María de las Mercedes Haga se fue a estudiar y encontró trabajo y amor

María de las Mercedes Haga se fue a estudiar y encontró trabajo y amor

La distancia siempre aporta una mirada diferente del lugar propio, un cambio de perspectiva que empuja a pensar qué tenemos para enseñarle al mundo y, sobre todo, qué tenemos que aprender. Estos son algunos tucumanos que edificaron su vida fuera del país.

CRUZANDO LA CORDILLERA. En Chile Mercedes logró proyectarse laboralmente y encontrar la felicidad. CRUZANDO LA CORDILLERA. En Chile Mercedes logró proyectarse laboralmente y encontrar la felicidad.
18 Junio 2017

María de las Mercedes Haga es economista, egresada de la UNT; tiene 40 años y está casada con Gerardo Martínez, un salvadoreño que, como ella, se fue a hacer su carrera de posgrado a Santiago de Chile y se quedó. Tienen dos nenas, Ana María y Valentina, y José Tomás viene en camino.

- ¿Hace cuánto te fuiste? ¿Qué pasaba en ese momento en el país, en la provincia?

- Me fui en agosto de 2002 para estudiar un doctorado en la Universidad Católica de Chile, en Santiago. En ese momento había mucha inestabilidad e incertidumbre, derivadas de la crisis política y económica de fines de 2001.

Publicidad

- ¿Por qué te instalaste en Chile? ¿A qué te dedicás?

- Los ahorros de mi familia habían quedado atrapados en el corralito y muchas becas se cortaron. Allá me ofrecieron beca completa (matrícula y manutención). Era la primera vez que me instalaba fuera de Tucumán, e irme a un país vecino me daba la sensación de estar más cerca de mi hermano, que se quedaba solo en Tucumán. Soy profesora de Finanzas Corporativas en la Facultad de Ingeniería de una universidad privada; también hago investigación. Mis áreas de especialidad son Política Monetaria y Economía Política (¡como buena argentina, siempre preocupada de la inflación!), pero en este último tiempo me he dedicado también a temas de Energía. Como acá la inflación está controlada hace muchos años y la institucionalidad es relativamente sólida, temas de política energética son mucho más “sexies” que los de monetaria.

Publicidad

- ¿Fue duro adaptarse?

- Nuestras culturas no son tan diferentes. La diferencia la hace vivir en una ciudad más grande, lo que significa poder compartir con gente distinta, con visiones diferentes, heterogéneas en su crianza, su religión, su percepción de las cosas. Pero creo que eso es sólo un “efecto tamaño”; seguramente hubiera pasado lo mismo si me mudaba a Buenos Aires. Pero hubo otra adaptación: Gerardo es de El Salvador. Nos conocimos en la universidad, porque él también vino a hacer un posgrado. Y debo confesar que ¡me cuesta más adaptarme a la cultura salvadoreña que a la chilena! Estamos casados hace 10 años y todavía hay cuestiones culturales, de crianza que el uno no entiende del otro.

- ¿Qué aportó Tucumán a tu formación profesional y como persona?

- La educación formal que recibí en Tucumán fue fundamental para poder desarrollarme profesionalmente. Me fui a los 25 años, por lo que ya estaban más que sentadas mis bases valóricas, para lo cual fueron determinantes mi familia y amigos.

- ¿Qué extrañás de Tucumán? ¿Y qué no extrañás en absoluto?

- Por supuesto, extraño a familia y amigos que todavía están allá (aunque la mayoría también emigró). Extraño algunas comidas y sobre todo la vida de barrio (aunque por estos días tal vez es más un recuerdo utópico que una realidad). No extraño la falta de meritocracia, el oportunismo (que si bien está presente en todas partes, siento que en Argentina es especialmente marcado) y sobre todo, no me gusta lo ideológicamente dividida que se percibe, al menos desde fuera, la sociedad argentina. En general creo que somos bastante parecidos con los chilenos. Siento que acá son mucho menos acogedores que nosotros en Tucumán; es mucho más difícil que te integren respecto de lo que nosotros estamos acostumbrados. Pero, de nuevo, puede ser el “efecto tamaño”. Ciertamente la gente de regiones (como se le dice a la gente del interior), es sensiblemente más acogedora que la de Santiago.

- ¿Volverías a Tucumán? ¿Algunas condiciones locales tendrían que cambiar para que regresaras?

- Por ahora no busco volver, pero uno nunca sabe… Lo fundamental para poder volver sería tener la posibilidad de vivir dignamente de mi trabajo, con capacidad de proyección, tanto para mí como para mi familia.

Tamaño texto
Comentarios
Comentarios