Preocupa el acoso callejero que sufren las mujeres

Preocupa el acoso callejero que sufren las mujeres

Es ese dicho breve con que se pondera alguna cualidad de alguien, especialmente la belleza de una mujer, y en menos casos, la del hombre. Es la definición de piropo que nos ofrece el diccionario. Pero esta expresión, por lo general, callejera, encierra con frecuencia connotaciones obscenas, que muchas veces derivan en contacto físico, persecución y/o ataque. De acuerdo con una encuesta que divulgamos en el programa “Panorama Tucumano” -producido por LA GACETA TV-, el 45% de las mujeres estuvieron expuestas a comentarios sexuales explícitos, el 28% declaró haber sido seguida por un hombre alguna vez y el 10% ha tenido que soportar que un hombre hiciera prácticas sexuales frente a ellas. El 91% de las damas sostiene que cambian de vereda o de trayecto para evitar el acoso. Según la agrupación Mujeres de la Matria Latinoamericana, el 85% de las damas se sienten inseguras caminando solas por la calle. El 93% recibe diariamente comentarios sobre su apariencia, bocinazos o silbidos, y el 45% comentarios sexualmente explícitos.

En la ciudad de Buenos Aires, el acoso callejero está penado con multas de hasta $1.000, de acuerdo con una norma promulgada en diciembre pasado. En el ámbito local, un legislador acaba de presentar una iniciativa que establece sanciones (siempre que el hecho no constituya delito) que abarcan entre dos a diez días de trabajo de utilidad pública o una multa por el valor de 15 a 20 litros de nafta súper. La autoridad de aplicación será el Ministerio de Gobierno, Justicia y Seguridad de la Provincia. “Existe una diferencia sustantiva entre piropo y acoso, ya que el primero no connota violencia, siempre que se dé en un ámbito de respeto, amabilidad y equidad. Por el contrario, el acoso callejero no propone una interacción, sino que la impone, ya que invade la esfera de la intimidad de la persona y restringe su libertad... El acoso está relacionado con las conductas sociales de dominación masculina, producto de una matriz histórica que reproduce y legitima la desigualdad entre géneros, transformando esta en un hecho de la naturaleza, ocultando su carácter social”, se señala en los fundamentos del proyecto.

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El piropo tiene su nacimiento en la antigüedad. En griego significaba “ojo o mirada de fuego”. Los romanos tomaron la palabra y la emplearon para clasificar piedras finas (granates) de color rojo (rubí). El rubí simbolizaba al corazón y era la piedra que los galanes regalaban a la cortejada.

Las cifras reveladas en las encuestas, podrían representar una exageración para el sector masculino, pero sin embargo, no lo son. Las mujeres se sienten intimidadas con este acoso verbal que revela una faceta de la omnipotencia machista. Muchas veces ellas callan, no porque les gusta lo que escuchan, sino por miedo a una reacción violenta del acosador.

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Es difícil, pero no imposible revertir una manifestación tan antigua. Nos parece que la educación es siempre el punto de partida para modificar los hábitos malsanos que suelen acompañarnos a nivel individual y colectivo. En el hogar se aprenden los valores morales y se reafirman luego en la escuela. Sin embargo, sucede con frecuencia que los padres son violentos y sus hijos siguen el mal ejemplo; les parece natural el maltrato a la mujer.

En otras ocasiones, hemos señalado que la introducción de la mediación escolar puede ayudar al mejor entendimiento entre las personas. Aquel conocido y poco ejercitado refrán “No hagas a los demás lo que no te gusta que te hagan” es un buen punto de partida para aprender a ponerse en el lugar del otro. Si lográramos eso, tendríamos probablemente una sociedad más evolucionada, menos agresiva y más humana.

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