Desarmados para la gran pelea del año

Desarmados para la gran pelea del año

Y llega febrero y la Casa de Gobierno no tiene ningún “armado” con vistas a las elecciones. Las de diputados, que se realizarán dentro de apenas 38 semanas para renovar -en el caso tucumano- cuatro bancas de diputados nacionales.

Entonces, los miembros del entorno del gobernador Juan Manzur se asoman a la ventana y ven que el senador José Alperovich sigue saliendo a visitar vecinos y entregar “ayudas”, acompañado invariablemente por su hija Sara y el secretario general de la gobernación, Pablo Yedlin.

Ahí es cuando el oficialismo razona (o se da cuenta) de que lo de la pelea entre quienes fueron compañeros de fórmula en 2007 y en 2011 tal vez sea “real”. Eso, por lo menos, le anda diciendo a propios y extraños uno de los hombres que más concurre a Manzur.

Nada por aquí

Que la “pelea” es “real” se traduce en que hay un sector del entorno del actual mandatario que clama por la salida de Regino Amado del Ministerio de Gobierno. A él lo acusan de ser quien “no arma nada” con vistas a los comicios que se celebrarán el último domingo de octubre. Y, a renglón seguido, se acuerdan de que el monterizo ocupa el cargo de ministro político por expreso pedido de Alperovich. Fue una de las condiciones públicas del “acuerdo” entre el gobernante saliente y el entrante. También hubo requisitos secretos, como el decreto que designa al senador en el Poder Ejecutivo tucumano como asesor con rango de ministro, que salió a la luz sólo por la pesquisa del periodista Juan Manuel Asís.

Remover a Amado, sin embargo, no es un asunto sencillo. Por un lado, porque teniendo en cuenta el horizonte judicial de la causa de los “gastos sociales”, esta no parece ser la mejor temporada para desairar a quien fuera presidente subrogante de la Legislatura durante los cuatro años finales del alperovichismo. Cuando Manzur era vicegobernador testimonial (en abuso de licencia ocupaba el Ministerio de Salud de la Nación), el que firmaba esos subsidios era “el Regino”…

Por otro lado, porque al manzurismo le cuesta buscar un “compañero con quilates” por fuera de su propia placenta política, que es la democracia pavimentadora. Por caso, la propuesta verbal de un operador del riñón de Manzur fue que se le ofreciera el cargo a otro monterizo, el “Gallego” Juan Antonio Ruiz Olivares. El mismo al que, según cuentan desde el riñón del alperovichismo, el ex gobernador abrazó en un asado y le dijo que era incomprensible que no estuvieran juntos, para luego insinuarle que debería acompañarlo en 2019 como candidato a vicegobernador.

Por pura coincidencia, cuando Emiliano Vargas Aignasse retomó su banca lo primero que pidió fue recuperar la presidencia de la comisión de Legislación General, pero Osvaldo Jaldo ratificó en ese lugar a Roque Cativa, socio político de Ruiz Olivares, con quien compartió lista hace dos agostos. Y, en la despedida de enero, el nombre del “Gallego” empezó a ser anotado en los borradores en los cuales se arman y desarman candidaturas imaginarias… o no.

Sube y baja

La avanzada de un flanco manzurista sobre el Ministerio de Gobierno propuso también al legislador Fernando Juri para que se hiciera cargo de la cartera de Seguridad. Gente que oye detrás de las paredes sostiene que hubo algún diálogo y que desde el sector del ex vicegobernador que enfrentó a Alperovich se deslizó que verían con agrado que el comisario general Eduardo Francisco Herrera fuera el futuro jefe de Policía. Pero como Herrera es el jefe de la custodia de Alperovich, no hubo respuesta.

Es que Alperovich avisó temprano que quiere reincidir como jefe del Ejecutivo en dos años, que es exactamente lo mismo que quiere Manzur, aunque lo disimula tan bien que hasta sus colaboradores lo dudan a veces... La sucesión en 2019 es la pelea “real”.

Nada por allá

Y resulta que arranca febrero y la oposición tampoco ha armado nada para los comicios que harán en 268 días.

Entonces, los miembros del entorno del titular del Plan Belgrano, José Cano, salen al interior en el marco del Plan Belgrano (ayer estuvieron en Campo de Herrera) y ven que Alperovich sigue saliendo a visitar vecinos y a entregar “ayudas”. Ahí es cuando razonan (o se dan cuenta) de que en el radicalismo están, prácticamente, todos peleados entre todos, aunque no rompan el diálogo.

En el último café que tomaron Cano y la senadora Silvia Elías de Pérez ella le habría planteado en buenos términos (en este verano mantienen un trato amistoso) su opinión de que él no debería ser candidato en los próximos comicios. Dos habrían sido los argumentos centrales. El primero: una eventual derrota contra candidatos oficialistas de segunda línea podría afectar el futuro del principal referente opositor. El segundo: Cano viene siendo candidato cada dos años, desde 2007 hasta el año pasado, ininterrumpidamente. Un dato cierto, pero que se completa con otro: durante esa década, Cano sacó en cada elección más votos que en la anterior.

En el sector que lidera el legislador Ariel García, mientras tanto, dan prácticamente por descontado que habrá que dar pelea en las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO) de agosto, incluso contra el canismo (en este verano mantienen un trato con cara de pocos amigos), si se aspira a conseguir lugares expectables en las listas.

Claro que no todo todo dependerá de los radicales. El ex intendente Domingo Amaya ya está en plena campaña electoral y será un rival complicado. Y resta ver cómo jugará su sucesor, Germán Alfaro, para quien Cano sólo reserva elogios, y quien será, indudablemente, el gran decisor de las primarias.

Ida y vuelta

Cerca de Cano (y tras despejar un frondoso jardín de enojos hacia dentro de la UCR, algunos no del todo justos; la mayoría, debidamente documentados) hay expectativas respecto del año electoral.

Como primera cuestión: el radical no descarta ser candidato a diputado porque no descarta que el propio Alperovich vaya a serlo. Es cierto que en el último asado que el ex mandatario brindó en su casa para Manzur, Jaldo e intendentes, ratificó que no será candidato este año sino que buscará la gobernación en 2019, pero el titular del plan Belgrano duda que el ex gobernador esté moviéndose tanto por puro amor a la política.

Por caso, Simoca fue hace poco la sede de un encuentro entre el ex gobernador y numerosos delegados comunales. Los comisionados le plantearon que reciben pocos recursos (que hayan acudido al encuentro ya es en sí mismo una queja contra el Ministerio del Interior, al que la reunión dejó desautorizado). El ex mandatario (ofuscado con los invitados que llegaron tarde) replicó que él, cuando gobernó, les dio mucho a cada uno de ellos (de ser así, mantendría su añeja insistencia en que a los recursos no los otorga el Estado sino él), así que debían “trabajar fuerte” para los próximos comicios. Eso sí, no dijo en favor de quién.

Si Alperovich se postula, Cano se postula. Esa es la fija. ¿Y si no ocurre lo primero? El Gobierno tiene buena parte de esa respuesta. Si la lista del oficialismo es alperovichista, hay (para decirlo en términos peronistas) “peligro de traición”. Dicho de otro modo: Alperovich aparece en sus recorridas con quienes fueron jefes municipales durante su gestión y que, como él, aspiran a volver a ocupar en 2019 las poltronas que dejaron en 2015. Por eso desde el este y el oeste llegan rumores acerca de que, si octubre será el “operativo retorno” del ex gobernador y compañía, se armará una “liga de intendentes” que no quieren ser desplazados por sus predecesores.

En este punto, a la incertidumbre política de unos se suman las internas de alcoba de otras. Hay municipalidades del sur donde las intendentas que sucedieron electoralmente a sus esposos quieren ser reelectas, en contra de los intereses de sus maridos. Le tomaron más cariño al cargo que al cónyuge…

Una mala lista del oficialismo será tentadora para cualquier opositor.

Hoy y mañana

Una mala lista es lo que el oficialismo no puede permitirse, dicho esto por los propios conductores del oficialismo. La única certeza que comparten públicamente Manzur, Jaldo y Alperovich en los asados en los que se soportan entre sí es que deben permanecer juntos y ganar este año para que haya un futuro político posible en 2019. Pero como en ese futuro no parece haber lugar para los tres, el presente se complica. Sobre todo, para el actual Gobierno, por una cuestión que, conforme avance el cronograma electoral, será cada vez más central: Manzur no conduce el PJ. Lo preside Beatriz Rojkés de Alperovich (la ex senadora que, según la estadística, tiene mejores consideraciones para los extranjeros que para sus comprovincianos).

“Mi gran error fue aceptar el gobierno sin manejar el partido”, le dijo a no pocos peronistas, no pocas veces, el ex gobernador peronista José Domato. En las PASO (una instancia electoral nacida de un acuerdo bipartidista entre el peronismo y el radicalismo) la trascendencia de manejar la estructura partidaria que alumbrará la lista oficial será cabal.

Y entonces transcurre febrero y si nada está “armado” es porque no hay ningún “dueño de la pelota” electoral. Así que comienza a jugarse una partida en la que ganará el que mejor sepa jugar.

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