Vida tranquila y poesía salvaje

Vida tranquila y poesía salvaje

Rescate de una obra de Duras traducida por Pizarnik

LAS ESTACIONES DE LA VIDA. “No hay un verano del alma. Uno mira el que pasa en tanto uno permanece en su invierno”, cautiva Duras.  LAS ESTACIONES DE LA VIDA. “No hay un verano del alma. Uno mira el que pasa en tanto uno permanece en su invierno”, cautiva Duras.
16 Abril 2017

NOVELA

LA VIDA TRANQUILA

MARGUERITE DURAS

(Mardulce - Buenos Aires) 

¿Cómo explicar con palabras de este mundo La vida tranquila? Podría decirse que es una novela de Marguerite Duras que Alejandra Pizarnik tradujo en 1972 -el mismo año de su muerte- y que acaba de reeditar Mardulce. Podría hablarse de un encuentro inigualable. Podría decirse que la escritura se mueve entre el vaivén del mundo y el silencio interior; que la voz de la autora tiene música nueva en las palabras de la poeta argentina. Sin embargo, no sería suficiente para describir la exquisita experiencia de leer esta obra.

La historia comienza con el recuerdo de un duelo: Nicolás, el hermano de la narradora, descubre que su esposa y su tío son amantes y pelea hasta dejarlo agonizando. No es casual que su muerte sea el origen de los cambios, abre un espacio en las relaciones familiares y, lo que se presentaba como liberación, desencadena pasión y locura.

Así como la realidad se acerca a la tragedia, la prosa encierra una alegría violenta, irracional. El deseo de la narradora, también. Sexo y muerte tensan su cuerpo y la trama. La voz de esta mujer revela la distancia -igual a cero- entre la piel y el pensamiento. De algún modo, sus sensaciones parten del paisaje, de las anécdotas, atraviesan su cuerpo y se expanden hasta volverse una música hipnótica en la escritura. Por momentos, el desborde que produce el amor en los sentidos se hace palpable, duele y eriza la lectura.

Verano del alma

No hay datos suficientes para saber cómo llego Pizarnik a traducir esta novela, pero es indudable que su poética riega la prosa y expande la resonancia de cada frase. En esa confluencia de voces, tal vez las escenas de sexo sean las muestras más evidentes del estilo de Duras, anticipando lo que luego serían sus obras más emblemáticas, como el guión de Hiroshima, mon amour, filmada por Alain Resnais, y la novela El amante, adaptada y filmada en 1991.

“Todo comienzo y todo final se perdían alrededor de nosotros. El mar se vaciaba por todas partes, huía en la hendidura del cielo”, piensa la narradora y, en forma incesante, ve cambiar el mundo o se ve transformándose. Por ejemplo, dice: “Quisiera que el verano sea en mí tan perfecto como afuera, llegar al olvido de esperar siempre. Pero no hay un verano del alma. Uno mira el que pasa en tanto uno permanece en su invierno. Habría que salir de esta situación de impaciencia. Envejecerse al sol de sus deseos.”

Pensándolo un poco más, podría decirse que leer La vida tranquila es muy parecido a mirar una flor hasta pulverizarse los ojos.

© LA GACETA

Publicidad

Verónica Boix

Tamaño texto
Comentarios
Comentarios