La mala memoria

La mala memoria

La seguridad en la provincia se convirtió más en una causa política que en una preocupación central. En el IPV no se acuerdan de las irregularidades. La campaña borra recuerdos. En 15 se vota y para algunos es a todo o nada.

Fue la semana del olvido. De repente, la amnesia envolvió a políticos, funcionarios y magistrados. Cuando menos se lo esperaba los tucumanos fueron espectadores de cómo en la Legislatura se les pasó el vencimiento de la emergencia de seguridad de la provincia. Hace un año Juan Manzur, Osvaldo Jaldo, el ministro de Gobierno, Justicia y Seguridad, Regino Amado y los legisladores se rasgaron las vestiduras por la trascendental decisión de declarar a Tucumán en una emergencia de seguridad. Desde la Cámara invitaron a autoridades de la Justicia y representantes de diferentes áreas del Poder Ejecutivo y todos hicieron sesudas reuniones para atender esta emergencia. Se olvidaron. Estaban en otra.

Quizás exista otra interpretación y alguien piense que ya está todo solucionado y que Tucumán no necesita estar en emergencia en materia de seguridad. Pero a esto nadie lo dice. Este fin de semana hubo legisladores que despertaron de la modorra y cuando faltaban algunas horas para que se venciera el plazo de la emergencia avisaron y pusieron el grito en el cielo. Terminaron actuando con picardía o tienen problemas para confeccionar las agendas. Hoy, en la Cámara en la que se compensa la pérdida de algunos gastos sociales con la aparición de contratos laborales es llamativo que ninguno de los empleados (de los truchos y de los verdaderos) no haya podido atarse el dedo para avisar. Peronistas, radicales, Pros, todos fueron víctimas de esta amnesia colectiva.

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En definitiva, en lugar de hacer política de seguridad, hicieron política con la seguridad.

Laberinto intrincado

Cuando era joven era un criterioso jugador. Pedía la pelota y su mirada de zorro ladino y astuto le ayudaba a que la pelota fuera su principal aliada. Tiraba de lejos y embocaba. Al costado de la cancha un grupo de jovenzuelos lo vivaban y hasta se emocionaban viendo al jugador. Lo idolatraban. Él, artesanalmente, se había hecho una pantalones cortos especiales. A cada costado tenía un trozo de toalla que le ayudaban a secarse las manos para que la pelota de básquet no se le escapara de las manos. Con el tiempo se instaló en un cuadrado de la entrada del parque Guillermina, y en ese pequeño cubículo latoso vendía caramelos y gaseosas a los más pequeños paseantes. Las astucia del zorro, la habilidad para “dribblear” y el negocio de la venta le sirvieron para escalar y convertirse en una de las manos diestras del interventor del Instituto de la Vivienda de la provincia, Gustavo Durán.

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Según comentan en el IPV, más de una vez, así como distribuía el juego en la cancha de básquet, distribuía un papelito con su firma que agilizaba el trámite para la entrega de casas. Hoy, muchos de los que recibieron esa pelota están sospechados de corrupción por supuesta venta de viviendas. Acostumbrado a pedir la pelota para conquistar dobles, se cansó de pedir y terminó denunciado por enriquecimiento ilícito. Las fintas del básquet lo ayudaron a esconder el balón y ahora lo acusan de haber escondido un dinero en la caja de seguridad de un banco. Un hombre al que él le pidió ayuda (Alvaro Arraya) fue ante la Justicia y, pese a los insistentes llamados de aquel personaje, no le dio pelota y le dijo a la fiscala Adriana Gianonni que los casi 8 millones de pesos que estaban en la caja de seguridad en dólares no eran de él sino del número dos de la estructura de Durán. El gobernador de la provincia, Juan Manzur decidió, final y tardíamente, pedirle a Miguel Jiménez Augier que abandonara el IPV.

La lógica política siempre se mueve en coordenadas de triunfos y derrotas. Les cuesta analizar que sus decisiones pueden mejorar la vida de muchos ciudadanos. Por eso Manzur atrasa en sus miradas sobre el IPV. Las irregularidades que trascendieron ante la prensa pareciera que para él implicarían una derrota o que darle la razón a la prensa significaría perder algo. Manzur también teme por su blindaje político, de lo contrario no se entiende sus reflejos tan aletargados. ¿Teme que su creador político, el titiritero José Alperovich, lo castigue por meterse? Vale subrayar que el canciller Manzur no se animó a tocar la estructura del instituto y la dejó tal cual venia desde la anterior gestión alperovichista. ¿Teme entrometerse porque su actual socio, el general Osvaldo Jaldo, dice que hay que defender al IPV? O tal vez no teme ningún problema político y avala y comparte el criterio de casi el 90% de los empresarios de la construcción. Ellos consideran que la gestión de Durán ha sido y es muy buena porque les dio ganancias y no les importa si hay errores, irregularidades, corrupción o trampas. Hasta ahora son todas sospechas; sin embargo, el propio Durán ha determinado suspender a una de sus hombres en el IPV, Lucas Barrionuevo, y nada ha dicho de que le sacaron otra pata de su trípode al echar a Jiménez Augier. Incluso él ha reconocido ante la prensa errores en su gestión.

En los corrillos de la Casa de Gobierno afirman -en voz baja, porque nadie quiere hacer declaraciones ni analizar, ni opinar sobre los desaguisados del IPV- que después de los comicios se harían cambios en el instituto. ¿Por qué se deben hacer cambios después de las elecciones? Si hay cosas para cambiar, por qué no hacerlo ahora mismo para que la ciudadanía tenga algo mejor. Y si no hay cosas para cambiar, entonces por qué no frenar esas versiones que sólo dañan a la institución. El IPV se ha vuelto un laberinto en el que más de uno está perdido y no sabe cómo salir.

Cambiemos, por los votos

La batalla electoral ha entrado en su última etapa. Hay cuatro bancas en juego y en las Paso la repartija fue inesperada. Tanto peronistas como los de Cambiemos aseguraban al comienzo que se las iban a repartir equitativamente. Las elecciones del 13 de agosto le dieron al peronismo un ilusorio 3 a 1 y eso puso en alerta a Cambiemos. De Buenos Aires mandaron estrategas a revisar la campaña y la pata peronista de Cambiemos fue más peronista que nunca. El aparato municipal, con algunas ayudas que llegan desde la Nación, abastece al interior. Tiene una justificación legal, más no una coherencia ética entre discursos y acciones. No les importa mucho. El objetivo que se ha puesto el intendente de la Capital es conseguir que la distribución de los escaños en juego sea equitativo. Eso implica que entre a la Cámara de Diputados la esposa del Lord Mayor. Esta semana le dieron vuelta algunas cartas los enemigos internos que tiene dentro de la Municipalidad y le llevaron el asado bien jugoso hasta la Casa de Gobierno. No obstante, Alfaro apuesta a todo o nada. Es que si se repite el resultado de agosto, Alfaro tendrá que repensar su rol dentro de Cambiemos porque desde el Pro y desde algunos sectores radicales irán por él. José Cano sabe que la banca que disputa ya la tiene, pero también el resultado lo espanta. Más de uno lo oyó decir que sigue teniendo más votos a medida que encara una elección, sin embargo, también sigue sumando magulladuras electorales. En Cambiemos después del 22 todos los dirigentes harán honor al nombre de la coalición.

Peronistas en campaña

El peronismo oficialista que maneja los hilos de la provincia también tiene todo el aparato estatal trabajando para que los comicios no les traigan sorpresas. Las encuestas que manejan en la Casa de Gobierno les dan la tranquilidad de que el triunfo se repetirá. No obstante, les advierten que a sus rivales les está dando resultado el trabajo que vienen realizando y habrían remontado algunos puntos. Nadie se arriesga a mostrar los guarismos que les entregan los encuestadores. Es una vieja maña de Alperovich que se mantiene. El 23 del corriente comienza también otra batalla en el peronismo. La situación de los líderes del PJ es diferente. Alperovich quiere que no lo molesten y que la decisión respecto de qué hará en 2019 sea estrictamente personal. Manzur, en tanto, se siente con derecho adquirido a volver a intentar ser gobernador en aquel año. Justamente, ir tras ese objetivo podría incomodar al hombre que lo inventó. Jaldo, en cambio, sin quererlo, se ha convertido en el más potente de los tres porque los votos que tenga el peronismo dentro de 15 días llevan su nombre exclusivamente.

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