Cortázar, de la cuna a la tumba

Cortázar, de la cuna a la tumba

Recorrido por las facetas más humanas del brillante escritor

NI HÉROE NI DEMONIO. El autor trata de humanizar al gran escritor argentino. Y, efectivamente, lo consigue. conclusion NI HÉROE NI DEMONIO. El autor trata de humanizar al gran escritor argentino. Y, efectivamente, lo consigue. conclusion
11 Septiembre 2016

BIOGRAFÍA

JULIO CORTÁZAR. EL CRONOPIO DEFINITIVO

MIGUEL DALMAU

(Edhasa - Buenos Aires) 

Julio Cortázar siempre está de vuelta; o como dice el tango, nunca se va. Es que los motivos para leerlo -e incluso contarlo- no se acaban. Si en los últimos tiempos hay quienes intentan convencernos de que es un escritor para adolescentes, los hechos demuestran que su virtud reside, justamente, en que tiene llegada a todas las edades. No cualquier escritor puede jactarse de eso.

Cortázar sigue siendo genial y el español Miguel Dalmau supo contar muy bien qué hay detrás de esa genialidad en su reciente Julio Cortázar - el cronopio definitivo, donde hace un amplísimo recorrido por su vida. El resultado es un libro extenso y muy recomendable que arranca con sus antecedentes paternos y desde ahí desliza al lector a través de su vida.

Dalmau tiene la virtud de dedicar las páginas justas a cada momento. No lo pone como un héroe ni como un demonio. Trata, y lo logra, de humanizarlo. Ése es el mérito del producto final. Lo describe como un chico miedoso fascinado por la lectura. Después lo refiere en su relación con los chicos de su edad y más tarde viaja con él a Mendoza y a sus trabajos como docente y traductor. No escatima descripciones de cómo era su vida en la casa materna, donde lo atravesó la ausencia del padre.

Hace una muy buena descripción de su relación con el peronismo. El autor tiene la audacia, inclusive, de investigar cómo fue el acercamiento entre Cortázar y su padre cuando ambos eran ya adultos. Las mujeres que influyeron en su vida, su relación con Cuba, el amor por Francia y la melancolía por Buenos Aires son herramientas que ayudan a que el lector pueda construir la figura cortazariana. Paralelamente, hace un efectivo trazado por sus creaciones literarias.

Queda para el final un gran relato de cómo fueron los últimos días de su vida. Ese es otro buen hallazgo de Dalmau. Abunda tanto el detalle que es inevitable sentir cierta nostalgia o pena por esa vida que, también en palabras, empieza a irse. Después de alrededor de 600 páginas, es imposible no sentirse un poco más solo. Solo entre los demás, como escribía el propio Cortázar.

© LA GACETA

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Alejandro Duchini

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