Queríamos que rindiera cuentas
18 Enero 2017

Héctor Recalde - Diputado titular del bloque FPV

El día mismo en que fue hallado sin vida, Alberto Nisman iba a ser interpelado en la Cámara de Diputados por su actuación como fiscal especial para la causa AMIA. Su actuación al frente de esa unidad especial que contaba con fabulosos fondos provenientes del Estado y otorgados por un gobierno decidido a revelar la verdad material de aquel funesto atentado, fue, por lo menos, defraudante: 10 años de investigación, millones de pesos de inversión y, en el mejor de los casos, ninguna pista concreta.

No pretendo hablar de la persona, cuya defunción lamento y respecto de la cual pretendo y exijo claridad sobre la causa pues la incertidumbre ha sido motivo de angustia para el pueblo argentino y herramienta indecorosa de lucro político. Pero tampoco voy a callar algunos cuestionamientos que le hubiera formulado personalmente por su desempeño como fiscal de la Nación.

El (mal) manejo de los fondos asignados para las investigaciones en la causa AMIA y los nulos resultados iban a formar parte de la interpelación. Queríamos que rindiera cuentas. Tras su muerte se conocieron más datos: cientos de días de vacaciones cobradas como si hubiera trabajado; contrataciones irregulares (Lagomarsino, entre otros, quien además declaró que debía darle parte de su sueldo al fiscal); vinculaciones espurias; patrimonio inconfesable; y un escrito elaborado y firmado por él mismo con un contenido diametralmente opuesto al de la denuncia que finalmente presentara conmocionando al país y descalificándonos ante el mundo entero y que me llevara a sostener que era una denuncia “marxista”, recordando a Groucho Marx (“estos son mis principios pero si no le gustan, tengo estos otros”).

La muerte es siempre triste, ésta además ha tenido ribetes trágicos y aspectos que aún permanecen incógnitos. La muerte ha extinguido la acción penal contra Nisman, pero su patrimonio aún debe ser investigado, nuestro pueblo merece conocer la verdad. A dos años ya de su muerte sorprende ver como todavía sigue siendo -la muerte- un instrumento de batalla en el lodo en el que algunos buscan sumergir a la política. A los familiares del difunto, mis condolencias; para la galería, no me interesa la demagogia. Yo no soy Nisman.

Publicidad




Comentarios