Lejos de los Kirchner
Una sorpresiva condición insertada en el plan de ajuste sugerido por la Nación a Santa Cruz llamó la atención de propios y de extraños, y sus ecos causaron escozor por estos lares: el macrismo le exigió al gobierno de Alicia Kirchner la eliminación de la ley de Lemas a cambio de una colaboración económica del poder central para que la provincia del sur no estalle por los aires. ¿Tienen que ver los aspectos electorales, más vinculados a una reforma política, con medidas económicas?

Los efectos negativos de una normativa electoral se observan más que nada durante el día de las votaciones, en la forma en la que se determinan las representatividades de los electos y en la que forma en la que luego se compone el poder político. La hermana del ex presidente Kirchner no ganó los comicios, salió segunda en cantidad de sufragios, pero por la normativa legal resultó electa; algo parecido a lo que ocurrió en los comicios de Tucumán en 1987, que los ganó el radical Chebaia, pero terminó gobernando el peronista Domato. No había Lemas en la provincia, sino Colegio Electoral por ese entonces. Los sublemas llegaron después, en 1991, y posteriormente el acople, en 2007.

Nadie puede dudar de las consecuencias negativas de la ley de Lemas en el extremismo de su aplicación; Tucumán la padeció con la multiplicación a niveles increíbles de los sublemas; lo que torna inobjetable el reemplazo de ese sistema electoral. Pero de ahí a ponerlo como condición para una dar una ayuda económica, hace dudar sobre si es que efectivamente se aspira a dar esa mano de manera urgente. Esto conlleva a la siguiente pregunta, para algunos descabellada: ¿si en la provincia estalla una crisis social y económica, el macrismo condicionará la ayuda nacional a la eliminación del acople? Si resulta administrativamente complicado derogar una ley -como en el caso de Santa Cruz-, en Tucumán implicaría un verdadero dolor de cabeza institucional la supresión del sistema de acople por cuanto habría que alterar la Constitución. Y eso no se hace en un par de días, sino en varios meses.

Un sistema a observar

Ya Macri, en varias ocasiones, quejándosele en la cara a Manzur le pidió que elimine el acople, cual si fuera un mecanismo diabólico. No es para tanto, si bien es un esquema que a todas luces viene favoreciendo al peronismo y no a la UCR -ahora aliada del PRO- en los últimos comicios. Obviamente, el Gobierno nacional espera que el acople no tenga vida en 2019 o por lo menos se atenúen sus efectos en favor del oficialismo, con un sistema que le permita a Cambiemos llegar al Ejecutivo provincial ese año. El Presidente, durante su última visita a Tucumán a causa de las inundaciones, promovió a Cano como su candidato para la gobernación en 2019. Para ese cometido, el acople es un obstáculo serio para la oposición; por lo menos hasta hoy.

¿Acaso el Gobierno nacional asfixiará al oficialismo tucumano para obligarlo a pedir ayuda económica y así estar en mejores condiciones de exigir que se suprima el acople? ; dice un legislador oficialista, convencido de que el macrismo no tiene interés en colaborar con la Provincia, motivado en aspiraciones políticas y electorales. Quiere el fracaso institucional de Manzur, asegura el peronista Caponio. El dirigente, que pergeñó el sistema de acople desde la secretaría de Gobierno allá por 2006 para direccionar los votos hacia el fortalecimiento del candidato a gobernador, no tiene ninguna duda al respecto. Para él, como para muchos oficialistas, las palabras de Pablo Walter desnudaron esa intención cuando alertó que no darían un peso al Gobierno ya que dudaban del destino final que podrían tener esos fondos. La desconfianza puede más.

Un botón que suma a los que creen que si puede, el macrismo le dará un empujoncito hacia la crisis a la gestión provincial; y eso únicamente pensando en 2019. Es que los comicios intermedios de este año están demasiado cerca como para pensar que un drama social pueda estallar -provocado o no- en los próximos meses como para que incidan en la voluntad de los electores. Cambiemos mira más allá, para dentro de dos años. Dietrich, en su paso por la provincia hace pocos días, dejó en claro que Macri aspirará a la reelección.

Al margen de las denuncias sobre supuestas pretensiones o denuncias de la dirigencia política, cabe preguntar si Tucumán está muy cerca o bien lejos de la crisis santacruceña. La deuda pública de la provincia de los Kirchner es de casi $ 8.000 millones con la Nación y tiene más de 38.000 empleados públicos (115 estatales por mil habitantes). Tucumán refinanció a 20 años su deuda de $ 5.300 millones con la Nación y tiene 117.000 empleados (73 estatales por 1.000 habitantes). Comparativamente, teniendo en cuenta sólo estos dos números, Tucumán no tiene una realidad próxima a la de Santa Cruz.

La refinanciación le permite a Manzur enfrentar los arreglos paritarios de este año, lo que ciertamente significa un alivio para la gestión. O sea, el perfil conciliador del gobernador le permitió obtener beneficios del poder central, por lo que desde el Ejecutivo pueden despejar los nubarrones sobre el éxito de crisis provocadas desde la Nación; por lo menos hasta las elecciones de agosto y de octubre.

Manzur no está demasiado preocupado por los números de la caja. A quien lo escuche, le dice que ya tiene asegurado hasta el pago del medio aguinaldo. Estoy tranquilo; asegura. No ve conflictos sociales inmediatos, y observa que los dramas de Santa Cruz están a más de 3.200 kilómetros, lo suficientemente lejos como para evitar el contagio. Tan lejos como él de los Kirchner. La tranquilidad del gobernador se asienta, además, en situaciones políticas internas; donde no enfrenta tormentas generadas por supuestos intereses contrapuestos entre él, Jaldo y Alperovich.

De hecho, ha recostado mucho su confianza en el vicegobernador, con el que se complementa como un verdadero equipo. Y al que observa conduciéndose como alguna vez le supo aconsejar Alberto Balestrini cuando era funcionario suyo en La Matanza: el principal capital de un político es su lealtad. En 2003, el intendente peronista fallecido hace pocas semanas, le dio la venia para que acompañase a Alperovich como ministro de Salud, pero respetando aquella sugerencia. Manzur le hizo caso y hoy es el gobernador. En Jaldo, Manzur descubrió a un dirigente que mantiene esa premisa, esa sociedad política, por ahora, funciona siguiendo el mismo compás.

Pero hay otros datos que se manejan reservadamente en la Casa de Gobierno y que los tiene tranquilos por el momento; serían encuestas que les dicen que Macri cayó mucho, especialmente en la ciudad. Observan este informe desde el costado electoral, entendiendo que esta sensación contra la gestión nacional puede ser un elemento adverso para los candidatos a diputados de la oposición. Ergo, estiman que la lista opositora sufrirá los efectos y que, por ende, el oficialismo resultará beneficiado. Son los anhelos.

Como se dijo, el Gobierno hará campaña “vendiendo” la gestión provincial. Vamos a provincializar los comicios; arguyen. Manzur cree que viene desarrollando una buena gestión y estima que se plebiscitarán favorablemente sus dos años al frente del Ejecutivo. Vamos bien, vamos bien; suele decir.

Un fallo para especular

El oficialismo apuesta al presente y la oposición al futuro macrista y al pasado alperovichista para seducir al electorado. Bajo estas premisas es que cada lado está actuando políticamente con fines electorales. Incluso hay un elemento que entrará a terciar posiblemente en los próximos días: un fallo judicial; el de la Corte Suprema de Justicia de la Nación respecto del recurso del Acuerdo para el Bicentenario por las elecciones de 2015. El ApB fue en queja ante el máximo tribunal ante la negativa de la Corte local para que la Nación revise la validez de la sentencia que convalidó el resultado de los polémicos comicios. Desde ambas trincheras están esperando que se conozca la decisión de la Corte nacional, cada uno con sus propias expectativas para hacer jugar su interpretación en la campaña electoral.

En la semana que pasó hubo runrunes al respecto; alguien deslizó que el fallo estaba al caer y alteró los espíritus. En el oficialismo estiman que está cerca la sentencia, en la oposición no hay tantas seguridades, pero están atentos. El oficialismo aguarda que se rechace el recurso, en la oposición hacen apuestas a que haya considerandos sobre el sistema electoral y los controles de los comicios. Cada lado hará bandera con lo que le interesa, cada uno para deslegitimar al adversario. Todo vale a la hora de una nueva votación para seducir electores vía la denigración del contrincante.

Al ingresar al sistema de consulta del Poder Judicial de la Nación (scw.pjn.gov.ar) se podrá ver que el expediente esté en trámite y que, desde el 10 de marzo, se encuentra en despacho en la vocalía cuarta. Y más allá de cuando se publique la decisión final, si es que finalmente no se hace lugar al pedido del ApB, el Ejecutivo leerá que se legitimará su triunfo y que se deslegitimizarán los planteos judiciales de la oposición. Seguramente se escucharán declaraciones fuertes en esa línea; como también habrá expresiones fuertes del lado de la oposición si es que hay consideraciones negativas de la Corte sobre el mecanismo electoral; tal como aparecieron en la sentencia de la Corte local que, si bien convalidó la elección, criticó el sistema electoral.

Desde la oposición se aguardará que se reniegue del acople, justamente el sistema que objeta Cambiemos y que Macri rechaza cada vez que puede. Y volvemos al principio.

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