Pare, chofer

Pare, chofer

El conflicto de la línea 11 está generando un gran revuelo en Tribunales. Terminó destapando el atraso de causas y la tensión entre varias figuras del Poder Judicial. Preocupan las consecuencias que pueden tener dos causas.

“Arriba los que van a Villa Angelina”. “Al fondo, que aquí no hay lugar”. Todos se subieron al ómnibus de la Línea 11 y ahora tocan el timbre con desesperación y el chofer no para.

La simple caducidad del servicio de una línea de ómnibus de la Capital pone en jaque –otra vez- las endebles instituciones tucumanas.

Papá Noel estaba llegando a los hogares tucumanos cuando el conflicto judicial estalló. Deudas y quejas de sus ex vecinos de Amalia por el servicio fueron los justificativos para que el intendente Germán Alfaro se subiera al ómnibus y resolviera que Oscar Alonso apague los motores. Pegó un chiflido y se anotó para conducir Leagas, una firma que conocía a ex funcionarios de la Casa de Gobierno. Cuando el sol abrasador de enero justificaba hasta el hastío de las lagartijas, se subieron al ómnibus los magistrados Norberto Salvador Ruiz y Horacio Castellanos. Estos consideraron que la caducidad no correspondía. Y le dieron a Alonso la orden de que retomara el servicio. Ello ocurrió en la feria: Sergio Gandur, el camarista colega de los nombrados, estaba trabajando, de turno.

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Se empezaba a llenar el ómnibus cuando el chofer no pudo evitar la parada obligada de la apelación. Allí hizo señas y se subió Jorge Mihelj, de la firma Leagas. Cual vendedor ambulante que tiene ofertas para la cartera de la dama y el bolsillo del caballero, gritó su denuncia penal contra los tres camaristas del fuero contencioso administrativo. En su voceo Mihelj sostenía que Ruiz y Castellanos lo habían perjudicado al rechazar la revocatoria de una cautelar debido a que Gandur (hijo del presidente de la Corte, Antonio Gandur) “tendría una vieja y entrañable relación de amistad y de intereses con los dueños de la Línea 11 (Inverbus)”. Mihelj no tuvo compasión y dio a entender que todo había sido orquestado por el Gandur presidente de la Corte. Mihelj otra vez hizo seña y el ómnibus se estacionó en el cordón de la esquina del escándalo: allí subió Sofía Gandur, abogada de la fiscalía de Estado, y, a la vez apoderada de la firma que manejaba la línea 11. Sofía es, a la sazón, hija del juez y nieta del titular del alto tribunal. El responsable de la firma Leagas que quería manejar los ómnibus de la 11, no dudó en mencionarla en sus denuncias.

Y Mihelj, que es socio del empresario Jorge Berretta, que se mostró para manejar la línea 11, siguió vociferando cual vendedor ambulante que los camaristas en lo Contencioso Administrativo denunciados habrían incurrido en abuso de autoridad y que habría tráfico de influencias al otorgar a Alonso una medida cautelar que le permitía seguir manejando el transporte.

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Reglas de tránsito

El ómnibus ya es un gran desorden. Se tramitan dos causas aún sin resolución que obligan a amontonar más pasajeros en les unidad. Así el fiscal Washington Navarro Dávila se sentó en el primer asiento con un pesado expediente en el que investiga a los jueces y al entorno del titular de la Corte.

La otra causa ha hecho que unos asientos más atrás se acomoden los vocales Claudia Sbdar, René Goane y Daniel Posse. Ellos tres (Gandur abuelo se excusó, obviamente) deberán definir si corresponde la cautelar fue bien apelada y por lo tanto, tienen en sus lapiceras la última palabra para determinar quién manejará la línea 11.

Si, en ese caso, la Corte confirma la cautelar en favor de Alonso (vinculado a la familia Gandur) y por lo tanto sigue manejando la línea 11, no va a extrañar -porque lo anunciaron- que aparezcan los otros empresarios haciendo piquetes que podrían derivar en juicios contra este tribunal. Por lo tanto, ellos no viajan muy cómodos ni sintiéndose libres en la unidad.

Pero si la elucubración es otra y los tres vocales resuelven darle la razón a Leagas y al intendente protestón, también le estarán dando vía libre para la investigación penal del fiscal Navarro Dávila contra los magistrados. Por lo tanto, todos los pasajeros silban y miran por la ventanilla, pero lo único que les importa es qué harán Sbdar, Goane y Posse.

Pisotón

Allá en el último asiento se lo ve al juez Ruiz. Es el mismo que fue escrachado por el peronismo cuando anuló los comicios de 2014. Él hace rato había decidido bajarse definitivamente y abandonar su carrera judicial. Lo hizo: presentó la renuncia y empezó a tocar el timbre para empezar a caminar por la calle. Nunca se abrió la bendita puerta y sigue dando vueltas. Su dimisión la pisa el canciller Juan Manzur. Está bajo la suela de su zapato y será difícil que levante el pie. Los malpensados afirman que no lo hará como para compensar el sufrimiento oficialista de hace dos años después de la quema de urnas. Ocurre que si avanza la investigación de Navarro Dávila, y aparece un juicio político, Ruiz podría llegar hasta a perder su jubilación.

Pero en este ómnibus transitan más sorpresas. Al lado de Ruiz viaja su abogado defensor, Arnaldo Ahumada, quien alguna vez fue la pesadilla del alperovichismo por sus juicios con jubilados y por la mismísima causa que hizo caer por unos días los comicios. Dos asientos más a la derecha viaja sentado Nicanor Rodríguez del Busto, que defiende al colega de Ruiz, Castellanos, y que además está casado con una relatora de Gandur.

Volantazo

Uno de los pasajeros sintió que nadie le daba el asiento y que por el contrario, sintió que lo iban arrinconando a los empujones.

Le pareció que Navarro Dávila no podía ir cerca del chofer marcando el rumbo del ómnibus y, luego de recusarlo, intentó -hasta aquí sin suerte- que el juez Juan Francisco Pisa tome las riendas de la causa penal que está con secreto de sumario hace meses. Miró de reojo y vio que no estaba adentro Edmundo Jiménez, quien podría poner quicio ante cualquier desliz de los fiscales. Entonces, hizo algunos movimientos para que subiera alguien más a la ya atestada unidad de transporte. Gandur, como titular del Poder Judicial, pidió que se aceleraran cuatro causas. Una de ellas, la que trata de saber qué pasó con Paulina, lleva ya 11 años de oscuridad. La otra es la que tiene que determinar qué pasó en la Dirección de Arquitectura y Urbanismo (DAU) durante la gestión de Miguel Ángel Brito. La tercera es la que se conoce como causa “Teves” y la cuarta tiene que ver con la gestión de Carlos Albaca como fiscal (del caso de Paulina). En las dos primeras Gandur, como por arte de magia, puso adentro de la coctelera al ex gobernador José Alperovich y a sus ministros, y en las dos últimas a Jiménez y a su ministerio fiscal. En medio de la multitud, Gandur se paró y puso los codos. ¡¡¡¡Chofer, pare ese motor!!!!!

En la calle

Mientras las intrigas del Palacio se mueven como coctelera dentro del ómnibus, en la calle las elecciones y los prolegómenos preelectorales marcan el ritmo de la vida pública. Por primera vez, el canciller Manzur y el general Osvaldo Jaldo convocaron a sus huestes de Capital. Junto con el candidato Pablo Yedlin compartieron una jornada de debate. Brilló por su ausencia José Alperovich y los diferentes dirigentes advirtieron que otras épocas -no tan lejanas- sobraban las “ayudas” para hacer política y que ahora corren con esas ventajas los bendecidos por el gobierno nacional de Cambiemos. Ese análisis llevaba un reclamo implícito para el gobernador que se traducía en la necesidad que los ministerios de su gabinete tuvieran una política más abierta para los dirigentes que hasta esta semana siempre se sintieron solos y desoídos.

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