El “mantelazo”

El “mantelazo”

El juez Fernando Poviña le pegó un duro golpe a la política al confirmar que los rumores de buenas relaciones entre la droga y la política eran ciertos. La emergencia de Seguridad marcó fisuras entre Jaldo y Manzur y descubrió hipocresías en la vida institucional de los tucumanos.

El gobernador está jaqueado por las instituciones. La sonrisa no le alcanza para ocultar la incomodidad. La Justicia provincial no suelta el caso de las “valijas”. La Justicia nacional siempre lo está mirando de reojo con la misma causa o con alguna otra. Esta semana se sumó el poder legislativo que le sancionó la Ley de Emergencia de Seguridad. Su coequiper, Osvaldo Jaldo, desechó la iniciativa que sobre ese tema tenía el gobernador y sancionó otra norma. Ese hecho resintió las relaciones entre Jaldo y Manzur, pero además el Poder Legislativo que maneja Jaldo le puso un límite al PE y le dejó un sabor a derrota.

El gobernador mira para otro lado como si no tuviera importancia. Inclusive no hubo reclamos para el vice. Se reencontraron después de esta jugada política e institucional y sólo sonrió. A los peronistas les cuesta interpretar este tipo de gestos del mandatario. Manzur se ha puesto el traje de negociador y nunca va a ser él quien rompa una relación. Hasta ahora ha demostrado que paciencia le sobra, pero no alcanza para seducir a los peronistas acostumbrados al abrazo y a la billetera alperovichista.

La emergencia de seguridad era una exigencia nacional, pero sin embargo no puede dejar de leerse como una fuerte crítica a la gestión que la provincia está haciendo en esa área. Así se lo hicieron saber en la Legislatura. Se habló de fracaso en la administración de la seguridad. La dureza legislativa tiene argumentos para sostener esa postura. De hecho, si las fuerzas provinciales dieran abasto no hubiera sido necesario declarar la emergencia. Cuando Manzur y José Cano hacían campaña para ver quién se quedaba con el sillón de don Lucas Córdoba todas las encuestas les advertían que la ciudadanía estaba preocupada por el tema seguridad. Un año después se hace este reconocimiento de la incapacidad de las 8.000 fuerzas provinciales para llevar tranquilidad a la población. La nueva ley fue también una advertencia a la política carcelaria de la provincia. Nada nuevo. Ya lo sabían las autoridades y, sin embargo, los presos no están en el lugar debido.

“La vedette”

El juez federal Fernando Poviña tiró el mantel en esta semana que ya no vendrá más. El primero en caer rodando fue Julio César Trayán y se lo llevó puesto al legislador Ramón Santiago “Cacho” Cano. Fue la corroboración de un secreto a voces: la política tiene lazos con la droga. Trayán está preso y Cano, destruido. Es difícil inferir que hombres públicos como el legislador oficialista esté manejando directamente acciones del narcotráfico, pero no hay dudas de que nada hizo por frenar estas cuestiones. La droga y sus titiriteros se inmiscuyen con asombrosa facilidad en la vida pública y después intentan manejarla. Trayán, como una vedette más de la farándula, tiene fotos con el gobernador, con el vice, con el ex intendente Domingo Amaya y vaya a saber con cuántos políticos más. En la Legislatura están todos asustados. Más de un legislador se fue a revisar sus listas de candidatos y a sus punteros para que si les pasa lo mismo que a Cano puedan estar mejor preparados. Por consiguiente el “mantelazo” de Poviña también desnudó la precariedad con la que muchos políticos hacen trabajos en el territorio. Ni siquiera conocen a fondo a las personas que piden que los voten a ellos e incluso llegan a administrar dineros, bolsones y subsidios en sus nombres.

Imágenes borrosas

Inesperadamente, Canal 10 se ha convertido en una prueba para el gobernador. De los tres directores que conducen ese medio de comunicación, uno es el representante de la provincia. Ese es Alejandro Laurnagaray, quien ha sufrido un desgaste brutal luego del escándalo que estalló cuando salió a luz que había publicidad electoral realizada por el Partido Justicialista y que no había ingresado la correspondiente orden firmada a la televisora. Sacarlo a ese director no es una tarea fácil para Manzur. Laurnagaray trabajó con Beatriz Alperovich cuando fue senadora por Tucumán y luego el gobernador José Alperovich lo puso como director de Canal 10. Cambiar a ese director va a ser interpretado en los corrillos políticos como un desplante de Manzur hacia los Alperovich. Anteriormente a este affaire, Manzur había pensado en poner a otra persona pero rápidamente se le fueron esos pensamientos. Laurnagaray se ha convertido casi en una bisagra de la autonomía manzurista. Si queda afuera será un acto de libertad del gobernador. Alperovich se cansa de declarar que “hay que dejarlo gobernar tranquilo a Juan”, pero no mueve un dedo para que gobierne con autonomía. Tanto es así que se hizo nombrar asesor con el famoso decreto 41/1 que el secretario general de la Gobernación, Pablo Yedlin, escondió durante 10 meses. Ni Alperovich ni Yedlin hicieron algo para que Manzur no terminara envuelto en ese papelón. Si el ex gobernador hubiera querido, otra sería la historia. Después de estos episodios, el titular del Poder Ejecutivo ya tiene algunos nombres para reemplazar a Laurnagaray, pero está juntando valor para concretar el reemplazo. También hay quienes le bisbisean al oído que no debería cambiarlo para no darle un triunfo a la prensa, como si los errores de los funcionarios fueran generados por los periodistas. Asesores que atrasan le sobran a Manzur.

En la Universidad Nacional de Tucumán, Canal 10 también es un tema complicado. Días atrás la rectora Alicia Bardón se reunió con funcionarios del Ejecutivo pero no soltó prenda sobre quiénes serían los otros dos directores que manejarán el timonel. Por ahora, la UNT ha designado a Leandro Díaz y a Marta Juárez de Tuzza como directores interinos. Uno de los dos ya sabe que seguirá cumpliendo esas tareas. Para el otro cargo la rectora sigue deshojando la margarita.

La hora de los presupuestos

En los últimos días quedó sellado que en Tucumán la droga y la política tienen lazos. También se declaró públicamente que la seguridad está en emergencia. ¿Nada de esto se sabía? ¿Es una novedad que estos dos temas son una preocupación que desvela a todos los ciudadanos? Por eso también fue la semana de la hipocresía. Por eso es incomprensible que el gobernador y el vice elijan uno de estos temas para jugar a las escondidas.

La presencia de la droga junto con los bolsones en los comicios, y los miedos para caminar una provincia que no tiene cárceles adecuadas pero sí barrotes en las ventanas de los hogares, confirma que la política tiene otras prioridades. Se acercan los días para pergeñar los presupuestos y es una oportunidad para no borrar con el codo lo que se escribe con la mano.

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