas esas cualidades, unidas en una voz literaria singular, que brilla con luz propia.

Es la primera vez que la autora publica trabajos de ficción. Sus personajes son: un joven samurái, escindido entre el deseo y el deber, entregado a un ritual de iniciación (“A partir de ese instante quedaba declarada la guerra a su carne, a sus sueños. Durante tres días debía permanecer inmóvil”); una niña de una sensibilidad exacerbada, decepcionada por el mundo de los grandes y fascinada por las constelaciones. Está también el paleontólogo nórdico luchando con la nieve, la montaña y todas las adversidades en pos de un gran descubrimiento; y, finalmente, la historia de un condotiero moribundo, reviviendo en el siglo XIV, una terrible relación con su hermano.

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Todos ellos están unidos por los relámpagos de la memoria, los vericuetos de sus fantasías, y por ideas centrales como el honor, el amor, la culpa, los pactos, las traiciones, la muerte. Probablemente algunos de esos seres imaginarios sean, en cierto modo, “alter egos” de la autora, en la medida en que toda obra de arte es- consciente o inconscientemente- una recreación autobiográfica.

“John Hawkwood siente que ese hombre que es su hermano mayor, esencialmente es él. Es como todos los que él encontró a lo largo de su vida”.

Dimensiones distintas

Se le debe al pintor y escultor italiano (de origen ruso-polaco) Alessandro Kokocinski -y a las inquietantes 20 acuarelas y tintas que ilustran estos Relatos- la publicación de este libro, en una original y cuidada edición. Sin ellos, y sin la implacabilidad del Ker (al cual la autora alude en su introito) acaso estos textos no hubiesen visto la luz, ya que a María Kodama le interesa escribir, no publicar.

Con un lenguaje prístino y distante, con un estilo elaborado, Kodama nos sumerge en dimensiones distintas y perturbadoras. Su lado oriental (japonés) escribe y dibuja sutiles e impactantes tramas que son como ideogramas. Los tiempos y los espacios se entremezclan, los sueños y la realidad también. La acción nunca es lineal, sino que se abre a urdimbres y derivaciones insospechadas.

Nos internamos así en su mitología hecha de samuráis, dinosaurios, halcones, centauros, katanas y runas, conocemos a esa niña enferma llamada Leonor, padeciendo la hipocresía de los adultos y buscando en el fondo de un arcón la belleza de las estrellas. Todos esos personajes- poéticos y terribles- van abriendo extraños portales y nos abren el apetito para leer otros cuentos de María Kodama, escondidos como los tesoros en la profundidad de su alma.

© LA GACETA

Alina Diaconú

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