El campo siempre necesita de la investigación

El campo siempre necesita de la investigación

Durante muchos años, el campo argentino fue incorporando diferentes tipos de tecnología con el fin de eficientizar las labores requeridas en distintos cultivos con el único fin de mejorar los rendimientos, bajar los costos y, por ende, aumentar la rentabilidad. Fueron muchísimos los cambios que logró el campo argentino, y en el caso particular del nuestro a través de las instituciones de investigación agropecuaria que siempre estuvieron trabajando según los requerimientos de los productores. Los agricultores tucumanos fueron beneficiados por los avances logrados a través de muchas investigaciones que realizaron las dos unidades de investigación y desarrollo que actualmente tiene la provincia, permitiendo que los diversos sectores productivos dispongan de las herramientas necesarias para afrontar diversas labores y en las diferentes agroindustrias.

Los productores de granos adaptaron y conocieron rápidamente la tecnología que vino de la mano de la Siembra Directa y de la cual los organismos de investigación agropecuaria, como la Estación Experimental Obispo Colombres (Eeaoc) y el INTA, que fueron los pilares que ayudaron a este gran afianzamiento, que luego con el uso de la biotecnología aparecieron los OGM que nuevamente lanzaron los rendimientos para arriba.

Esto llegó acompañado de los avances en tecnología de campo por varias empresas privadas, de las cuales muchas se apoyaron técnicamente en los organismos de investigación.

Paso lo mismo con los sectores azucareros, citrícola, arandanero y otros importantes, que también lograron tomar y adaptarse a los logros de investigación aportados por las instituciones.

La tecnología siempre ha superado al conocimiento de la aplicación por la cual la capacitación permanente de los factores pasa a ser fundamental. Se fue creciendo en calidad de herramientas, por lo que el campo logró dar un salto cualitativo y cuantitativo, salvo cuando ocurren fenómenos climáticos muchas veces imponderables y fuera de lo normal.

Hoy nos detendremos en un organismo técnico que está cumpliendo los 60 años en el país y los 58 años en Tucumán y que festejaron ayer dicho acontecimiento, para dar a conocer y recordar los logros que realizó el INTA para el NOA y Tucumán.

En caña de azúcar se logró el mejoramiento e inscripción de variedades en el Inase entre las que se destacan Fam 63-18, Fam 79-234, Fam 81-77, Fam 81-701 y Fam 85-5, originadas en la EEA Famaillá, y CP 65-350, CP 65-357, CP 68-350, CP 70-1133, CP 72-2086 y HoCP 85-845. Luego se inscribieron la RA 87-3 y LCP 85-384. Esta última, actualmente, ocupa más del 80% de la superficie cultivada en Tucumán y otras zonas cañeras del país. Continuando en este camino, en 2015 se inscribieron cuatro nuevas variedades: L 91-281, INTA NA 89-686, INTA NA 91-209 e INTA CP 98-828. Muchas de estas fueron obtenidas con la colaboración de la Eeaoc y de la Chacra Experimental Santa Rosa.  

Desde hace muchos años se llevan adelante los análisis prezafra, se realizan relevamientos y diagnósticos de enfermedades como el raquitismo en cultivo como en “caña semilla”, además de otras enfermedades. Se generaron tecnologías apropiadas para los pequeños productores cañeros como una cosechadora en verde para pequeñas producciones.

En fruticultura se lograron inscripciones de variedades de portainjertos y copas. Se realizan detecciones y control de enfermedades de limón, que tienen y tuvieron gran incidencia en las plantaciones tucumanas y que determinaron tomar diversas acciones para lograr mantener los exigentes mercados internacionales.

En granos se desarrollaron maíces subtropicales y variedades de soja con sus recomendaciones de manejo. También la EEA Famaillá trabaja en la difusión de la metodología de evaluación de pérdidas durante la cosecha mediante el uso del aro, propuesta por el Proyecto Eficiencia de Cosecha y Postcosecha de Granos del INTA, en las zonas productoras del cultivo en Tucumán, Salta, Santiago del Estero y Catamarca. En forestales se realiza la domesticación de especies nativas de alto valor socioeconómico y se hicieron aportes al ordenamiento territorial de bosques nativos.

En frutas finas se dieron avances sobre variedades, manejo y control biológico de plagas de frutilla y arándano.

En apicultura se desarrolló la Norma IRAM-INTA para mieles, propóleos y extractos de propóleos utilizándose como referencia para el marco regulatorio en el Código Alimentario Argentino.

En pimiento para pimentón se mejora e inscriben variedades, trabajando en el Campo Demostrativo de Encalilla con un modelo de integración interinstitucional entre el INTA, el Gobierno de Tucumán y la Comunidad Indígena de Amaicha del Valle.

Seguir nombrando logros haría de esta columna algo muy extenso, con lo que solo se buscó mostrar la importancia que tiene esta institución dedicada a la investigación, desarrollo y extensionismo en el territorio provincial y regional, que se suma a otros, también muy importantes logrados por otras instituciones que sumados sirvieron para fortalecer y eficientizar los sistemas productivos locales.

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