“Don Díaz”: de la sala de audiencia a las salas de cine

“Don Díaz”: de la sala de audiencia a las salas de cine

Francisco Rafael Díaz tiene 94 años y no se ha perdido una sola audiencia de los juicios por delitos de lesa humanidad que vienen realizándose en Tucumán. Su historia llega a la pantalla de la mano de un corto documental.

24 Marzo 2017
Llega apurado, apretando una carpeta contra el pecho. Su paso firme hace imposible adivinar que ha caminado 94 años en la vida. Tal vez alguna arruga lo delata, y las canas, y sus manos agrietadas de tanto fundir el hierro, pero no su mirada pícara y decidida. Al entrar al Tribunal Oral Federal de Tucumán los gendarmes no le piden ninguna identificación, ya lo conocen hace mucho. En la primera fila de la sala la gente le abre paso, alguien le cede un asiento. Le “devuelve” el asiento, porque ese lugar, que ocupa desde hace ocho años, ya es suyo por derecho propio. Se sienta y abre la carpeta donde exhibe dos fotografías. En la primera, una chica abraza un bebé, en la segunda un joven observa desde un costado, serio. Las imágenes están desgastadas, borrosas, porque Francisco Rafael Díaz las lleva bajo el brazo hace más de 40 años, cuando dos de sus tres hijos, Susana Díaz y Francisco Rafael Díaz, fueron secuestrados y desaparecidos durante la última dictadura militar. 



Díaz se ha convertido en un personaje célebre entre los que asisten a los juicios por delitos de lesa humanidad en Tucumán. Muy pronto su historia llegará a la pantalla en un documental que dura 13 minutos y tiene por título: “Don Díaz” (apodo con el que todo el mundo lo conoce).

Manos a la obra

El proyecto empezó como una iniciativa de miembros de la fundación andhes para invitar a la participación en los juicios. Enseguida se dieron cuenta de que había mucho más para contar. “Desde que lo conocimos supimos que teníamos que contar su historia, que es la historia de todos. Como Don Díaz, los padres, las madres y las abuelas empiezan a transitar los 90 años y sin embargo siguen ahí, incansables, pidiendo justicia por sus seres queridos”, explican en la ONG.

“Llegamos a su casa y nos recibió con los brazos abiertos. Con sus más de 90 años se animó a participar y se bancó el calor y el cansancio de ir y venir para hacer las tomas”, cuenta Ana Daneri, directora del corto. Para desarrollarlo siguieron al anciano durante varios meses e incluso filmaron su cumpleaños. “Invitó a muchos que conoce de los juicios y organizó una fiesta en el Centro Vecinal que él mismo ayudó a construir. Cuando llegamos estaba nervioso porque la gente había llegado tarde y decía que no podía comer de los nervios. Esa clase de ternura es la que está plasmada en el corto”, explica Daneri. Admite también que fue muy difícil resumir su historia en unos pocos minutos y que hay mucho que tuvieron que dejar afuera.

“No es sencillo sintetizar 94 años, pero creemos que el corto refleja el ejemplo de una lucha que nos inspira a todos. La lucha por la Justicia”, agrega Matías Minahk, productor y editor del documental junto a Daneri.

94 años agitados

El protagonista nació en 1923 y vivió en Catamarca hasta los 11 años, cuando su familia lo trajo a Tucumán. Durante 75 años se desempeñó como maestro herrero y desde muy joven defendió los derechos de los trabajadores. Fue afiliado al Partido Comunista y elegido entre unos 300 obreros (en su mayoría peronistas) como delegado del Congreso Nacional de la Productividad en 1955. En 1980, en plena dictadura, viajó clandestinamente a Moscú como delegado del partido. Fue presidente del Centro Vecinal del barrio San Carlos y presidente de la cooperadora de la escuela 249, a la que asistían sus hijos. Sus casi cien años no pasaron tranquilamente. Le tocó vivir de cerca el terremoto de San Juan y ver varias dictaduras, incluyendo la que se llevó a Susana y a Francisco.

El 15 de febrero de 2013 declaró en la Megacausa Jefatura Arsenales II por su propio secuestro y el de su hijo. “Yo vi muchas películas de nazis y era igual, llegó como un pelotón nazi”, explicó entonces ante el Tribunal. “Venía solo y me fueron a buscar porque decían que era peligroso. Los peligrosos eran ellos, canallas que robaban, secuestraban y mataban a la gente”, sentenció. Contó que lo tuvieron preso en la Escuela de Educación Física y allí vio a mucha gente atada y vendada y a una mujer dando a luz. Cuando le tocó hablar de su hijo, su voz, que todo el tiempo había resonado temblorosa por los años, pero firme y potente, se quebró: “el muchacho estaba organizando un festival en el Colegio Nacional para juntar fondos por la recuperación de las Malvinas. Hay que ser miserable para hacerle lo que le hicieron”.

Las fuerzas para seguir

Don Díaz no sólo aparece en el corto, también recita poesía, canta y hasta baila cumbia. Su energía puede despertar la envidia de un atleta veinteañero. “Tiene una fuerza que no sé de dónde le sale. Todo el mundo le dice que ya no vaya más al juicio, por su salud, pero él sigue. Llega solito en colectivo y se va a almorzar en el Mercado del Norte todos los jueves y viernes”, explica Minahk. Cuenta que el anciano bromea sobre su edad constantemente: “dicen que los fules no se mueren”, “No sé qué voy a hacer con los otros cien años que me quedan”, suele repetir entre risas.

Sin embargo, los años empiezan a jugarle como cuenta regresiva. “La otra vez nos asustamos porque faltó una semana a las audiencias por el Operativo Independencia. Su nieta me contó que estuvo enfermo y todos nos preocupamos. Él nunca falta”, cuenta Daneri.

“Cuando le preguntamos por qué va a los juicios a pesar de sus años y su salud nos respondió con simpleza: es una cuestión de sangre. Para él, reclamar justicia por esos crímenes es su obligación como padre, y yo creo que eso es lo que le da las fuerzas para seguir adelante”, apunta.

Don Díaz es un hombre sin edad. La parca se ensañó con los suyos durante su juventud pero hace rato que lo tiene olvidado. O tal vez él la viene esquivando a fuerza de obstinación, esa de los que no se rendirán jamás hasta haber develado la verdad.

Estreno

El domingo a las 19 en la Sala INCAA (San Martín 252), con entrada libre y gratuita. El 31 de marzo se verá en el Espacio para la Memoria “Escuelita de Famaillá” (en Bartolomé Mitre y Benjamín Matienzo, Famaillá), también con entrada libre.

El equipo que trabajó:

Dirección: Ana Daneri. Producción, cámara y montaje: Matías Minahk y Ana Daneri. Sonido: Emilia Herrerías Martínez. Diseño gráfico: Mariana Plesa y Tania Sofia Nasrallah. Foto Fija: Bruno Cerimele. Música original: Javier Nadal Testa.

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