La batalla de los títulos
Nos los buenos gestores, ellos los inútiles para gobernar; nos los transparentes, ellos los corruptos. Son algunas de las acusaciones y señalamientos contra el adversario elegido, ese otro que no es igual sino peor y que poco o nada puede hacer por los ciudadanos y la democracia. Son ideas que sirven como apelaciones preelectorales: “ciudadanos, mírennos a nosotros”. En los últimos tiempos se vienen recalentando las lenguas a medida que se van acercando las fechas de los comicios; no hay medida, ni mesura, el otro ya no es la patria o el digno adversario; es el desquiciado, el cínico, el descerebrado, el mentiroso, el imbécil. Y no sólo por las redes sociales. El insulto y la chicana le ganó al argumento. Dan más réditos que la reflexión.

El debate quedó relegado a un segundo plano, se apuesta más a que el título pegue, a que haga ruido y que se grabe como una verdad irrefutable. Y se lo reitera; tal vieja maniobra de repetir hasta el hartazgo, hasta que los ecos resuenen como certezas. Lamentablemente es la estrategia de campaña elegida por todos; la de diferenciarse de la peor forma, cuál si el votante fuera un ente que no mira más abajo de la afirmación grandilocuente y que no razona, ni reflexiona, y que no es capaz de decidir qué es lo mejor para sí, para su familia, para su bolsillo, para su provincia y su país.

Cambiemos

A esos votantes anónimos hay que seducir, convencer de que el Gobierno nacional es mejor que el anterior, y de que la administración provincial es más prolija y efectiva que la nacional. Son las intenciones sobre las que se arman los discursos políticos y que, a su vez que se asientan sobre las gestiones. En esa línea, por ejemplo, hay que anotar los “títulos” que repiten desde el peronismo provincial para referirse a la acción gubernamental de Cambiemos: ellos gobiernan para los ricos, nosotros para los pobres; ellos no pueden cerrar sus paritarias, nosotros sí. O los que apuntan, como un reiterado tic-tac, desde oficialismo nacional: nosotros o la corrupción, cambio o kirchnerismo. Son las banderas que flamearán en la campaña y que se izan de a poco para que vayan quedando grabadas.

Eso interesa más que los nombres de los candidatos posibles, hoy es el momento de imponer los “títulos”, luego se elegirán los nombres de los que reforzarán los conceptos. Los posibles integrantes de las boletas, por ahora, sirven más que nada para alimentar las especulaciones internas de cada espacio político; porque poco aportan como complemento a las estrategias de diferenciación. Esto es lo primordial.

El macrismo, por ejemplo, eligió como opositor favorito al kirchnerismo, a Cristina, porque para ellos representa el pasado al que no debe regresarse y todo lo corrupto que marcó al país. Entienden que de esa polarización saldrán gananciosos. Cual si estuvieran devolviendo una gentileza a los “K” que eligieron en su momento a Macri para que sea el contendiente principal de 2015. Así les fue. Ellos, lo peor y el pasado; nosotros el cambio y la transparencia; parece ser el lema. Lo vienen tratando de imponer en cada declaración de los miembros del gabinete, a nadie escapa que han apostado todas sus fichas a este juego; aún más que tratar de defender la gestión. Por ahora, eso no le reporta beneficios, menos con tantos índices sociales negativos y con protestas callejeras adversas todos los días. Más adelante se verá cómo venden su administración; porque es la que finalmente pondrán en juego, porque siempre los resultados nacionales se leen como un aval o un rechazo.

Sin embargo, desde ayer pueden añadir otra idea que tratarán de imponer como título de campaña, a partir de las movilizaciones en distintos puntos del país: democracia o golpe. Somos la democracia, los otros los golpistas. Puede resultar una gran movida, si la jugada tiene éxito. A esperar las reacciones.

A nivel local, parece repetirse ese esquema de acción. Alperovich es el oficialista predilecto para señalar a la hora de ensayar cuestionamientos al pasado. Todo sirve: las obras públicas denunciadas en la Justicia, las inundaciones que afectan el sur tucumano. Para la oposición local, el senador es lo negativo de la política, un regreso al pasado. Incluso, hasta al propio Manzur se lo ataca por su pasado en la gestión kirchnerista, como vicegobernador y como ministro de Salud de la Nación. El futuro contra el pasado. Al margen, algunas encuestas de imagen que estarían manejando los radicales mostrarían -para sorpresa propia- que el gobernador está repuntando. En ese muestreo, según los correligionarios, el titular del Plan Belgrano estaría al frente, lejos, pero en imagen, no en intención de voto.

Lo que alimentaría, además, el ataque a Alperovich, según esos sondeos, es que el ex mandatario tiene una imagen negativa muy alta, especialmente en la capital. Cabe reiterar que Alfaro, durante la campaña electoral de 2015, concentró su discurso en contra de Alperovich porque -según los datos que manejaba- cuando más lo atacaba, más simpatías cosechaba, especialmente en la ciudad. Hoy se trataría de repetir la estrategia, pero “pegando” al senador al kirchnerismo. Algo así como que Alperovich es Cristina.

Al margen; desde el entorno de Alperovich se sospecha que el avance judicial contra él por el plan Más Cerca tiene mucho que ver con este plan de acción. No cabe descartar, en ese marco, la cuestión de privilegio de la senadora Mirkin contra la radical Silvia Elías de Pérez. Para ella, todos somos delincuentes, estamos cansados de que nos llamen corruptos; lanzó en la sesión de esta semana. Y, seguramente, seguirá escuchando de boca de la oposición estas acusaciones porque es la línea de acción que han elegido desde Cambiemos. El pasado es corrupción, sería la síntesis.

El ex gobernador, además, puede leer tras la citación de la Justicia que el Gobierno nacional optó por negociar los votos tucumanos del Congreso con Manzur antes que con él, porque -según rumores de palacio-, en la reunión que el senador habría mantenido con funcionarios nacionales les habría dicho que manejaba a los congresistas locales como una forma de advertencia para tratar de impedir la citación de la Justicia. Y la Justicia avanzó nomás, y si lo hizo o no con la anuencia del poder político, sólo Alperovich lo podrá evaluar. Además deberá observar si sus acciones no están debilitándose en el trípode de poder que integra con Manzur y con Jaldo. Hay maniobras políticas en el oficialismo que permiten sospechar que algo está pasando allí. Hay que mirar con atención lo que pueda sobrevenir en el Concejo Deliberante de la capital y en la discusión futura por los nombres de los postulantes del oficialismo para la Cámara de Diputados.

Provincializar

En tanto, así como el macrismo optó por polarizar con el kirchnerismo para asentar su discurso de transparencia o corrupción; el oficialismo tucumano también hará su apuesta electoral. Básicamente, enfrentará las gestiones nacional y provincial, partiendo de hacer comparaciones, como por ejemplo, en el plano social y salarial. Las protestas, en esos frentes pasan disimulados en la provincia frente a los piquetes diarios en la Capital Federal y el prolongado conflicto docente en Buenos Aires. Ya se dijo, pero vale reiterar que el Ejecutivo resaltan que aquí se cerraron las paritarias y allí, no.

Es decir, a la usanza tradicional, como siempre ocurre en comicios intermedios, el oficialismo tratará de “provincializar” la elección. Es decir, plebiscitará su gestión apoyándose, además, en lo que algunos entienden que supuestamente está sucediendo hoy: el creciente descontento de la clase media con la gestión de Macri. El Gobierno apuesta a ese “descontento” para confrontar las gestiones, entendiendo que la de Manzur es buena frente a la del líder del PRO. Son apuestas.

Por ahora así están repartidas las cartas. Por debajo de la mesa se juegan intereses personales. Unos apuestan a los mensajes para ser tenidos en cuenta a la hora de la distribución de espacios en las listas de agosto. Debe servir de ejemplo la “treta” de los “mellizos” Orellana, cuando trajeron a Massa, se subieron a ese tren y crearon Surgimiento Innovador. Finalmente, los famaillenses encabezaron la lista de diputados por el Frente para la Victoria. No es de extrañar que estos jueguitos se repitan, que algunos coqueteen con el adversario para sumar puntos en su propio espacio.

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