Piruetas al pie del cerro

Piruetas al pie del cerro

El Concejo de Yerba Buena frenó un acuerdo entre Campero y Naum Alperovich. Todos se enojaron, pero el problema sigue y las normas no se cumplen. El vecino continúa viendo cómo se violan normas y no pasa nada.

Primer acto: Un empresario hace una obra sin cumplir con las reglas.

Segundo acto: Un político hace la vista gorda a la construcción.

Tercer acto: La obra se habilita y aquí no pasó nada.

¿Cómo se llama la obra?

La historia vuelve a repetirse.

En aquellos tiempos donde el dueño del circo era Daniel Toledo, Naum Alperovich hizo una obra como no podía hacerla. Nada nuevo en este Tucson, donde las excepciones son las reglas.

Publicidad

En aquella payasesca ciudad que se levanta al pie del cerro, se pusieron serios y quisieron dar el ejemplo. Fue un chascarrillo más. El intendente Mariano Campero firmó un acuerdo con el hermano del ex gobernador en el que el empresario se comprometía a realizar una serie de obras en compensación por haber hecho el chiste de construir más de lo que debía y ni hablar de lo que había proyectado. El nuevo dueño del circo y el constructor pusieron la firma en el acuerdo.

La rúbrica es un acto solemne, no es un garabato que ilustra un papelito sin importancia. Campero y Naum Alperovich se comprometieron a superar el acto de magia que significaba hacer lo indebido y convertirlo en algo que podía favorecer a la ciudadanía. Para no hacer uso de la piqueta por haber construido más de lo que le autorizaban las normas, se había acordado una parquización del Camino de Sirga, la construcción de una calle que llegaría desde la avenida Perón hasta el acceso al Jockey Club habilitando así el acceso a otros barrios. Si las obras superaban los $ 4 millones, se computaría como crédito fiscal para el empresario. Había un año de plazo.

Publicidad

En ese lapso salió el mago a escena. “Abracadabra”. Aquella palabra mágica llegó de la Edad Media e hizo brujerías en el moderno circo de Yerba Buena. Demostró que los acuerdos no se firman con tinta indeleble. Es más, se puede borrar con el codo lo que se escribe con la mano.

En un año se hizo muy poco. Casi nada. El dueño del circo salió a escena a hacer malabarismos y morisquetas. El empresario dejó que pasen las funciones.

Llegó el turno de los payasos. Estos son los personajes del público. Los hacen reír, los hacen llorar. Son los que siempre ayudan a que el espectáculo no decaiga. Suelen decir la verdad detrás de su cara pintada y buscan la alegría detrás de esa lágrima dibujada. Por eso pueden decir que serán distintos y terminan siendo iguales. No tienen vergüenza de prometer cambiar y no hacerlo, y pueden avisar que no sesionarán porque están enojados y no quieren que entre al circo alguien que no les gusta y, al mismo tiempo, reunirse. Era la oportunidad de ponerle el pie al dueño del circo en medio de la pista.

Los concejales de Yerba Buena se sentaron en el recinto con una sola intención el jueves pasado. Esta vez no tuvieron pereza para levantar la mano y dar de baja aquel acuerdo entre el intendente Campero y el empresario Naum Alperovich. Fueron por lana y salieron trasquilados. Quisieron asestarle un duro golpe a Campero y terminaron ayudándolo. Durante casi un año, el intendente no tuvo fuerzas para hacer cumplir el acuerdo. Fracasó. Había querido dar el ejemplo con este caso para que todos los demás empresarios y constructores que se abusaron y rieron de las normas y de los yerbabuenenses estuvieran alertas porque se iban a venir las sanciones. No pudo. Naum Alperovich dejó correr el tiempo y no se cumplió el acuerdo. Por eso, los concejales que querían castigar a Campero le hicieron el mejor regalo. El espectáculo circense debiera haber terminado en Tribunales, si es que se trató de acto de corrupción, como se sugirió en la sesión del Concejo, pero nadie lo llevó a la Justicia.

Entre el público había caritas felices. El legislador radical Ariel García aplaude cada vez que algo vinculado a José Cano puede quedar mal. En este caso, el intendente Campero es expuesto como un emblema del Cambiemos de Cano. Desde hace tiempo que García advierte que Cano es sinónimo de corrupción. El general Osvaldo Jaldo es otro que aplaude a rabiar. No le importa de qué se trate. Ni aún en los casos en los que Tucson puede salir perjudicado, al vicegobernador sólo le interesa que el peronismo gane y que Cambiemos pierda. En este caso la alegría le puede costar algún reproche porque el empresario es hermano de José Alperovich, el hombre por el cual juró Jaldo como diputado y dijo que fue “el mejor gobernador de la historia de Tucumán”.

Acostumbrado al paradigma que supo imponer su hermano, cuando el empresario Naum Alperovich busca explicar lo ocurrido se victimiza diciendo que esto no le pasaría si no fuera quien es. No hay tal confusión en este espectáculo. El empresario simplemente no respetó las ordenanzas, más allá de quién es o cuál es su apellido.

No es una historia nueva en Tucson. Es la misma obra de siempre.

El próximo sábado los tucumanos tendrán la oferta electoral completa. Los últimos días hubo asados, reuniones, mentiras y sorpresas para despistar a los diferentes interlocutores. La primera sorpresa fue verlo a José Alperovich en la Casa de Gobierno. Volvió una mañana. No se sentó en la cabecera del despacho que supo ocupar una docena de años. Estuvo al costado. La imagen no es menor. Alperovich aún está incómodo. Si alguien se cruza con él dirá lo de siempre: “este es mi mejor momento”, como sostenía cuando era gobernador. Sin embargo, está incómodo. Es senador de la Nación, pero se comporta igual a cuando era el mandatario provincial que tenía a todos agarrado en su puño. Le cuesta desensillar. Por eso cuando fue a la Casa de Gobierno no se sentó como uno más. Tampoco habló con el canciller Manzur y con el general Jaldo de cosas banales ni de cuestiones institucionales. El tema fueron los comicios y la lista. El trío no coincide. Hay diferencias entre ellos respecto de la nómina. Por ahora lo que trasciende es quién ocupará el tercer lugar. El ex diputado y legislador exageradamente ultraalperovichista Roque Alvarez es quien tiene más fichas para ocupar el lugar.

Cambiemos también tiene complicaciones con el tercer puesto. El PRO quiere ese lugar que alguna vez estuvo reservado para Domingo Amaya. El titular del partido Alejandro Ávila Gallo es quien más palmadas recibió desde Buenos Aires, mientras que aquí en la provincia Alberto Colombres Garmendia quiere revalidar títulos y encuestas. Sin dudas ese fue el tema central en el cumpleaños de la dirigente Carla Porta.

El martes pasado hubo asado, buen vino y un flan de postre. También el justificativo fue analizar cuestiones institucionales y acciones del Plan Belgrano. Lo cierto es que la charla de Claudio Viña, José Costanzo y Federico Martínez no quedó en eso simplemente. Tenían un ministro de interlocutor. José Cano, a medida que avanzaba la noche, no dudó y salió la idea de que estos republicanos se sumen a Cambiemos. Al momento de las definiciones, se profundizará el cisma de Fuerza Republicana donde el bussismo parece quedar más aislado aún.

Tamaño texto
Comentarios
Comentarios